Paco Tomás (1967) no necesita mucha presentación, pues es un periodista de sobra conocido y reconocido. Tras su primera incursión en la novela con la notable Los lugares pequeños (2015), acaba de publicar la segunda.
Su protagonista y narrador es –aparentemente– un alter ego del propio autor: se llama Tomás Yagüe, es periodista radiofónico en Barcelona, casi de su misma edad…
En plena crisis por la ruptura con su pareja, Tomás vuelve a casa por Navidad, pero no precisamente para buscar consuelo en el calor del hogar familiar, sino más bien para todo lo contrario. En el barrio obrero de Madrid donde se crió, se enfrentará al silencio de su madre, al desprecio de su hermano Toni y a todos los fantasmas de una infancia que de paraíso perdido tiene poco.
Marcado por el acoso escolar, el niño creció roto y sus heridas nunca llegaron a cerrarse, pero en unos pocos e intensos días pondrá todo patas arriba hasta alcanzar la catarsis. En un continuo ir y venir del presente al pasado, Tomás construye una historia conmovedora y veraz, no exenta de momentos tragicómicos.
Paco Tomás siempre aporta grandes reflexiones para el colectivo y para el mundo. Su espontaneidad, de sobra célebre, y su experiencia hacen aflorar decenas de pensamientos interesantísimos de una sola pregunta.
SHANGAY ⇒ Al principio del libro, lanzas un dardo contra la precariedad laboral del periodismo. ¿Crees que somos un gremio que deja que pisoteen sus derechos?
PACO TOMÁS ⇒ Pienso que la profesión está completamente denostada por culpa todas estas cloacas mediáticas. No se valora ni se remunera, se ha creado toda una conciencia de que el periodista no importa. Vivimos entre el periodista estrella y el periodista invisible. ¿Tú conoces alguna huelga de periodistas en este país? Trabajamos en precario, no podemos permitirnos el lujo de hacer huelga, si eres autónomo eres un desgraciado…¿Cómo vas a poder expresarte libremente si temes que te echen?
«Si te provoca rechazo imaginar a dos hombres follando, es que no has avanzado nada»
SHANGAY ⇒ ¿Cómo debemos abordar la educación para proteger a los jóvenes? ¿Tu bullying fue ‘público’, ‘privado’ o ‘concertado’?
PACO TOMÁS ⇒ Mi bullying fue “público”, soy de clase obrera. Volví al colegio para terminar la novela, y ahora es completamente distinto. Espero que algo haya cambiado. Ahora hay asociaciones de padres, hay profesorado muy comprometido con el bullying… Incluso, el propio alumnado no tiene miedo, y eso no existía en mi generación. Es insuficiente, y tenemos que avanzar; todavía hay chavales que se quitan la vida, que sufren ese acoso. Es muy importante que haya un pacto de Estado respecto a la educación. Aunque es difícil, hay una gran parte de la educación que la lleva la Iglesia, y otra gran parte de fuerzas políticas que están vendiendo que educar en la ciudadanía y la diversidad es adoctrinar.
SHANGAY ⇒ ¿Cuál ha sido la peor secuela del acoso escolar que ha permanecido en ti hasta adulto?
PACO TOMÁS ⇒ Todavía las estoy descubriendo. De repente pasa algo en mi vida, una cuestión laboral, o con mi pareja, y luego lo analizas en terapia y te das cuenta de que vuelve otra vez el puto patio del colegio… Lo importante es que no te duela y que no te bloqueé, que puedas reaccionar, que puedas cambiar conductas. La necesidad de aprobación constante, dar la autoridad al otro, la necesidad de ser elegido, la falta de autoestima… Te conviertes en carne de cañón.
SHANGAY ⇒ Haces varias referencias a Grindr en tu novela. Últimamente se ha hablado mucho del consumo de cuerpos… ¿Qué opinión te merece este tema?
PACO TOMÁS ⇒ Grindr me parece uno de los lugares más hostiles para relacionarse dentro del colectivo de hombres homosexuales. La gente es capaz de decir cosas que no te dirían a la cara. En Grindr hay una especie de concepción de cuál es el cuerpo válido, deseable y exitoso que crea un estatus corporal. Si quieres pertenecer a esta especie de Olimpo tienes que entregarte a la propaganda capitalista del culto al cuerpo y a sus negocios. El colectivo de hombres homosexuales es el segundo colectivo con más trastornos de alimentación después de las mujeres. Es importante que nos lo cuestionemos al menos.
SHANGAY ⇒ Ha habido grandes novelas relacionadas con el bullying en el colectivo: Para acabar con Eddy Belegueule, Niño santo… ¿Qué tienen en común las historias?
PACO TOMÁS ⇒ Tienen en común nuestras vivencias, que nos convierten en una comunidad. Tenemos que empezar a contar nuestras historias, los heteros llevan toda la vida contando sus historias. Incluso se han atrevido a contar las nuestras. Me da igual si se cansan, que se aburran… Nosotros hemos soportado sus historias de la Guerra del Vietnam, dejadnos tranquilas [risas]. Esas historias ayudan a construir nuestra historia y nuestra identidad.
«Todavía descubro secuelas del acoso escolar que sufrí»
SHANGAY ⇒ Te hemos visto en redes sociales debatir fervientemente contra la idea extendida de vivir la homosexualidad en la intimidad… ¿“Love is love” es el eslogan que queremos defender? ¿Solo somos válidos si nos queremos?
PACO TOMÁS ⇒ Love is love tuvo sentido en su momento. Se hablaba de amor para legitimar las relaciones de las personas del mismo género cuando veníamos de la absoluta oscuridad. Nos han contado otros, nos han contado mal y nos han estigmatizado. Por eso, te tienes que presentar como un colectivo vulnerable. Ojo, no somos monstruos, no somos pervertidos… ¿Quién puede estar en contra del amor? Ese argumento no sirve hoy, con una extrema derecha más fortalecida que nunca, ni cuando matan a Samuel ni cuando sabemos que hay personas arrománticas y asexuales. Lo digo en la novela: “Nos imaginan follando”. Entonces, les cambia el chip, les da asco, es todo una mentira e hipocresía. Porque yo me imagino a un señor y a una señora follando y no me pasa nada. Si a ti eso te provoca un rechazo, es que no has avanzado nada.
SHANGAY ⇒ La iniciación sexual de Tomas Yagüe se ve enmarcada en un contexto de acoso terrorífico. ¿Cuándo crees que empezaste a tener un concepto del sexo sano? ¿Qué cambiarías de esa época?
PACO TOMÁS ⇒ No sé qué cambiaría, pero algo ha cambiado, evidentemente. Aunque no hay educación sexual en los colegios ni en los institutos, y mucho menos contemplando la diversidad. Siempre que se aborda el sexo en los espacios educativos es para hablar de procreación, nunca desde el placer. Llegamos a la pubertad descubriendo el sexo con el porno, y se practica un sexo ‘pornificado’. Tomás Yagüe y yo somos víctimas del amor romántico. A nosotros se nos negó la posibilidad de tener amor romántico, porque nadie nos iba a querer nunca, por eso lo perseguía desesperadamente. Posiblemente, eso me salvó de otras cosas. Yo empecé a tener relaciones sexuales a finales de los 80, en la época del VIH y del sida más salvaje. Si no llego a perseguir el amor romántico, lo mismo estaba en otro lugar.
FOTOS: JESÚS UGALDE
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