El actor catalán Miki Esparbé vuelve al teatro con Los pálidos, el debut en la dirección de la dramaturga Lucía Carballal, que se estrena en el Teatro Valle-Inclán del Centro Dramático Nacional.
Una obra que supone la vuelta de Esparbé a las tablas, en donde tanto disfruta, con una función que él considera muy especial, y que asegura que no dejará a nadie indiferente.
Habla de una manera tan apasionada Miki Esparbé, sobre su trabajo en general y sobre la función Los pálidos en particular, que resulta contagiosa. Y tan apasionado puede llegar a ser que cuando su amiga, que resulta ser la prestigiosa dramaturga Lucía Carballal, le comentó que estaba escribiendo una obra en la que uno de los personajes lo creaba pensando en él, Esparbé no dudó en subirse al carro del proyecto sin siquiera haber leído una línea (“la admiro muchísimo”).
Cuando Los pálidos llega al Teatro Valle-Inclán del Centro Dramático Nacional, no puede estar más contento Miki Esparbé de haberse dejado llevar por una corazonada y por su veneración hacia la creadora, que por primera vez ejerce también de directora.
Los pálidos introduce al espectador en las tripas de una productora audiovisual acostumbrada a crear series de éxito. Cuando fracasan con una, llega el momento de ponerse las pilas y echar toda la carne en el asador (sabemos que el miedo a dejar de ser relevante es una de las epidemias de nuestro mundo). Miki Esparbé interpreta a un guionista, hermano pequeño de Jacobo, el personaje de Israel Elejalde –que en su día le dirigió en Traición (“no solo tiene una presencia escénica brutal, me ha demostrado ser muy generoso”)–. Junto a ellos, Natalia Huarte, Manuela Paso y Alba Planas.
Tras el bombazo televisivo que ha sido Smiley, Esparbé regresa al teatro, encantado de poder ir alternando medios (“que es un lujo”). Y el cambio de registro es importante, porque llega en un momento profesional que define como “dulce”.
Ya sabe lo que es trabajar en el Teatre Nacional de Catalunya o en el Lliure, y ahora está feliz de hacerlo en el Centro Dramático Nacional. Al que llega con más ganas e ilusión que miedo, “porque en él he vivido como espectador momentos de gran felicidad, y ojalá ahora pueda contribuir a dárselos a otros. Tengo cierto convencimiento de que será así, porque es un proyecto que no deja indiferente”.
«En esta sociedad, lo que no brilla no sirve para el sistema. Es terrible»
Esparbé cuenta que Los pálidos es una obra que tiene muchísimas capas. Sí, es la historia del equipo de una productora que vive un momento de enorme incertidumbre, pero es mucho más. “Es tan delicado todo lo que trata que, como actor, no te quieres dejar ninguna de esas capas. Habla de los modelos de producción en la industria audiovisual, del poder, la lucha de clases, el feminismo, la nueva masculinidad…”.
Este último tema atañe especialmente a los dos hombres de la función. “Max, mi personaje, ha crecido con su hermano –que le saca diez años– como referente. Pero a la vez es consciente de que ese modelo de hombre está caduco en ciertos aspectos, y se siente algo perdido; no sabe a qué agarrarse para convertirse en ese hombre nuevo que aspira a ser”. Como actor, también le llega otra de las cuestiones que trata la obra, el éxito: “En esta sociedad, lo que no brilla no sirve para el sistema. Es terrible”. Interesa saber si Esparbé es bueno gestionando tanto éxitos como fracasos. “Sí. Y va muy ligado al trabajo en terapia”, dice sonriendo.
Interesa saber si Esparbé es bueno gestionando tanto éxitos como fracasos. “Sí. Y va muy ligado al trabajo en terapia”, dice sonriendo. “Vivir siempre en el fracaso sería un horror, y hacerlo en el éxito, desconcertante. Esto de tener que brillar, tan asociado a este momento que vivimos, sobre todo por las redes, es complicado. Pero nosotros los actores tenemos que saberlo gestionar constantemente”.
«El trabajo en terapia me ayuda a gestionar bien tanto éxitos como fracasos»
De momento, lo que lleva realmente bien es poder elegir sus trabajos y alternar proyectos, digamos, de prestigio como Los pálidos (“solo seis semanas en Madrid en una sala de 120 butacas”) y películas alternativas con series y películas de vocación claramente masiva. “Poder llegar al gran público es una manera muy bonita de que tu trabajo lo vea mucha más gente, y hasta ahora tengo la fortuna de poder combinarlo todo”.
Miki Esparbé viene de cerrar 2022 de una manera muy dulce gracias al éxito de la comedia romántica de Netflix Smiley (“hasta mi tía del pueblo me ha dicho que la ha visto”). Carlos Cuevas y él encarnan a dos hombres gais aparentemente antagónicos que se atraen irresistiblemente, y la respuesta internacional ha sido, según dice, una locura. Igual que la promoción, que ha sido brutal, y en la que, curiosamente, a su amigo Carlos y a él les preguntaban insistentemente por temas sexuales… “Ha sido fuerte”, asegura, “y absurdo. Más que nada porque es una comedia romántica. Lo que cuenta es una historia de amor con todos los guiños imaginables al género”.
Ya puestos, no está de más saber cómo recibió la polémica que generó la suposición de que en la serie él interpreta al ‘feo’ de la historia. “Me llegó esto, sí. Guillem Clua te podría hacer toda una disertación sobre el tema. Desde los ensayos nos dejó claro que esta no era una historia de un guapo y de un feo, sino de dos tipos cuyo prototipo ideal en el amor ha estado siempre planteado en otro lugar, y no esperan enamorarse de alguien que es su antagonista”. Dicho queda.
Lo que está claro es que puede haber gente que no le conociera antes y que ahora se pueda animar a ver Los pálidos porque sale “el de Smiley”… Y Miki feliz si sucede. “Ojalá, porque sería un cumplido. Y permitiría a espectadores que solo me conocen de un trabajo audiovisual verme manejar otro lenguaje. Que vengan supondrá la mejor medalla que me pueda colgar”.
FOTO: MIGUEL ÁNGEL FERNÁNDEZ
LA OBRA LOS PÁLIDOS SE REPRESENTA DEL 15 DE FEBRERO AL 26 DE MARZO EN EL TEATRO VALLE-INCLÁN (PZA. LAVAPIÉS, S/N · MADRID) DEL CENTRO DRAMÁTICO NACIONAL