La polifacética productora y artista trans Karma C, de 29 años, es ya todo un nombre en la escena musical underground, y un ejemplo de visibilidad tanto profesional como personal.
Nacida en Pamplona, Karma C está actualmente muy centrada en su carrera como productora, aunque avanza que ya tiene un nuevo disco propio terminado que espera que vea la luz muy pronto. Muy conectada con toda una nueva generación de artistas queer, está encantada de colaborar con gente muy diversa que tiene propuestas muy interesantes.
Karma C forma desde ya parte de nuestra Generación selfi, y aquí comparte su historia en primera persona.
Una época borrosa

«Nací en Pamplona, y hace tres años me fui a vivir a Madrid, tenía que salir de allí. Aunque me gusta mucho, es una ciudad que asfixia. Y que me recuerda el período más traumático de mi vida. De hecho, la etapa de la adolescencia la tengo un poco borrosa. Estaba muy desubicada, y fue el momento en que más masculinidad performaba.
Tenía que ponerme una careta, porque hasta los 20, cuando conocí a más gente queer, no tuve un espacio seguro. Porque también tenía una situación familiar complicada y eso me hizo ser muy rebelde«.
Una chica precoz y autodidacta

«Música he hecho toda la vida, pero fue a los 15 cuando empecé a interesarme por la producción musical, que se convirtió en mi vía de escape, es de lo único que tengo buenos recuerdos, porque me dio las ganas de seguir. Porque no tengo estudios, sufrí el fracaso escolar también.
Escuchaba mucha electrónica, fue lo primero que me interesó. Y también empecé a pinchar muy jovencita, no tenía ni la edad para entrar en las discotecas, mentía y decía que tenía 16 [risas]. Ni siquiera me pagaban, jugaban con mi ilusión, pero por algo había que empezar. He sido autodidacta en todo».
En transición

«Aunque al principio, antes de transicionar, apostaba por mi propio proyecto artístico, pronto empecé a interesarme por trabajar con otras personas. El viaje de reencontrarme a mí misma ha sido un tema. Aparqué mi proyecto personal y me puse a full con la producción. Sobre 2017 decidí mi nombre artístico, ya había algo por ahí que me decía: ‘quiero que me conozcan como Karma’.
Antes de poder vivir de la música tuve muchos trabajos distintos, todos alimenticios, con los que ir comprándome el equipo que necesitaba. Pero nunca tuve un plan b. Y la transición la viví en Madrid; si me hubiera quedado en Pamplona probablemente no la habría hecho… No tener en Madrid a la gente de toda la vida observándome me hizo perder el miedo.
Por suerte, tuve mucha gente a mi lado apoyándome cuando comencé a transicionar, empezando por mi madre, que es la mejor. El resto de la familia no se lo ha tomado tan bien, pero teniéndola a ella al lado, no me importa. La viví muy bien, fue como decir ‘vale, este era el problema’. Ahora me siento muy bien».
Resistencia queer

«Cuando llegué a Madrid empezaron a salirme trabajos de producción rápidamente, en ese sentido he tenido suerte. El boca a boca me ha funcionado, y desde Pamplona ya había tejido una red de contactos. Tenía muy claro mi objetivo. Y mis referentes, como Arca y Sophie, porque han roto con muchas barreras, también siendo mujeres trans.
Tengo la suerte de que trabajo sobre todo con artistas queer, que me hacen sentir bien y me valoran. Hay una escena LGTBIQ+ underground muy potente, y me siento cómoda en ella. Durante años tuve la ilusión de ser una pop star [risas], pero ahora que me conozco mejor a mí misma, estoy muy cómoda entre gente queer y en la sombra».
Trabajar sin parar

«Una colaboración importante para mí la que grabé con Natalia Lacunza [Todo va a cambiar]. Nos conocíamos de Pamplona, teníamos el mismo grupo de amigos, y que la incluyera en su disco fue muy guay. Estoy muy contenta de muchos de mis trabajos, como los que he hecho con Didi Sisel, Polemik, Eddi Cirka y Juan Sauras, entre otres muches.
Lo cierto es que me dedico sobre todo a mi trabajo, porque no soy muy de salir. Quizá porque me gustaba demasiado la fiesta de adolescente; habiendo salido tanto desde los 15, ahora con 29 ya no es una prioridad para mí. Soy muy señora de mi casa [risas]. Lo próximo que me gustaría es montar el estudio en otro espacio, para no pasar todo el día allí. De momento no es posible, pero bueno, confío en que pueda ser una realidad pronto».


