En junio de 2005, hace tan solo 13 años y un mes, aunque parezca increíble, se aprobaba la ley que permitía el matrimonio entre personas del mismo sexo.
La pareja de la que vamos a hablar a continuación decidió aprovechar la ley unos meses después. Rocío y Silvia se daban el “sí quiero”, tal y como han contado a La voz de Galicia, en las Islas Baleares, donde residían por aquel entonces.
Su sueño era ser madres, y para ello debían estar casadas, un paso que tuvieron que dar para tener a Maya. De lo contrario, únicamente hubiesen podido adoptar.
A su segundo hijo, Numo, lo tuvieron a través de un proceso de fecundación llamado ROPA. Es una variante de la fecundación in vitro donde las dos mujeres participan en el embarazo, mediante la recepción de óvulos de la pareja.
“Para los dos casos, en la sanidad pública y en una clínica privada, nos pidieron el libro de familia”, algo que no ocurre con las parejas heterosexuales, tal y como ellas mismas explicaban.
Gracias a casos como este, niños pequeños conciben como algo natural (ya que lo es) el matrimonio entre personas del mismo sexo y que los niños tengan dos padres o dos madres.
El entorno de ambas se lo ha agradecido: “Así no van a tener que explicar y cuando sean adultos, si son homosexuales, no tendrán los miedos que hemos tenido nosotras”, explicaban en la entrevista.
A Maya no le han ocultado nada, sino que, por el contrario, se lo han explicado a través de cuentos. La educación y la naturalidad es la base de todo y ellas lo saben: “Tiene un cuento que habla de cómo tienen que hacer las mamás que no tienen un papá para tener un bebé”.
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