Están triunfando con Adiós Arturo. Su último espectáculo en el Teatro Calderón es La Cubana en estado puro. Este 2020 la compañía catalana cumple 40 años y lo ha querido celebrar. Y a lo grande.
¿Cómo lo han hecho? Pues de la mejor forma que ellos saben: montándola una vez más. Muchos de los espectadores que fueron el 20 de febrero al Calderón a participar en el funeral de Arturo Mompou –ese ilustre prohombre español que acaba de morir a los 101 años de edad– no tenían ni idea de lo que se iban a encontrar. Ese hombre el Renacimiento quiso que su velatorio fuera precisamente allí, en el teatro Calderón, una sala en la que vivió muchas de sus noches de gloria. Y fue allí donde la compañía nos regaló una de sus noches más gloriosas.
Si La Cubana puede presumir de algo es de tener un estilo propio. Y de ser fiel a él durante estos, por ahora, primeros 40 años. Cuatro décadas haciéndonos reír, haciéndonos felices. Por ello, para celebrarlo, quisieron recordar algunos de los espectáculos con los que arrasaron en Madrid en este tiempo.
Cómeme el coco, negro fue, quizás, su primer gran éxito. Jordi Milán, director de la compañía, subió a escenario para recordar cómo fue su desembarco en Madrid en aquellos ochenta del pasado siglo XX cuando se metieron en los escaparates de El Corte Inglés –en el marco de un Festival de Otoño– con Delikatessen.
Acto seguido, el escenario sobre el poco antes descansaba el difunto Arturo Mompou sirvió para que la gran Estrellita Verdiales, la estrella de Cegada de amor, saliera de una tarta para festejar este 40 cumpleaños. Esa maravillosa niña prodigio (la primera que se subió a un escenario de la Gran Vía cuando el Lope de Vega aún era cine) es, sin duda, uno de los personajes más maravillosos de la historia de la compañía. Solo por verla de nuevo cantar mereció la pena ir al Calderón.
Luego volvieron los famosos bocatas de mortadela de Cómeme el coco, negro. Cerró la noche Campanadas de boda, por lo que todas no volvimos a poner las pamelas.
Una noche cien por cien La Cubana. La compañía tenía mono de Madrid, y sus miembros de recordar sus mejores éxitos en la capital. La pena es que no hicieran una pequeña muestra de los magníficos Una nit d’òpera o de Gente bien, dos magníficos espectáculos que nunca salieron de Barcelona. Pero eso se lo pediremos para los 50, que están a la vuelta de la esquina.