Igual que Valeria Vegas fue clave para el último renacer en vida de La Veneno, hoy mucho más que un icono trans, vuelve a serlo ahora para un documental que durante años ha sido prácticamente imposible de ver, y que a raíz de su libro –tan informativo como reivindicativo– Vestidas de azul. Análisis social y cinematográfico de la mujer transexual en los años de la transición española va a vivir un merecido revival.
Antonio Giménez-Rico estrenó en 1983 Vestida de azul, retrato de la realidad de seis mujeres trans –entonces llamadas, incluso a sí mismas, ‘travestís’–. Una obra insólita, que gozó de un éxito comercial más que sorprendente, y que no tardó en convertirse en obra de culto, hoy imposible de recuperar. “Sabía que existía, pero no lo vi hasta 2006, cuando tenía 20 años. Me lo puso La Veneno en su casa, en VHS. Me impactó muchísimo”, reconoce Valeria. “Aunque tiene momentos de humor, es una película dramática. Es nuestro Paris Is Burning”.
No es un documental que deje buen cuerpo, por muchos motivos. “Da mucha pena ver cómo ellas mismas presagian su final, que sienten que no va a ser bueno. Se consideraban lo peor, porque era lo que la sociedad les decía. Cuatro de ellas ya han fallecido, víctimas de la exclusión social, del sida…”.
«El documental ‘Vestida de azul’ es nuestro ‘Paris Is Burning»
Valeria Vegas ha querido no solo investigar sobre lo que supone este documental, también sobre cómo la sociedad y los medios de comunicación trataban la transexualidad en la época en que se rodó Vestida de azul. “Empecé a recopilar artículos no solo relacionados con la película, también noticias de Diario 16 o Interviú sobre mujeres transexuales. Por un lado, me deprimió mucho ver el tratamiento sensacionalista y transfóbico que se daba a esas historias, pero también me alegra comprobar lo que hemos avanzado”. Qué suerte para Valeria no haber vivido como mujer trans adulta esa época. “Sin duda. Por eso sentía que tenía una deuda con todas ellos. Por eso hice el corto sobre Manolita Chen y el libro de La Veneno también. Con este siento que cierro un periodo muy reivindicativo”.
Recalca Vegas lo importante que fue que Vestida de azul la dirigiese Antonio Giménez-Rico con la intención de que lo viese el gran público, no uno minoritario. “Se estrenó en el Festival de Cine de San Sebastián el mismo año de El pico”, nos recuerda. Contactó con él para incluir una entrevista en el libro. “Recordaba bastantes anécdotas de la película. Él mismo se sorprende de haberla hecho, porque no viene de la misma rama que Almodóvar, Eloy de la Iglesia o Colomo, con una mirada LGTB en su filmografía, siempre ha sido mucho más académico. Le llamaron la atención estas mujeres que iban contracorriente. Su primera idea era la de hacer una película de ficción; terminó convirtiéndose en un documental una vez las conoció y vio que eran sus propias vidas las que había que mostrar”.
De las dos protagonistas que siguen vivas, también ha podido entrevistar a una de ellas, entonces Josette. “Ha hecho una revisión, ha vuelto al género masculino. Porque no era transexual, sino transgénero, nunca se sometió a ninguna cirugía. Era una persona que entonces quería tener una apariencia femenina, y en aquel entonces, como no había tanta ramificación conocida como ahora para ubicarse, pensó que era transexual”. Con la otra superviviente no ha podido hablar. “Es amiga de una de las que La Veneno hablaba mal en el libro, así que no quiso saber nada de mí. Cristina sigue haciendo de las suyas ahí arriba”, dice entre risas.
A través de las seis mujeres cuyas vidas retrata Vestida de azul, Vegas habla en su libro de leyes opresoras, exclusión social, el mundo del espectáculo, la prostitución o la disidencia desde el transformismo. “En aquella época había mucho desconocimiento sobre la realidad trans, y mucha confusión de términos en los medios de comunicación, lo que acarreaba un retraso a la hora de generar en la sociedad un mayor conocimiento y empatía. No podía ser que se llamara a todo el mundo ‘travestí’, se hablase de una mujer trans o de un transformista como Paco España. No había intención de provocar la empatía con una minoría, primaba el morbo”.
«En los 80 no había intención de provocar la empatía con la minoría trans, primaba el morbo”
También ha querido rastrear el cine de la época, para recopilar títulos en que aparecían personajes o historias trans. “Hay muy pocos retratos positivos. Y sí muchas secuencias ridículas, del tipo José Luis López Vázquez se cruza con una señorita que sale del baño masculino. ¿Qué necesidad? Ninguna de nosotras se mete en el baño masculino… Se tiraba constantemente de tópicos para hacer reír”. Igual que el mundo gay venía de ser representado casi exclusivamente a través de personajes jocosos, con el transexual sucedía algo parecido. Aunque con alguna excepción honrosa. “Como Cambio de sexo, de Vicente Aranda, que tampoco era un director involucrado con temas de género o LGTB. Es de las más dignas, por eso la destaco en el libro. Ha envejecido muy bien, y como dijo Aranda, es la historia de un patito feo que se transforma en cisne”.
Afortunadamente, las cosas han evolucionado mucho desde el periodo que refleja en el libro Valeria, aunque siente que se ha tardado demasiado en llegar al punto en que estamos. “Es en los últimos diez años cuando se empieza a ver una conciencia, y la prensa comienza a tener una ética deontológica. Ya no se dice ‘el transexual’ al referirse a una mujer, como se hacía antes. Y ya no vemos tanto el uso de transexual como sustantivo, porque no se puede hablar de la transexual’ si te refieres a una mujer. Si se dijera ‘una rubia ha muerto’ o ‘un negro ha muerto’, la gente se echaría las manos a la cabeza… En los últimos cinco años se ha ido rectificando, afortunadamente”.
Vegas siente que, si echa tanto la vista atrás, es porque lo considera necesario. “Siempre hay una deuda hacia quienes nos preceden. En Estados Unidos sí se reivindica la cultura LGTB de hace treinta años, mira Pose, por ejemplo. Aquí, incluso dentro del colectivo, nos olvidamos a veces de las personas que nos fueron abriendo el camino hace cuarenta años”.
«Me alegra que La Veneno se fuese con una imagen de icono de las calles, como yo siempre la vi»
Ha pasado el suficiente tiempo desde que publicó ¡Digo! Ni puta ni santa para que Valeria reflexione sobre lo que supuso para ella ese proyecto junto a la desaparecida Veneno. Lógicamente, fue una experiencia que ha marcado su vida. “Me voy a permitir no ser modesta”, asegura. “Nunca podré olvidar el ‘momento libro de La Veneno’; además, la gente me lo recuerda continuamente”.
Lógico, porque su publicación y el posterior tour promocional del libro permitió que, antes de morir, La Veneno reforzase su estatus icónico. “Me alegra mucho que se fuese con una imagen tan buena, de icono de las calles, que era como yo siempre la había visto. La Veneno era una persona sin filtro, con todo lo bueno y malo que eso conlleva… El libro supuso una despedida bonita; al menos se fue envuelta en ese boom y ese glamour que parecía que no iba a llegar nunca”.
EL LIBRO VESTIDAS DE AZUL. ANÁLISIS SOCIAL Y CINEMATOGRÁFICO DE LA MUJER TRANSEXUAL EN LOS AÑOS DE LA TRANSICIÓN ESPAÑOLA ESTÁ EDITADO POR DOS BIGOTES