Carlos Cuevas es uno de los mayores sex symbols del panorama nacional. Su participación en series como Merlí o Smiley le han convertido en uno de los ‘guapos’ de la ficción española. Sin embargo, este título suele venir acompañado de un riesgo que el catalán no está dispuesto a correr: el de ser apreciado solo por su físico. En declaraciones a la revista ICON, el actor ha expresado su deseo de que se reconozca su disciplina en los rodajes, no en el gimnasio.
No hay duda de que Carlos Cuevas es uno de los actores más destacados de su generación. La fama le llegó en el año 2015, gracias a su papel protagónico en la serie Merlí de TV3. Desde entonces, el catalán no ha parado de trabajar en el mundo de la interpretación, y ha compartido escena con estrellas cinematográficas como Carmen Maura (Alguien tiene que morir) o María Pujalte (Merlí: Sapere aude).
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En uno de sus últimos trabajos, Smiley, el actor da vida a Álex, un joven gay adicto al gimnasio y aparentemente superficial que vive una historia de amor con Bruno (Miki Esparbé). Para el papel, Cuevas tuvo que someterse a un fuerte régimen de ejercicio con el objetivo de lograr un físico muy marcado. Algo que, según confiesa a ICON, ha jugado en su contra.
«Me mataba en el gimnasio, cosa que a mí no me gusta», explica el actor, que tuvo que ser muy disciplinado en los meses que duró el rodaje. «Rodaba 12 horas y me iba al gimnasio. Un entrenamiento muy sufrido, una dieta de contar las almendras y las cucharadas de aceite».
Carlos Cuevas y Miki Esparbé en Smiley (Netflix)
A pesar de la disciplina con la que el catalán afrontó el papel, muchos se fijaron más en su físico que en su interpretación, y esto no le ha gustado nada. «Me da bajona, me parece cutre que se menosprecie mi trabajo y se cosifique mi cuerpo. Me deja de de interesar el interlocutor que lance este mensaje», declaraba.
No es la primera vez que Carlos Cuevas vive algo así. Su cuerpo ha sido muy comentado en redes a lo largo de su carrera, como sucedió con su desnudo en Merlí: Sapere aude. Por ello, el actor ha dejado patente su indignación. «Es como que expones tu obra en el museo y llega un invitado y te dice: ‘¡Qué bueno el catering!’. Alguien que entiende de la movida se da cuenta de esas cosas”.
Las declaraciones del catalán han causado un gran revuelo en redes sociales. En Twitter, la entrevista de Carlos Cuevas ha recibido todo tipo de reacciones. Hay quien se solidariza con lo expresado por el intérprete, como la actriz Sara Sálamo, que respondía así a un tuit en el que se criticaba al actor de Smiley: «Se ha esforzado mucho por que su cuerpo fuera acorde al personaje, sí, pero también se ha esforzado mucho en darle matices interpretativos, y parece que eso queda en un segundo término…«.
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Otros critican la actitud de Cuevas, y afirman que, en muchas ocasiones, es él mismo quien se cosifica. «Entiendo que un actor se harte de ser cosificado, más cuando es un actor y no uno de esos influencers guapos metidos a actor por ser guapos. Ahora bien, si ese es tu camino, no elijas papeles que están creados solo para explotar tu capital erótico«, tuiteaba un usuario.
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Más allá de la polémica, Carlos Cuevas tiene por delante un futuro lleno de emocionantes proyectos. El catalán acaba de estrenar en Prime Video la miniserie Citas en Barcelona, producción sobre el amor, el sexo y la soledad en la ciudad condal en donde comparte reparto con Carmen Machi, Laia Costa y Miguel Ángel Muñoz.
Además, Cuevas ha sido uno de los seleccionados por Pedro Almodóvar para el audiolibro de El último sueño, la última publicación del director manchego. El catalán podrá demostrar su talento como actor narrando uno de los capítulos.
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