La serie de Netflix basada en las novelas de Alice Oseman se centra en el romance gay de Nick Nelson y Charlie Spring, aunque también presenta otras tramas relevantes que afectan a los diversos personajes del universo Heartstopper.
En esta segunda temporada a asuntos como salir salir del armario, la adolescencia LGTIBQ+, la salud mental, la transexualidad o los trastornos de la alimentación se suma la asexualidad, y lo hace a través de uno de los personajes más queridos de la ficción, el lector insaciable Isaac Henderson (interpretado por Tobie Donovan). Tranquilos, no vamos a hacer más spoilers en este artículo.
Parece que lo que no vemos en televisión no existe, por eso es tan importante que una serie como Heartstopper visibilice la asexualidad. Más aún viviendo en una sociedad hipersexualizada que no concibe, incluso castiga o ignora, a las personas que no manifiestan personalidades erotizadas. Además Heartstopper la retrata de una forma madura y conmovedora, inédita en la pequeña pantalla.
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Tal vez Sherlock Holmes, que consideraba el sexo como un mero trámite social, estuviese de acuerdo en llamar a las cosas por su nombre. El caso es que después de la heterosexualidad, homosexualidad y bisexualidad, existe un limbo terminológico para las personas que no experimentan el deseo carnal y que aman sin la necesidad de la atracción. Sí, la asexualidad es la cuarta orientación y tendría que ser reconocida como tal.
Según el estudio liderado por el sexólogo Anthony F. Bogaerten en 2004, el 1% de la población –lo que equivaldría a unos 70 millones de personas– experimentan la asexualidad a lo largo y ancho del planeta. El origen de este censo está en el Reino Unido de los 90, cuando se llevó a cabo una investigación ante la necesidad de informar sobre la pandemia del sida.
Y fue un avance identificarlo, porque hace menos de un siglo la famosa Escala del biólogo Alfred Kinsey añadía la asexualidad como un grado adicional y la bautizaba con una X, explicando sin profundidad el nulo interés de contactos con personas de cualquier sexo. Así pues, no es tanto que haya incrementado, simplemente que ahora es más visible.
De hecho, la heterogeneidad del glosario debe servir para no encasillar al asexual. Muchos de ellos mantienen relaciones y no solo con el objetivo de dar placer a su pareja. Igual que con las otras tres orientaciones, un asexual puede tener únicamente interés romántico (alorromántico), experimentar atracción solo si hay un lazo emocional (demisexual) o llegar a sentir deseo esporádico (grisexual) disfrutando a pleno rendimiento.
El personaje ficticio Isaac en Heartstopper es la excepción, la falta de referentes es uno de los problemas con el que se enfrentan los jóvenes. Más allá de Asexualidad ¿Se puede vivir sin sexo?, el libro de Javier León, Internet es el lugar donde la incomprensión ha encontrado refugio. AVEN (The Asexual Visibility and Education Network) es la comunidad online donde no caben los prejuicios. Aquellos que buscan respuestas a sus dudas tienen aquí un oasis donde sentirse identificados.
En España, ese germen provocó la creación de Asexual Community España, fundada en febrero 2016 con el objetivo de traspasar lo virtual. Organizan quedadas y tratan de hacer entender que la asexualidad no se padece, sino que es una opción como las demás que no debería ser continuamente cuestionada.