Generación confinada

El drama que estamos viviendo por el COVID-19 marcará a una generación que va más allá de 'millennials', 'centennials' o 'Generación X'. No hay edad para enmarcar el sufrimiento.

Generación confinada
Nacho Fresno

Nacho Fresno

Plumilla poliédrico -escondido tras una copa de dry martini- que intenta contar lo que ocurre en un mundo más absurdo que random.

21 abril, 2020
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Los sociólogos ya tienen un término para sus libros y artículos. Tras los millennials venían los centennials o Generación Z. Pero todo eso es agua pasada. Llega la Generación confinada que tira por tierra a todas las demás.

Incluso habrá que esperar a ver si esta Generación confinada consta de dos partes, la actual y la que formen, en un futuro, todos los que hayan sido concebidos en este tiempo de confinamiento, al más puro estilo del baby boom. Eso solo ocurrirá si ese boom de fertilidad llega a producirse, cosa bastante improbable viendo el desolador panorama que se nos viene encima.

Lo que está claro es que esta generación –que podía presumir de ser la primera en la historia que no ha vivido una guerra– quedará marcada por la crisis humana del coronavirus. Humana porque las crisis sanitaria, social y económica que ha provocado (y provocará) el COVID-19 tienen un ‘humano’ denominador común, cuya consecuencia será la infinidad de dramas venideros que tardaremos años en olvidar. Tardaremos en hacerlo aquellos que tenemos la suerte de que, al menos por ahora, vemos los toros desde la barrera. Los que la han sufrido –o están sufriendo– en primera línea no la olvidarán nunca. Jamás.

Personalmente, he de confesar que nunca creí que esto pudiera ocurrir. Es más, me he llegado a reír de las personas que tomaban precauciones antes de ver el caos en el que este infame virus ha sumido al planeta. Esa sensación de que estamos por encima del bien y del mal, que dominamos la situación y nuestras vidas ha volado, para siempre, por los aires.

Generación confinada

Ilustraciones: Héctor Zález

La generación confinada es también la primera que es tan democrática y amplia que abarca a otras muchas. A todas, de hecho. Centennials, millennials, miembros de la Generación X, baby boomers e, incluso, hasta algunos supervivientes de la Silent Generation (1939-1948), esos niños que crecieron marcados por las posguerras (la Segunda Guerra Mundia y la Guerra Civil Española). Todos ellos, todos nosotros, somos –seremos– la Generación confinada.

Conozco, incluso, a miembros de generaciones anteriores –que no sé siquiera si están etiquetados por los sociólogos bajo algún nombre– que también están viviendo estos días en los que se está gestando la Generación confinada. Hace dos semanas llamé a una amiga para felicitarla por su 101 cumpleaños. Hablando de este drama y me contó recuerdos de su niñez y adolescencia, vivencias que te dejan sin habla. Gracias, Malile. Eres un maravilloso ejemplo a seguir.

Lo que estamos viviendo es tan tremendo que por ello todos somos –seremos– la primera generación que engloba a todas las demás. Una generación que no va a estar definida por las edades, sino por un hecho que va a marcar un antes y un después en nuestra manera de ser, pues todo indica que cambiará nuestra forma de relacionarnos.

Hasta este momento, lo más fuerte que muchos habíamos vivido (a nivel histórico, no como un drama humano que, desgraciadamente, conocemos de cerca muchos en este país) fue el 11 de septiembre de 2001. ¿Dónde estabas tú el 11-S? Esa ha sido la pregunta que muchos nos hacíamos pensando que esa fecha iba a marcar un antes y un después en la Historia. Pero ha resultado no ser así. Sin duda, ese comienzo de milenio supuso un cambio, pues implantó el miedo, el terror, y condicionó nuestras vidas. Pero todo indica que este puñetero virus va a ir más lejos. Mucho más lejos.

La Generación confinada no será aquella que nazca tras la pasión de estos días de confinamiento, si es que puede haber pasión en medio de esta cuarentena marcada por la incertidumbre. Si esa generación llega a existir sería, como hemos apuntado, una Generación confinada bis. Esas personas ya nacerán en un mundo nuevo, no sabemos si mejor o peor, pero diferente.

No sabemos si volveremos a una vida ‘más humana’ en la que no seamos tan agresivos con nosotros mismos ni con el medio ambiente. Si volveremos a lo básico, a mirarnos a la cara cuando nos hablamos. Tampoco sabemos si, en el caso de que esa Generación confinada bis llegara a existir, durante el tiempo en el que sus supuestos miembros vayan creciendo, se irán también contaminando de nuevo. Que cuando ya tengan capacidad de decidir se hayan pervertido tanto como nos habíamos pervertido nosotros. Y vuelvan a caer en los mismos errores, también en el mismo tiempo récord en el que hemos caído nosotros.

No sabemos nada de eso. Hoy por hoy, lo único que sabemos es que estos meses de marzo y abril de 2020 se están llevando por delante muchas vidas y muchos sueños. Y los que se llevarán los meses venideros. Vienen tiempos muy duros. Mucho.

Si todo esto sirve para que volvamos a mirarnos a la cara, ojalá que al menos sea para recordarnos que el camino que habíamos cogido no llevaba a ningún puerto. Ojalá lo hagamos, aunque solo sea por honrar el sufrimiento de tantos millones de personas en todo el mundo.

Pero todo indica que la Generación confinada no va a aprender la lección. Es una pena. Todo lo que estamos viviendo es una inmensa pena. Una tragedia.

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