Bodas gays por San Valentín: Álvaro y Regis, o cuando Superman se casó con Batman

Toda la vida pensando que Batman estaba con Robin y, al final, resulta que se casó con Superman...

Bodas gays por San Valentín: Álvaro y Regis, o cuando Superman se casó con Batman
9 febrero, 2019
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Toda la vida pensando que Batman estaba con Robin y, al final, resulta que se casó con Superman… Álvaro Cortázar Vidaur, de 44 años, español, y Regis Metais Chauvin, de 50 años, francés, se casaron en Gran Canaria. Y con el baile nupcial llegó la sorpresa: Superman (Álvaro) y Batman (Regis) se dieron el ‘sí, quiero’ el 9 de junio de 2018 en Gran Canaria, en concreto en la zona de Maspalomas.

Tras su boda regresaron a Madrid. Hoy juntos tienen hoy un coqueto restaurante francés en el corazón de Chueca, en la calle de la Reina, que se llama Petit Paris.

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Se conocieron en Gran Canaria y tenían claro que querían casarse allí.

Álvaro es quien nos cuenta cómo fue la boda: Queríamos celebrarlo en junio y en Canarias. Lo teníamos muy claro: «Si algún día nos casamos, será en Canarias y en junio”, nos decíamos siempre. Junio es un mes tranquilo en la isla, ya que el Gay Pride de Maspalomas tiene lugar en mayo. También junio es el mes antes del verano, así que no entorpecemos los planes de nadie que tenga sus vacaciones organizadas con familia o amigos. Pensamos que la gente podía pasar un fin de semana de desconexión en la isla dicho mes, donde la tranquilidad y el buen tiempo están garantizados.

Nos conocimos en Maspalomas. Yo iba con mucha frecuencia debido al buen tiempo, el gran ambiente gay, la diversión y fiesta asegurada. Pero también la tranquilidad y el descanso. Casi siempre me hospedaba en Los Almendros, un complejo gay donde el mánager y todo el personal (Jaime, Jose y compañía) me trataban como si estuviese en mi casa. Durante el año 2012 estuve de vacaciones a principios de año, y conocí en el bar del complejo a un camarero francés (Vincent) que empezó a trabajar allí por esas fechas.

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Álvaro y Regis, en las míticas dunas de Maspalomas, antes de la ceremonia de su boda.

Durante el mes de septiembre de ese mismo año, volví de vacaciones y una buena mañana, mientras estaba tomando un café en el bar, Vincent me presentó a un amigo suyo que fue a visitarle y tomarse un aperitivo con él. Ese amigo era Regis, del cual me atrajeron inmediatamente su físico, su simpatía, su carisma y su adorable perrito, Mamarracho. Él se sintió atraído por mí, le gusté mucho y cuando me fui, le dijo a su amigo Vincent: “Acabo de conocer a mi futuro marido”.

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«Celebramos el rito de la arena: tres personas de cada parte salieron a dedicarnos unas palabras mientras rellanaban un frasco transparente con arena de diferentes colores».

Una vez que decidimos casarnos. Nos pusimos a pensar en los detalles. En todo momento tuvimos claro el tipo de traje que llevaríamos. Estuvimos durante una época cotilleando en Internet y vimos unos trajes que nos fascinaron. Eran todos blancos, con un fular de seda, cuello Mao y de tela suave y fresca. Se lo pedimos a una gran y queridísima amiga íntima, con gran experiencia en el mundo de la moda y una gran costurera. Ella se encargó de mostrarnos varias telas, tomarnos medidas y ocuparse de todo. Hicimos un par de pruebas y salió todo incluso mejor que lo esperado.

La tela elegida finalmente fue un micado de seda natural, camisas de lino y unos fulares de gasa de seda natural (uno blanco y otro color crudo). También nos incluyó como complemento unos gemelos muy modernos.

Decidimos no llevar ningún ramo de flores, si bien una pareja de amigos que vino nos trajo uno que luego utilizamos durante la fiesta para hacer el ritual de “tirar el ramo”. Lo que sí teníamos claro era poner decoración floral en el lugar donde hicimos la celebración. En particular, varios centros de flores en diversas mesas, la mayoría de color lila, puesto que el morado es el color favorito de Regis.

El día previo a la boda, el 8 de junio, dimos una fiesta de bienvenida a los invitados. Elegimos el restaurante El Senador, que está en plena playa de Costa Meloneras y donde nos sirvieron un cóctel y un finger food estupendo.

Regis estaba muy nervioso, porque su familia que vive en Francia y Suiza venían a la boda. También gran cantidad de amigos se desplazaron a la isla para celebrar el evento. Todo era en dos idiomas, en español y en francés.

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El intercambio de alianzas.

En un principio, mi intención era hacer una boda de disfraces, superhéroes o alguna locura parecida, Regis insistió en mantener una boda más elegante, aunque por supuesto participó en todas las ‘sorpresitas’ que vinieron luego.

Tanto la ceremonia como la celebración se celebraron en el mismo lugar: Armadores Beach Club (Playa de Amadores, Mogán). Este lugar nos encandiló desde el primer momento por su ubicación, ambiente, panorámica, comida y atención. Es un sitio muy bonito en el que puedes pasar un día entero tomando el sol, comiendo y disfrutando de estupendos cócteles.

Para la ceremonia reservamos un jardín al lado del Beach Club. Las vistas daban al mar y elegimos el anochecer como hora para el evento, de manera que, a medida que avanzaba la ceremonia, se podía apreciar la caída del sol y cómo se ocultaba en el horizonte del mar.

El discurso en español lo hizo un maestro de ceremonias contratado por la wedding planner, y la versión en francés corrió al cargo de la mejor amiga de Regis, Elizabeth DeMaría, a la que cariñosamente llamamos Babette, que hizo una labor fantástica.

Tuvimos dos madrinas: en el caso de Regis fue su madre, Josette Chauvin. En mi caso elegí a mi hermana mayor, Marta Cortázar. Mi madre había fallecido justo un año antes… Después de vivir unos últimos años duros con su enfermedad (cáncer), y transcurridos unos meses después de enterrarla, decidimos dar el paso y formalizar nuestra relación porque necesitábamos mirar al futuro con alegría y tener un motivo de celebración para toda la familia.

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Los novios, tras la ceremonia, en la zona en la que celebraron el cóctel.

Sin duda alguna, el momento más emotivo para los dos fue nuestra entrada al jardín donde tuvo lugar la ceremonia. Regis entró del brazo de su madre al son de la canción Alegría y se emocionó viendo a todos los familiares y amigos esperando ese momento y apoyando nuestro enlace. Yo entré del brazo de mi hermana mayor al son de la canción Wedding march, de Queen.

Durante la ceremonia, además de leer los artículos estipulados en el Código Civil y ciertos formalismos propios del enlace, celebramos el rito de la arena, según el cual, tres personas de cada parte salieron a dedicarnos unas palabras mientras rellanaban un frasco transparente con arena de diferentes colores.

El resultado fue un frasco lleno de arenas mezcladas, donde se guardan los deseos concedidos por amigos y familiares. En mi caso elegí para este rito a mi hermana Beatriz Cortázar, mi mejor amiga Bárbara Martín y mi amigo Andrés Martínez. En el caso de Regis, él eligió a su hermano Patrice Chauvin, su mejor amiga, Babette, y su amigo César Vallecillo.

Una vez terminada la ceremonia, todos los invitados se acercaron para darnos la enhorabuena y, acto seguido, pasamos a la zona del beach club donde se celebramos el cóctel-cena y las bebidas. Fueron dos horas de cóctel con diversos tipos de tapas. Consideramos más adecuado hacer un cóctel que una cena sentados porque casi todo el mundo era gente joven, se podían relacionar mucho mejor entre todos y el sitio daba más juego a este tipo de servicio.

Contratamos un servicio de fotomatón, donde los invitados se podían hacer fotos divertidas y tuvimos una larga sesión de fotos con todos los invitados.

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La tarta nupcial no podía faltar. Y el mítico momento de cortarla, tampoco.

Una vez terminado el cóctel, procedimos a partir la tarta… Elegimos una tarta de fresa y chocolate de La Reina Golosa, una fantástica pastelería situada en el pueblo de El Tablero.

Los muñecos de boda consistieron en dos figuras nuestras (estatuas en 3D de la empresa 3Du-ThreeDee-You). Nos hicieron fotos disfrazados y elaboraron dos estatuas pequeñitas con nuestra cara y cuerpo (disfraces incluidos) que metimos en una caja de cristal con luces. Yo iba de Superman y Regis de Batman.

 

El gran baile de Superman y Batman

El gran baile de Superman y Batman

Antes de comenzar con las copas, los novios hicimos el baile de apertura. Para ello, nuestro amigo Pablo Ortiz nos hizo una fantástica coreografía compuesta de dos piezas: empezamos el baile con un tango muy elegante (la canción Bust Your Windows de Jazmine Sullivan) donde los dos vestíamos de negro con camisa y pantalones largos. Nos habíamos cambiado para ello.

Pero había una segunda pieza, la canción I Need a Hero. Para ella, y por sorpresa para todos, nos desprendimos de las ropas negras (estaban abrochadas con velcro) y descubrimos unos trajes de superhéroe que llevábamos debajo: yo de Superman y Regis de Batman. Nadie se lo esperaba, fue una grandísima sorpresa…

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La sorpresa de la noche, Superman y Batman al ritmo de I Need a Hero.

El baile terminó con unos espectaculares fuegos artificiales que habíamos contratado para la ocasión y dado que el Beach Club tenía el techo descubierto, todos los invitados pudieron disfrutarlos. Una vez finalizado nuestro baile, los invitados empezaron a animarse y la barra libre quedó abierta.

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Fuegos artificiales como traca final.

Empezamos la luna de miel en Miami, donde coincidimos con varios amigos para la celebración del 4 de julio y donde realizamos compras, salimos de copas y disfrutamos de la parte turística de la ciudad. Luego nos fuimos en un velero e hicimos varias travesías, empezando en la isla de Guadalupe, seguida de la isla de Marie Galante y terminando en la fabulosa isla de Des Saints.

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