Estrella eterna: "Si hay dos palabras que te definen son verdad y libertad"

Temas: Fernando Estrella, Paco Tomás, Salir

Fue muy triste despedir a Fernando «Estrella» el pasado 7 de febrero, víctima de un cáncer. Todo un icono LGTBIQ+ que encontró su hueco tanto en el underground como en el mainstream.

Compartió su arte desde los años 80 hasta que falleció a los 63 años, y quienes tuvieron la suerte de conocerle, como Paco Tomás, tienen muy claro que jamás le olvidarán.

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Aparentabas ser fuego pero, es que tú, eras fuego. Simulabas la potencia de un tornado pero, es que tú eras el tornado mismo. No necesitabas hacernos creer que; ya creíamos. Creíamos en ti.

Hay quien piensa que el mundo del espectáculo, o de la farándula, como me gusta reivindicar, con ese regusto a trupera borracha de vida a tragos largos, consiste en fingir. Simular ser quien uno no es. Mentir sin consecuencias. El arte de la impostura. Quizá por eso fuiste (y eres) un artista mayúsculo.

Porque tú siempre destilabas verdad, Estrella de Utrera. Estrella de nuestro firmamento technicolor. Si hay dos palabras que te definen esas son verdad y libertad. Que no nos las roben los fachas, como siempre hacen con aquello que peleamos. Tú fuiste verdad desde aquel bosque de eucaliptus de tu infancia hasta el interior de la discoteca en la que nos enseñaste a decir adiós. Siempre tú. Siempre libre. Sin hacer ostentación de ello.

Porque eres de los que no necesitan pancartas, tribunas ni titulares. Porque a ti te bastaba con existir para significarlo todo. Fuiste tantas cosas sin tan siquiera saberlo, Estrella querida. Fuiste referente, fuiste símbolo, fuiste performer, fuiste estilista, actor, actriz, superviviente, activista, artista y escándalo. Fuiste el límite tendiendo a infinito, fuiste la tabla periódica, el trueno y mil millones de relámpagos. ¡Ay, lo que se ha perdido este país por no tenerte en una edición de Masterchef Celebrity!

No se me ocurre nombre artístico más perfecto que el tuyo. Te lo pusieron tus amigos de Utrera –¿te acuerdas?– allá por 1978, cuando tú volvías del hotel de Sevilla en el que trabajabas y ellos decían, “ya llega la Estrella del hotel”, aludiendo al programa de moda de aquella televisión, El hotel de las mil y una estrellas. Ahí nació ese nombre que te iluminó. Fernando, ‘la Estrella’. El nombre que nos iluminó.

Dicen que las estrellas hay que entenderlas como si fueran reactores nucleares a gran escala. Eso fuiste. Una bendita y acojonante central energética de amor. Celeste, incandescente y poderosa, dejaste algo de tu luz allá por donde brillaste.

Entre los diez componentes de Peor Impossible –os atrevisteis a cantar “no me encuentro nada bien / tengo el síndrome maldito” cuando nadie se arriesgaba a pronunciar el acrónimo sida y los muertos se amontonaban entre el estigma y la indiferencia cruel–, tras la barra del Cuatro Rosas, en las noches del Distrito, en la carroza orgullosa de Shangay –el susto que nos diste, maricón, lo tengo estampado en una camiseta: “De Madrid al suelo”– y en la cocina abierta del Flexas.

Sabes que Pi Piquer dice que eres “oriundo del planeta Fiesta”. Y tiene razón. Creo que perteneces a esa estirpe humana que hacía de este mundo un lugar más entretenido, que no es poco. Esas personas que disfrutan con tu cara de sorpresa, con nuestros gritos de admiración, con las risas estruendosas que nos explotaban en la boca cada vez que sujetabas una copa con la cabeza, nos hacías el tanga pellejo o, en los últimos años, ‘el octavo pasajero’. ¡Joder! ¡Es que te he visto ser Lisa Marie en Mars Attacks! con solo media sandía en la cabeza!

¡Ay, Estrella! ¡No quiero acostumbrarme a echarte de menos! Y sabes que somos muchos los que no queremos acostumbrarnos a estar sin ti. Siempre nos hiciste la vida más luminosa con tu ingenio, con tus looks, con tus recetas, tus anécdotas y tu amor, contagioso como solo puede ser el buen amor.

Estate tranquila. Nunca serás fugaz en nuestras vidas porque solo desaparece lo que no se recuerda. Creo que es en el libro de Saint-Exupéry donde el Principito habla de las estrellas. “Por la noche, al mirarlas, como sabes que yo habito en una de ellas y ahí estaré riendo, será para ti como si todas las estrellas se rieran”.

Sólo nosotros tendremos Estrellas que saben reír. Y que nos hagan el tanga pellejo en una noche de verano. Gracias a ti. Solo una cosa, señora: si te vas a aparecer a alguna de nosotras, tráete a la Socias contigo. Así, al regresar donde habite toda esa energía vuestra, podréis repetir aquello de “vemos ío, vemos venío y nos lo vemos pasao tope”. Te queremos, Estrella.