Wet Leg es un dúo formado por Rhian Teasdale y Hester Chambers que ya sabe lo que es tener un jitazo viral, Chaise Longue. Ahora ha llegado el momento de recoger elogios encendidos por su primer álbum, producido por el solicitadísimo Dan Carey.
No es fácil acostumbrarse al éxito cuando llega tan rápido, pero de momento Teasdale y Chambers lo llevan de maravilla, porque procuran no darle una importancia excesiva. Entre tímidas y risueñas, lo explicaron en su reciente entrevista promocional a Madrid.
«No llevamos nada mal todo lo que estamos viviendo», dice a media voz la rubia Hester, la más tímida de las dos componentes de Wet Leg, con voz de niña pequeña. Rhian continúa. «Jamás nos lo habríamos imaginado. ¿Dando entrevistas a todas horas? ¡Esto no formaba parte de nuestro plan!«. Porque estas dos veinteañeras procedentes de la Isla de Wight aún no se creen el interés que despiertan. «Pero nos sentimos unas afortunadas, que conste», dicen. «Aunque nos habría gustado irnos solas a pasear al Retiro, porque nos encantan los parques, y no hay manera, no tenemos tiempo para salir del hotel, porque tenemos muchas entrevistas que conceder».
«Nadie te prepara para algo tan total como es meterte a grabar un álbum» (Hester Chambers)
Hablan con una candidez que enamora, porque transmiten todo lo contrario a lo que solemos ver en artistas pop que viven un gran momento. Pero son muy conscientes de que, single tras single, Wet Leg ha ido acumulando fans y grandes críticas. Son la nueva esperanza (blanca) del indie pop. «Cuando compusimos Oh No fue cuando de verdad pensamos que teníamos una canción en condiciones», recuerdan. «A partir de ahí fue cuando pensamos ‘vamos a ponernos a hacer más».
Rhian explica que su relación se ha hecho mucho más fuerte desde que crearon Wet Leg, y se apoyan mucho desde que firmaron con su sello «y nos convertimos en business ladies«. Se queja de que ya no tienen tiempo para patinar y pasear por las montañas, dos de los hobbies que comparten, pero bueno, acaban de estar de gira por Estados Unidos, que tampoco está mal. «Es muy loco que no haga ni un año desde que lanzamos Chaise Longue«, cuenta Hester, «y ya hemos tocado en Estados Unidos dos veces, cuando ni siquiera hemos hecho una gira en condiciones por el Reino Unido«.
Incluso se quitan méritos como autoras de la adictiva Chaise Longue. «Si gusta tanto creo que es porque tiene un rollo tontorrón, como el vídeo», dice, bastante seria, Hester. «Y a la gente le ha entrado bien, porque apetece música así. Si esa canción la hubiéramos publicado prepandemia, igual no habría sido tan bien recibida«, y entonces se echa a reír.
Porque es cierto que mola mucho verlas hacer «el tonto» en sus clips, como ellas mismas apuntan. «Nos sale así. No es que tengamos conversaciones intensas sobre lo que vamos a hacer cuando nos disponemos a grabarlos», asegura Hester. Y su amiga continúa: «Cuando hicimos el de Chaise Longue realmente pensábamos que no lo iba a a ver casi nadie, y nos dio por dejarnos llevar. Pues mira por dónde…».
«¿Quién no ama a Kylie Minogue?»
De la noche a la mañana, el prestigioso sello Domino las fichó, y tuvieron que ponerse manos a la obra a preparar todo un álbum, que ya es una feliz realidad. «Nos ficharon sin habernos visto ni siquiera tocar», recuerda Hester. «Pensamos que en cuanto vinieran a un concierto pensarían ‘madre mía, qué gran error hemos cometido». No fue así en absoluto. «Cuando asimilamos que era una realidad y que nos daban una gran oportunidad fue cuando fuimos conscientes de que nadie te prepara para algo tan total como es meterte en un estudio a grabar un álbum».
El secreto de sus fórmula parece estar en su combinación de happy indie y post-punk, con letras que rezuman ironía con un punto entre naíf y surrealista, y a ella se entregaron ayudadas por Dan Carey. El disco estaba terminado antes de que sus sucesivos singles continuaran alimentando el hype. Les recuerdo que Carey ha producido joyas pop tan atemporales como Slow, de Kylie Minogue –algo que descubrieron al leer un articulo sobre su trayectoria–, y se les iluminan los ojos. «¿Quién no ama a Kylie Minogue?», dicen al unísono. «La asociamos a llegar a casa después de una buena fiesta, porque si tenemos el cuerpo rumbero aún siempre seguimos con sus clásicos. Y los de Abba«.
«Cuando le conté a mi novia que en la Isla de Wight se supone que nadie es queer, flipó» (Rhian Teasdale)
Con su buen rollo intacto, lo único que sí pedirían es que no se las catalogue como una girl band. «Qué necesidad?», pregunta Hester. «¿Por qué se da por hecho que una banda la forman solo hombres? ¿Goat Girl o nosotras no somos un grupo a secas?». Hemos entrado en terreno espinoso, porque Rhian también tiene algo que decir, aunque sin perder la sonrisa. «Siempre fetichizándonos… ¡Puaj! Debería ser absolutamente irrelevante que dé la casualidad de que somos dos mujeres al frente del proyecto. Por suerte, cada vez más gente se olvida de esas construcciones sociales innecesarias».
También apuntan que eso sigue sucediendo con artistas LGTBIQ+ a los que se cataloga en función de su orientación sexual o su identidad de género. Dice Rhian: «Me llama la atención que haya playlists dedicadas a artistas queer, o que en TikTok puedas elegir queersounds. Por un lado está bien, porque descubres himnos queer que igual no conocías; pero por otro, muchas veces te das cuenta de que esas canciones no hablan de la realidad LGTBIQ+. Puede resultar confuso». Es algo sobre lo que ha reflexionado mucho Rhian Teasdale, como persona queer. «Fue curioso crecer pensando que no existían personas gais, porque en la Isla de Wight se suponía que eso era imposible. Allí nunca se nos pasó por la cabeza un término como ‘diversidad’. Y Chester asiente.
Teasdale se abre con absoluta naturalidad. «Hasta hace unos meses solo había salido con hombres. Ahora estoy con una mujer, y es una sensación maravillosa. Porque he desbloqueado una parte de mí que ni sabía que estaba ahí«. Así que está disfrutando con una libertad que le hace muy feliz. «Cuando le conté a mi novia que en la Isla de Wight se supone que nadie es queer, flipó», y se echa a reír. Chester sigue teniendo su base de operaciones en la isla, aunque, claro, dice que apenas puede ir. Rhian vive desde hace tres años en Londres. «Echamos de menos nuestras playas», dicen, una vez más casi al unísono.
Comienza una nueva etapa para Wet Leg, que es evidente que no van a dejar de crecer durante este año. «Aunque sabemos que ya tenemos cerrado algún estadio más adelante, de momento queremos seguir tocando en salas pequeñas, que son nuestra favoritas», apunta Chester. Rhian continúa: «A nuestras bandas preferidas las hemos visto siempre en sitios pequeños, y la energía que se intercambia es más potente».
Solo admiten una excepción: «Gracias al Bestival pudimos ver en la isla, siendo más jóvenes, a algunos de los artistas que más admiramos, desde Björk hasta Stevie Wonder, pasando por Chic«. ¿Chic? De primeras, al escuchar tu álbum, no pensarías que pudieran ser fans de estos clásicos de la música disco. «Pues somos muy fans de ese rollo», confiesa Chester. «Y tenemos una canción, de hecho, en plan disco«. ¿Y dónde está esa canción? «Aún no la hemos publicado. Porque no suena nada a Wet Leg». Pues ojalá escucharla. «Deberíamos publicarla, sí». Y ambas dan un sorbo a sus respectivas tazas de té.
EL ÁLBUM WET LEG DE WET LEG ESTÁ EDITADO POR DOMINO/MUSIC AS USUAL