Rapera, blanca y lesbiana. No, no lo tenía fácil la mexicana Niña Dioz –su nombre real es Carla Reyna–. De hecho, al principio no se lo ponía fácil a sí misma, porque en su deseo de etiquetas no quería que nadie utilizara ‘gay’ o ‘lesbiana’ como calificativo relacionado con su música. Ahora que publica su tercer álbum, Reyna –sí, su apellido–, ha cambiado totalmente su actitud.
Más activista que nunca, en su disco arranca con Magdalena, y deja claro que está aquí para representar a lesbianas, gays, bisexuales y transexuales que se identifiquen con lo que ella ha pasado. “Como Magdalena, lloviéndome piedras / no saben lo que tuve que esquivar/ queer as fuck, yeah”, e incluso llega a decir “si odias a los gays, mal”. Nunca antes había sido tan abierta en su música, siempre había jugado con dobles sentidos y sugerencias. “Al principio de mi carrera no soportaba que me llamaran todo el tiempo ‘rapera lesbiana’. Quería ser la rapera más guay de México, nada más, que se me valorase por mi arte”.
Cuando empezó a trabar en Reyna, hace dos años, cambió radicalmente de actitud: “Necesitaba abrazar mi identidad y compartirla, porque sé que muchas personas habrán vivido en la sombra como yo, ocultándose con su familia, y he querido darles voz. Es mi manera de decir a la comunidad LGTB: aquí hay una rapera gay que hace lo que le apasiona”.
Creció sintiéndose desplazada en la escuela, y siendo criticada incluso en su propia familia, muy conservadora y religiosa. “Mis tías me criticaban continuamente porque decían que no era lo suficientemente femenina, y entonces yo me disfrazaba de Batman… En el colegio, los ataques eran continuos, porque jugaba al fútbol y no a las muñecas. Ya sabemos que los niños pueden ser muy hirientes: me llamaban todo el rato ‘machorra’ y ‘lesbiana”.
“Al principio no soportaba que me llamaran todo el tiempo ‘rapera lesbiana»
A su madre le confesó que era homosexual con quince años (“como en ocasiones me hablaba de un amigo gay, sentí que podía decírselo”), a su padre, con treinta –ahora tiene 32–. “Hasta entonces, las peleas con él eran continuas, una relación muy tensa, me decía que no llevara a casa a mis amigas lesbianas y cosas así. Un día, mi hermano me pidió permiso para sentarse con él y hablar abiertamente de los problemas que tenía conmigo. A raíz de esa conversación, mi papá me llamó para disculparse por haberse perdido tantas cosas de mi vida. Me dijo que era feliz si estaba enamorada, estuviese con quien estuviese… Lo único, que no me drogara. Así que dejé las drogas y todo bien”, dice entre risas.
Hace cuatro años, dejó México y se instaló en Los Ángeles. “Fue una buena decisión”, afirma. “Decidí arriesgarlo todo. Tenía cierto nombre en la escena mexicana, pero me mudé para empezar de cero. Me gusta salirme de mi zona de confort”.
En California se siente parte de “la minoría que es la mayoría realmente”. Y está viviendo allí el actual boom de la música latina con mucha emoción, “porque no solo se refleja en el mainstream, también en los que estamos un poco más abajo. La gente está muy receptiva”. Está encantada de ver la fuerza de los ritmos latinos, del reguetón al funk carioca, y de comprobar cómo se han convertido en imprescindibles a la hora de fusionar estilos. “Ahora es al revés que antes, Beyoncé invitó a J Balvin a Coachella, o Cardi B colabora con Bad Bunny… ¡Son los gringos los que nos buscan!”.
Puestos a fantasear, tiene claro quién le gustaría que se pusiera en contacto con ella para que colaboraran: “Missy Elliott, para mí la mejor rapera junto a Lauryn Hill. Siempre ha sido una gran inspiración a todos los niveles un sonido muy futurista, su sentido de la moda… Además, una mujer rellenita, que nunca fue de enseñarte las tetas…, lo ha hecho todo con su talento, y siendo en cierto modo una oveja negra”.
El hecho de no sentirse aceptada también le llevó a adoptar ciertos clichés que, desgraciadamente, son fruto de la homofobia interiorizada. “Pensaba que si eras un hombre gay, serías estilista, y si eras una mujer lesbiana, una camionera. Era la herencia de la mentalidad de quienes pertenecen a la generación de mis padres…”. Rompió pronto con eso según se fue empoderando a través del hip hop, y ahora lanza un mensaje bien distinto: “Salgamos lo antes posible del armario, para que todos vean que hay gente homosexual exitosa y que cumple sus sueños, no solo en la música, en cualquier ámbito. En mi caso, lo he hecho más evidente que nunca este nuevo álbum. ¡Ya no hay vuelta atrás!”.
«La sociedad mexicana está muy retrasada en cuestiones relacionadas con derechos de la comunidad LGTBI»
Reyna arranca con toda una declaración de intenciones, Magdalena, “una patada a una puerta que estuvo cerrada mucho tiempo, por miedo al qué dirán”. Y en el álbum combina hip-hop, música latina melódica y trap para demostrar que tampoco le interesan etiquetas artísticas. “Porque la música me representa tanto como mis letras, siempre he sido muy camaleónica, y busco sorprender con mis cambios de flow”.
Siempre con su base en la música urbana (“que está en constante evolución”), porque hablamos de una artista que actualmente confiesa adorar a Kendrick Lamar, Solange, Jorja Smith, Logic o J. Cole. Pero también rinde tributo en Selena a una diva latina que le marcó, la desaparecida Selena Quintanilla, la primera artista que vio de niña en concierto. “La gente más top en la música es la que tiene influencias más variadas, por eso están donde están. Crecí en México, rodeada de cumbia y mariachi, pero también de rock y electrónica. Por eso es imposible que mi música suene solo a hip-hop”.
Para el vídeo de su primer single, Tambalea, contó con amigxs de la comunidad LGTBI mexicana, para que estuvieran representados lesbianas, gays, travestis y trans. “Quise contar con amigos con mucha onda y mucha fuerza, para que fueran ellos mismos. Cada persona se representa a sí misma, y eso es muy poderoso. Es gente que no suele ser la más visible en la sociedad mexicana, muy retrasada en cuestiones relacionadas con la libertad de expresión y derechos de la comunidad LGTBI. Hay que apostar continuamente por la visibilidad”.
Teniendo en cuenta que en España, el único referente lésbico latinoamericano que tenemos es Javiera Mena, es evidente que queda mucho por hacer. “Por eso dejó de importarme que se me tache de hiphopera lesbiana; si tengo que ser la primera en dar el paso para que salgan más que lo digan abiertamente, lo hago. Porque “el hip-hop es más gay de lo que muchos piensan”.
EL ÁLBUM REYNA DE ESTÁ EDITADO POR NACIONAL RECORDS. NIÑA DIOZ ACTÚA EL 11 DE MAYO EN SOUND ISIDRO (SALA EL SOL) DE MADRID