Justo el día que el periódico El País publicaba un artículo en el que volvía a hacerse eco de una supuesta división entre los movimientos feministas y la comunidad LGTBI, en especial con los gays, motivada sobre todo por la gestación subrogada, la mítica activista y librera (es la dueña de la no menos mítica librería Berkana) presentaba en Madrid el libro La cigüeña vino de Miami. Es el testimonio, en primera persona, del escritor y diplomático Luis Melgar sobre el nacimiento de la hija que tienen él y su marido, Pablo. En el acto, Mili pedía “un debate sosegado sobre la gestación subrogada”, que es uno de los puntos calientes del conflicto.
La presentación tuvo lugar en el céntrico hotel Room Mate Óscar, en la Plaza de Pedro Zerolo, en Chueca. Y el nombre del recordado político y activista salió muchas veces a relucir durante el acto. El hotel pertenece al empresario Kike Sarasola, un gran defensor de este tipo de reproducción asistida. Él también tiene dos hijos con su marido, Carlos Marrero.
Mili Hernández insistió varias veces en ese debate que, para ella, es “muy necesario para que brinde seguridad jurídica a todas las partes. Lo importante es abrirlo. Soy una mujer, lesbiana, activista. Pero, sobre todo, soy valiente. Por eso cuando Luis [Melgar, el autor] me pidió prologarlo y estar aquí, me lo pensé un poco, por lo que implicaba. Pero me dije enseguida que sí. Es otro pasito más para que los gays puedan acceder a ser padres. Casi todas las lesbianas podemos, para nosotras es más fácil. Pero para ellos no… Y yo entiendo perfectamente que los gays quieran ser padres. Por lo que hay que buscar una solución. La adopción es muy difícil para las parejas homosexuales. Y sobre este tema, no se trata de decir ‘sí’ o ‘no’ sin más. Hay que debatirlo. Y lo hago desde el discurso feminista de ‘en mi cuerpo mando yo’. Claro que entiendo que hay muchos abusos a mujeres. Pero estos no son solo en la gestación subrogada. Me gustaría que los colectivos LGTBI abrieran ese debate, que es universal, más allá de intereses políticos, y no lanzar mensajes radicales que hablen de ‘vientres del alquiler’ como se está haciendo”.
También quiso Mili agradecer al autor «la valentía de contar su historia». La de él «y la de su marido, Pablo», para tener a su hija: “Luis, tu actitud ha sido muy valiente. Y no es nada fácil serlo, es de valientes sacar este tema a la luz”. Para luego dar un paso más y añadir: “También habría que abrir el debate de hacia dónde va el feminismo. Pido un momento de sosiego para ello. Porque además, el feminismo no siempre nos ha apoyado al colectivo LGTBI. Soy una mujer de izquierdas y me gustaría que esto se tratara al margen de intereses políticos”, insistió.
Por su parte, el autor del libro, el escritor y diplomático Luis Melgar (que cuando estuvo en Guinea Ecuatorial creó las primeras jornadas LGTBI en la historia de ese país africano), explicó los motivos que le llevaron a plasmar en negro sobre blanco cómo fue el proceso de gestación de su hija, Paula: “Desde que conocí a Pablo, mi marido, siempre supimos que queríamos ser padres. Orientamos nuestra vida como pareja a ello. Barajamos varias opciones, y en agosto de 2016 nos fuimos a Miami para informarnos. De hecho, yo había pedido destino en Caracas para estar cerca, a dos horas de avión. Pero esto es algo que no todo el mundo puede, por su trabajo, permitirse. Cuando fuimos a pedir la información, la primera cita fue con una agencia muy pequeña. Nos dio tantas garantías que no buscamos más. Decidimos ir para adelante. Fue tan rápido que nos quedamos un momento pensando… ‘¿Estamos seguros?’. Hasta que nos dimos cuenta de que cuando una pareja decide tener un hijo y se pone a ello, no se lo piensa más; no hace un debate sesudo sobre el tema. Como era nuestro caso, que ya lo teníamos muy claro y decidido, comenzamos con el proceso».
Insiste en los motivos por lo que escogieron esa zona de Estados Unidos: «La legislación en Florida es muy garantista para todas las partes. Pero sí que es un proceso muy complicado, costoso y difícil. Por eso pedimos que se regule y legisle. Porque, de repente, y yo estoy acostumbrado por mi trabajo, te encuentras con un contrato muy complicado, en inglés, con términos que no son fáciles. E insisto en que yo, por cosas de la embajada, puedo estar más acostumbrado. Para aquellos que critican que es un acto mercantilista por parte de la gestante, solo decirles que no hay dinero para pagar los riesgos de todo tipo que conlleva un embarazo. Siempre hay un altruismo detrás de ello. Si no, no merece la pena. En el caso de Florida, las garantías son totales de que nadie se vea forzada a hacerlo por dinero. Por ello es tan necesario que esto se regule aquí. Es algo que ocurre y va a seguir ocurriendo”.