La película, definida como una “comedia de costumbres, relato de aprendizaje y fantasía cinéfila” por el propio festival, participará en la sección ‘Un impulso colectivo’, dedicada al cine español y catalán realizado al margen de la industria, y comisariada por Carlos Losilla.
La amiga de mi amiga es una coproducción de Fdez&Vera, Industrias Jajaja y The New Flesh, y tendrá su premiere mundial en la duodécima edición del D’A Film Festival de Barcelona, el festival de cine de autor de la ciudad, que se celebra del 28 de abril al 8 de mayo.
Entre las peculiaridades de La amiga de mi amiga se encuentra su proceso de producción: se trata de una película autofinanciada mediante crowfunding, y su equipo técnico y artístico está liderado íntegramente por mujeres y personas LGTBIQ+. La amiga de mi amiga es, por definición y por convicción, una película colectiva: sin el esfuerzo y talento común nunca habría sido posible.
Fotograma de La amiga de mi amiga
Es el primer largometraje de Zaida Carmona, una directora entre cuyas influencias se encuentran desde Desirée Akhavan hasta Mia Hansen Love o Hadas Ben Aroya, pasando, indudablemente, por el cine francés de la Nouvelle vague y, específicamente, la obra de Eric Rohmer. De hecho, La amiga de mi amiga podría definirse como un homenaje explícito al cineasta francés.
En su ópera prima, Zaida Carmona ha querido reflejar un entorno que conoce muy bien: la Barcelona bollera y queer. Protagonizada por la propia directora, la acompañan en el reparto la cineasta Alba Cros (también directora de fotografía de la película) y las artistas y activistas Rocío Saiz, Aroa Elbira y Thaïs Cuadreny. Junto a ellas, podremos disfrutar de cameos excepcionales como los de Christina Rosenvinge, Brigitte Vasallo o Nausicaa Bonnín.
Con el pop y la autoficción como telón de fondo, La amiga de mi amiga arranca con la llegada de Zaida a Barcelona después de una ruptura amorosa, y durante tres intensas semanas volverá a conectar con la escena lésbica más queer y alternativa de la ciudad. Ella y sus amigas rondan los treinta años, pero viven como cuando tenían veinte, aunque ya no tienen edad para convertirse en jóvenes promesas. En tiempos de relaciones líquidas, el impacto del capitalismo emocional en la cultura de los afectos las lleva a la deriva de novia en novia, de ruptura en ruptura, hasta llegar a una conclusión final que poco tiene con ver con el sexo y mucho con la amistad.
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