Tendrá lugar en Dublín entre los días 21 y 24 del próximo mes de agosto. Uno de los puntos es “explorar cómo las parroquias pueden apoyar a aquellas familias con miembros que se identifican como LGTBI” en el seno de la Iglesia católica.
Esto ha levantado las críticas de los sectores más conservadores, como el portal extremista Infovaticana, que ya ha empezado a vociferar sobre la «promoción de la homosexualidad», como si ser LGTBI fuera algo que se pudiera adquirir en las rebajas. En fin, sin comentarios. Según este portal, se trata de una estrategia de pinkwashing por parte de la Iglesia para lavar su imagen de cara al colectivo LGTBI.
James Martin, un cura estadounidense muy activista en cuanto a estos temas (que el Papa nombró como asesor personal), es uno de los ponentes en estas jornadas. El sacerdote es una estrella en Twitter, donde cuenta con más de 120.000 seguidores. Se trata de un jesuita (el papa Francisco también lo es) liberal que apoya a la comunidad LGTB. El pasado mes de junio publicó un libro en el que analiza cómo se pueden mejorar las relaciones entre la Iglesia católica y los gays.
Los encuentros mundiales de las familias fueron creados por Juan Pablo II, y hasta ahora siempre habían tenido un corte excluyente. Este carácter radical no ha estado solo en lo que a estos eventos mundiales se refiere, sino que incluso se aprovechaban otros de corte similar para atacar las leyes que regulaban el matrimonio igualitario. En España fueron muy populares las que organizaba Rouco Varela en la Plaza de Colón cada diciembre, y que comenzaron a celebrarse tras la aprobación por parte del Gobierno de Zapatero de la ley que puso a España en el mapa internacional de derechos LGTBI.
Parece que las cosas están empezando a cambiar. Los obispos más cercanos al papa Francisco quieren dar un giro. Como el arzobispo irlandés Eamon Martin de Armagh, que ha manifestado: “Las parejas LGTB serán bienvenidas al evento”.
Hace poco nos hacíamos eco de estas palabras de Francisco a un hombre gay: «Dios te hizo y te ama así». Se trataba de Juan Carlos Cruz, un hombre superviviente de abusos sexuales por parte de un sacerdote chileno, que se reunió en privado en el Vaticano y en ese encuentro le confesó su homosexualidad. Esta respuesta dio la vuelta al mundo.
El pasado mes de enero, un obispo alemán fue el que pidió que la Iglesia tenía que debatir de una manera seria y oficial bendecir a las parejas LGTBI. Ahora llega este ¿gesto? en el próximo Encuentro Mundial de las Familias.
Veremos si este encuentro llega a más o acaba siendo un nuevo gesto de pinkwashing que quede ahogado por una jerarquía que, en muchas ocasiones, llega a tener más poder que el propio Papa de Roma.