Tras el fin del estado la alarma, poco a poco estamos volviendo a la vida, pero dentro de lo que se llama ‘nueva normalidad’. El Orgullo de Madrid fue uno de primeros actos multitudinarios que coincidieron con la desescalada. La organización insistió en que este año tocaba celebrarlo en casa, y así se hizo. Chueca volvió de demostrar los motivos por los que es un ejemplo en el que todos los barrios deberían mirarse: terrazas ocupadas guardando las distancias, calles con banderas LGTBI, reivindicación y visibilidad… pero todo dentro de las normas. ¿Qué habría dicho Vox si las imágenes que hoy vemos en celebraciones futbolísticas como esta hubieran sido del Orgullo 2020?
No hay que olvidar que el Orgullo de Madrid es la fiesta más multitudinaria que se celebra en la capital. Son unos días en los que el centro de la ciudad se inunda de milles (millones, en el día grande del sábado de la marcha) de personas que toman las calles. Año tras año, los detractores de la fiesta solo resaltan los contados incidentes (inevitables en un evento de estas características) o las toneladas de basura que se generan. Como si en los Sanfermines, las Fallas, los Carnavales o la Feria de Abril no hubiera basura ni altercados. O en las celebraciones callejeras cuando algún equipo gana alguna competición.
Todas ellas son fiestas populares ‘de las de toda la vida’, por lo que para los militantes de Vox son ejemplos que hay que proteger y guardar. Son como sus valores nacionales. Nada que ver con el Orgullo. El año pasado, Rocío Monasterio dijo, literalmente, esta barbaridad: “Esta fiesta y esta forma de tratar al colectivo es lo contrario a lo que creo que tiene que ser el respeto a la persona. No creo que para este colectivo sea bueno una visión denigrante y casi de una caricatura que muchos no comparten”.
Pues resulta que esta fiesta que tan poco les gusta ha demostrado ser un ejemplo de civismo, de cómo hay que hacer las cosas bien en esta nueva normalidad. Sin embargo, día tras día podemos comprobar en las noticias que no siempre ocurre así con las otras celebraciones multitudinarias. Son hechos puntuales, de acuerdo, pero ocurren siempre en el marco de esas que tanto les gusta reivindicar. Fiestas de las que nosotros también disfrutamos, pues por ser LGTBI no dejamos de ir a ellas y pasarlo igual de bien. Aunque eso sí, este año, no toca.
En Cádiz, este fin de semana, hemos visto imágenes como las que ilustran estas palabras. Casualidades de la vida: hace unas semanas, el Ayuntamiento de esa localidad tuvo que retirar la bandera LGTBI de su fachada en plena semana del Orgullo. Vox, una vez más, estaba detrás de ello… Casualidades.
Parece que el Orgullo le ha marcado un gol a eventos como el fútbol. Hemos ganado la liga de la responsabilidad. Pero tranquilos, señores de Vox, que no lo vamos a celebrar saltándonos las normas. Nosotros no somos así.