Last year a DJ saved my life… Podría ser el título de una versión del clásico de Indeep de 1982, aunque habrá quien piense que no es posible pensar que los DJs nos salvaron en 2020. Yo discreparía, en parte porque me salvé a mí mismo en muchos momentos gracias a mis pinchadas. Y la música disco ha tenido mucho que ver en que hayamos sobrevivido con buen talante a este año.
Muchas de mis sesiones en 2020 fueron virtuales, aunque otras varias lo fueron en una cabina en condiciones, y con público –incluso en los últimos meses del año, que ya es un logro–. Me considero uno de esos afortunados que pudieron redimirse compartiendo música con público en vivo en este tortuoso año. Si bien es cierto que en gran parte de esas sesiones los asistentes tuvieron que bailar sentados.
No puedo evitar acordarme de tantos y tantos compañeros DJs que no han tenido tanta suerte. Qué gran desgracia el estigma asociado al ocio nocturno, que hemos comprobado que es una triste realidad, fomentada por las instituciones.
Y qué maravilla que el streaming nos haya ayudado también durante tantos momentos de este año aciago a compartir la pasión por la música. A pesar de quienes menospreciaban los directos en Instagram que tanto bien nos han hecho a muches, sobre todo cuando estuvimos confinades. Qué hecho de justicia poética que mi primer directo del confinamiento –me costó desvirgarme, pero qué placentero resultó– fuese, precisamente, para celebrar el lanzamiento de Future Nostalgia, de Dua Lipa.
Es uno de esos discos impepinables de 2020, ejemplo de cómo la música disco recobró ímpetu, precisamente cuando no se podía disfrutar en las pistas. La música disco salvó nuestras vidas en 2020, sí. Un estilo a menudo vilipendiado a finales de los 70, que con el tiempo se convirtió en vínculo de unión de personas de generaciones, géneros y creencias distintas.
Es música que siempre ha celebrado el deseo de disfrutar en comunión, y cuyo espíritu ha sido revivido y reforzado durante este 2020 por artistas tan distintas como Jessie Ware, Róisín Murphy o Kylie Minogue. Sí, ellas también nos han salvado. Y también nos han ayudado a recordar lo bella que es la diferencia. Y lo emocionante que es bailar, sea donde sea.
Cada una a su manera, con más o menos vocación retro, con mayor o menor deseo de complacer al público mainstream. Al final, todas han salido triunfantes en sus personales retos. Y nosotres hemos podido refugiarnos en la música disco una vez más. Ojalá en 2021, eso sí, disfrutándola en la pista.