Lil’ Kim tituló su primer álbum Hard Core, y no podía haber sido más explícita y auténtica. Han pasado 22 años de aquel milagro, vital para entender la lucha por el empoderamiento femenino en la música en general, y en el hip-hop en particular, y hay que reivindicar sus logros, que han creado escuela.
Diminuta pero matona, Lil’ Kim, con su poderoso flow, abría aquel álbum diciendo “antes estaba asustada de las pollas”, pero a partir de ese momento dejó claro que estaba en control, y que demandaba respeto en ese universo tan machista en el que se movía. Se lo ganó, aunque no le ha resultado fácil mantenerlo. Todavía quedaba mucho por luchar contra la discriminación injustificada. ¿A que te suena familiar esa situación?
Ilustración: Iván Soldo
Ella fue la primera Queen B(itch) –y Beyoncé se lo ha reconocido–, pionera por mostrar una sexualidad libre y desacomplejada, por huir de estereotipos y crear tendencia dentro del universo hiphopero, descarada, desafiante y muy colorista. Su reciente aparición en la Semana de la moda de Nueva York pareció recordar, por fin, a mucha gente, que Lil’ Kim se merece un monumento, y reconocimiento. Porque ha dado momentos muy grandes en las últimas dos décadas, y no solo musicales.
Supo por un breve espacio de tiempo lo que era ser una auténtica estrella pop cuando participó en la legendaria versión de Lady Marmalade dentro de la banda sonora de Moulin Rouge. ¿Y cómo olvidar su aparición a pecho descubierto, anticipando el movimiento #FreeThe Nipple, en los VMAs de 1999, cuando la mismísima Diana Ross se vio irremediablemente atraída por uno de sus turgentes senos?
Han pasado trece años desde su último álbum oficial, The Naked Truth, y por fin en noviembre lanza disco, que ha anticipado el más que correcto single Nasty One. Ya era hora, Kim. No os quedéis en el beef entre Nicki Minaj y Cardi B. Hay mucha historia en el hip-hop femenino antes, y Nicki, que también intentó ganar notoriedad montando otro con Lil’ Kim, lo que debería es reconocer a las que llegaron antes que ella, como la de Brooklyn, en la que tanto se ha inspirado aunque le duela reconocerlo.
Desde aquí sí quiero reconocer una trayectoria que está por encima de las frivolidades, cuestionables operaciones estéticas y escándalos de Lil’ Kim. Icónica en sí misma, adorada por fotógrafos como David LaChapelle y diseñadores como Versace, Alexander McQueen y Marc Jacobs, Lil’ Kim reinventó la estética femenina hiphopera a base de hacer propios logos de marcas de lujo, utilizar pelucas de colores que ni la más atrevida travesti y probar que su cuerpo es un instrumento de lucha tan potente como su voz. Es hora de un nuevo capítulo, pequeña gran Kim. Estamos expectantes.