No hay duda de que el la letra T es una de las más desfavorecidas del colectivo LGTBI. Eso es algo de sobra conocido. El mundo trans sigue siendo el más olvidado, como bien se resaltó en el Telediario del pasado fin de semana, presentado por Oriol Nolis.
Por ello se agradece que los telediarios de TVE se hagan eco de ello y en sus ediciones den cancha no solo a la visibilidad trans sino a los problemas que el colectivo tiene. Tal y como indica la pieza que montaron para el informativo estrella de la cadena durante el fin de semana, la tasa de paro entre de los transexuales se dispara si se compara con la que hay en resto de ciudadanos.
Estas acciones, como la que ha llevado Televisión Española, son muy importantes para intentar acabar con una discriminación que es extremadamente injusta, pues muchas veces viene dada –algo que es gravísimo– desde dentro de nuestro propio colectivo.
En nuestro número especial de 25 aniversario entrevistamos a Sara Buenavida, una joven actriz trans que intenta abrirse camino en el mundo de la interpretación: “¿Cómo sabes que eres algo que la sociedad no te ha enseñado que puedes ser?”. Esta pregunta que nos hizo durante la charla refleja la realidad que el colectivo trans ha vivido a lo largo de muchos años, y también es una de las que más han marcado a esta actriz y cantante de 19 años que, como muchas otras personas, nació en el cuerpo equivocado.
Su testimonio es una buena muestra de los problemas que aún encuentra la comunidad trans en su día a día. “Ojalá fuese todo muchísimo más fácil para el colectivo, que no nos mirasen raro por la calle, que no hubiese zonas o lugares por las que resulta peligroso pasar, y que la ley no nos pusiese trabas por todo”, dice sin perder el ánimo. Y es que su juventud va unida a una determinación que impresiona: “Yo siempre tiro pa’lante”.
A pesar de que la realidad no es la que se desearía, cada vez que se da un paso significativo en este aspecto Buenavida no duda en celebrarlo. “Recuerdo cuando el Hospital Ramón y Cajal cambió el nombre de la Unidad de Trastorno de Identidad de Género y eliminó la palabra ‘trastorno’… Estos pasos me hacen mucha ilusión. Se debe dejar de patologizar la transexualidad, es algo normal, una putada que le puede pasar a todo el mundo”.
Aunque a priori impacta que la joven califique así su propia realidad, cualquier persona que haya pasado por lo mismo, o con cierta empatía, comprende su expresión. “Aunque viviésemos en una realidad en la que ya está todo conseguido, seguiría siendo jodido. Al fin y al cabo es un proceso muy duro, es que mi cuerpo no me gusta, y no es como cuando engordas un poco, es algo muy heavy…”.
Las cosas han cambiado mucho en nuestro país, como bien nos recordaba Bibiana Fernández, en una entrevista en ese mismo número especial por nuestro aniversario. «Ver la película Los años desnudos, de Félix Sabroso, fue devastador. Me transportó a unos años, que para mí están muy cerca y muy lejos, y que fueron muy oscuros: los primeros de la Transición. Las libertades parecía que estaban, porque desde el momento en el que desapareció el dictador, ya se respiraba algo, pero todavía había mucha oscuridad. El peso de la dictadura estaba presente en cualquier rincón, en cualquier mirada. Luego llegaron otros, los ochenta, que fueron mucho más modernos».
La actriz continúa: «Por circunstancias personales me tocó vivir una vida muy singular en unos años también muy singulares. Y tenía una especie de detector de metales: la gente se acercaba a mí, pero si era de metal malo, ese ‘detector’ pitaba. Con independencia del cartel que llevaran, fueran de izquierdas o de derechas. Entonces la ideología, el cartel o la etiqueta, se les caía. Y me encontré con gentes de derechas que eran mucho más tolerantes que algunos de izquierdas. Cuando entraba en los restaurante se hacía ruido. Como los enjambres de abejas: zzzzzz. Había murmullo, como en los mercados. Y era simplemente porque había entrado, sin más. Cuando tú te acostumbras a ese ruido, empiezas incluso a distinguirlo. Los que son de deseo, los de reproche; los que son de rencor, o de curiosidad… Distinguía, como si fuera una melodía, las notas de los ruidos. Después eso se me fue, afortunadamente. Señal de que yo había cambiado, y el país también. España había cambiado, sí. Pero lo fundamental es que yo también lo había hecho. La vida, siempre, empieza por una misma, porque una vez que el ruido dejó de estar, todavía hubo un tiempo en el que yo intentaba oírlo. Quería escucharlo. Y me di cuenta de que si ya no lo escuchaba era porque, además de que no existiera, yo ya no lo quería oír. ¡Ya había pasado esa prueba! Es como cuando te vacunas. Te podrás morir de otra cosa, pero de esa ya no. Son procesos». Terribles palabras que deberíamos olvidar, aunque desgraciadamente no es así.
Por todo ello, reportajes como este del Telediario de TVE son tan importantes. Y por ello lo aplaudimos.
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