Un pequeño paso para el gay, un gran paso para Ecuador. El país sudamericano ha reconocido como un derecho la unión entre personas del mismo sexo, pero aún falta mucha tela que cortar para llegar a la legalización del matrimonio. «El colectivo LGTB tiene todo el derecho constitucional de registrar en su ciudadanía su unión de hecho», aseguraba el presidente de la nación Rafael Correa durante su informe semanal. Asociaciones ecuatorianas ya han declarado que esto les hace sentirse «parte del sistema», al otear en el horizonte la posibilidad de cambiar de estado civil.
«Si había alguna duda sobre el derecho a poder registrar una unión de hecho homosexual, ya, no la hay», explicaba Correa. La voluntad es clara, pero todos los buenos augurios se tambalean cuando el mandatario se niega en rotundo a aprobar el matrimonio igualitario. Tampoco es flexible en cuanto a la adopción de niños por parte de parejas del mismo sexo, ya que tal y como manifestó en 2013, deben estar en una familia «tradicional». Queda todo el edificio por construir, pero la base se antoja sólida.
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¿Le empieza a apretar el cinturón a Correa?
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