El programa número 34 de El grupo –el programa de radio que conducen las actrices y amigas Silvia Abril y Toni Acosta en las madrugadas del viernes al sábado de la Cadena Ser– ha estado dedicado a hablar de encierros extraños durante la cuarentena; es decir, especificaba la humorista canaria, “de gente que se ha quedado confinada en situaciones que no son las ideales”.
Para abrir fuego, Silvia aportaba un caso muy cercano. “Tengo un amigo (vamos a llamarle Nacho) que quedó confinado con su chica en el momento en el que estaban separándose. Llevaban mucho tiempo, la relación se había deteriorado…”.
En realidad los motivos de la ruptura son lo de menos porque la decisión estaba meditada y ambas partes estaban de acuerdo. “Les pilló el confinamiento a medias, acabando de decir quién se iba y quién se quedaba en la casa. Eso sí, sin niños de por medio, que en este caso es una ventaja porque es un tema importante menos a gestionar”, detallaba la catalana.
El caso es que el exmatrimonio lleva casi cuarenta días viviendo en un piso demasiado pequeño, de solo una habitación. “Comparten el sofá y la cama, haciendo turnos. Han pasado por momentos de todo tipo: se pelean, hacen las paces…”, continuaba explicando la presentadora de las últimas dos ediciones de los Premios Goya.
El conflicto real llegó cuando Nacho propuso que, ya que estaban en esa situación de aislamiento tan especial, tal vez podrían retomar la actividad sexual. Fue en ese preciso momento cuando ella aprovechó para salir del armario… “Él entro en shock. Salía cada dos por tres a por pan porque le dio por hiperventilar. Llamando a todos los amigos, pidiéndome el perro para salir de casa más a menudo…”, bromeaba Silvia.
Al otro lado de la videollamada, Toni, que no daba crédito a lo que estaba escuchando, quiso poner el broche y aportar un nombre perfecto que resumiera la situación de Nacho y su ex: “Eso es un confinamiento Kinder: tú estás confinada y de repente… ¡Sorpresa!”
“Para ella es un Kinder buenísimo”, reanudaba Silvia.“ Porque ella, además, está enamoradísima (de otra chica). ¡Menuda tangana! Menos mal que viven en un bajo, porque si no él ya habría saltado por el balcón”, bromeaba para finalizar el relato, mandar un beso a su amigo y dar paso a otra anécdota.
Visto lo visto, oído lo oído, el estado de alarma está dando mucho de sí.