En el último número físico de Shangay he publicado el texto que comparto a continuación, que me inspiró este momento en que tres de las más grandes divas vivas han anunciado giras que les traerán a España.
Con Madonna en el punto de mira por los insultos edadistas –una vez más– que recibió tras su aparición en los Grammys, los mismos en donde Beyoncé se coronó como la artista con más premios, y Björk como una de las estrellas más veces nominadas y que nunca han recibido uno, esta reflexión llega en buen momento.
Me contaba recientemente Paula Cendejas que en momentos de inseguridad en los inicios de su carrera jugó a la diva porque era una manera de ponerse un escudo y sentirse menos vulnerable. Y ahora vemos en el vídeo de Flowers cómo Miley Cyrus explicita a las mil maravillas a su inner diva, contrastando su actitud con la sensible vulnerabilidad que transmite su himno a la empoderación.
Hay mil maneras de explotar la actitud propia de una diva, y rara vez sale mal hacerlo. Lo que sí es cierto es que ‘diva’ es un término sobreexplotado en el siglo XXI, por lo que en muchas ocasiones llega falto de fuelle cuando se utiliza a la ligera. Lo que hemos comprobado en las últimas semanas es que cuando llega una diva de verdad con buenas noticias, sin necesidad de recurrir a un algoritmo para hacer buenos números, la algarabía es brutal y la respuesta, alocada.
Porque los anuncios del paso por España de Madonna, Björk y Beyoncé seguidos nos han recordado que cuando una es diva de las de verdad, sus fieles seguidores se movilizan al minuto. Y eso resulta muy emocionante.
Si te estás tomando el tiempo de leer esta columna, casi seguro que serás al menos del team de una de ellas. Como lo seas de las tres, también habrás sudado, casi seguro, pensando en el presupuesto que vas a tener que destinar a celebrar su arte y su poderío…
Lo que está claro es que las tres llegan con giras muy especiales que nos recuerdan lo únicas que son, cada una en lo suyo. Recuerdo cómo Samantha Ballentines, madonnista donde las haya, me dijo lo mucho que había celebrado el bofetón que ha supuesto para los haters de pacotilla ver cómo Madonna está batiendo todos los récords de venta de entradas siendo una reina que lleva 40 años en esto.
No pocos amigos LGTBIQ+ me han reforzado la idea de que a Beyoncé hay que verla sí o sí en esta gira porque nunca nos ha celebrado de un modo tan intenso y orgulloso como en Renaissance, y seguro que en su show quedará clarísimo.
A Björk la he visto muchas veces en directo, pero nunca olvidaré la experiencia que viví en el Poble Espanyol cuando presentó Vulnicura en 2015. Ahora volverá por primera vez en quince años a Madrid. Y si su creciente intensidad me cuesta cada vez más en disco, reconozco que cuando la traduce al directo resulta magnética.
Distintas maneras de entender el pop por parte de tres divas sin nada que demostrar y que se toman muy en serio lo suyo y a los suyos. Maravilla.