¿Por qué es tan importante la visibilidad bisexual?

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El patriarcado, con su enfoque en la heterosexualidad como la norma y la masculinidad como superior, ha contribuido a la marginación de todas las identidades no heterosexuales, incluida la bisexualidad. Además, el monosexismo, al limitar la comprensión de la sexualidad humana a una estrecha dicotomía entre homosexualidad y heterosexualidad, excluye y deslegitima a las personas bisexuales y a aquellos que no encajan en esas categorías.

La bifobia, o prejuicio hacia las personas bisexuales, contribuye a su invisibilización y al estigma al que se enfrentan, lo que a su vez puede aumentar su vulnerabilidad a la violencia y el acoso. La bifobia se manifiesta de formas sutiles, y a menudo pasa desapercibida. Es desconocida para la sociedad en general y gran parte de la comunidad LGTB+. Dado que es tan desconocida y sutil, es normal que no se perciba la importancia de estos datos y de las conversaciones que deberían fomentar.

Los activistas bisexuales estamos acostumbrados a que la población general (y la comunidad LGTB+) asocie erróneamente «gay» a los hombres y «lesbiana» a las mujeres. Sin embargo, esto no es siempre cierto, no solo por la bisexualidad sino también por la diversidad en identidades de género y orientaciones sexuales.

Desde el Grupo de Bisexuales de COGAM, el grupo bi más antiguo en el país, consideramos que los datos del estudio realizado por el Grupo de Educación son significativos. Por primera vez en nuestro país, se proporcionaron datos relacionados con la bisexualidad. Por ejemplo, el 25% del alumnado se considera no heterosexual, y de este porcentaje, un 12,5% se identifica como bisexual, mientras que un 9,8% aún no se ha etiquetado o prefiere no revelarlo. Estos datos son esenciales, ya que hay muy pocos estudios a nivel nacional que se centren en las experiencias de las personas bisexuales.

El hecho de que la mayoría del alumnado LGTB+ sean mujeres bisexuales plantea preguntas y conversaciones necesarias sobre la bisexualidad que normalmente están ausentes, tanto dentro como fuera del activismo. Por ejemplo, ¿por qué sabemos tan poco sobre las mujeres bisexuales de nuestro país si su número es tan elevado? ¿Cómo afecta la bifobia a estas mujeres bisexuales? ¿Se está trabajando desde los colectivos y las instituciones para combatir los efectos de esto? ¿Por qué hay una diferencia significativa en el número de mujeres bisexuales en comparación con los hombres? Diversos estudios sugieren un mayor riesgo de violencia de género, violencia intragénero o violencia sexual para las mujeres bisexuales, con un impacto significativo en su salud mental.

Para nosotros, estas conversaciones son esenciales, y no podrían llevarse a cabo si en lugar de hablar de mujeres bisexuales nos refiriéramos a ellas como «heterodisidentes» o «mujeres LTB».

Como persona bisexual, la importancia de contar con referentes como Lola Índigo, Lali o Anna Castillo es incalculable. En retrospectiva, desearíamos haber tenido estos modelos a seguir hace quince años, cuando nuestra comunidad ya luchaba contra la opresión del monosexismo y se sentía forzada a encajar en categorías impuestas por una sociedad que no nos reconocía. Ver a estas figuras destacadas siendo abiertamente bisexuales es un faro de esperanza y un recordatorio de que no estamos solos en nuestra lucha por la aceptación y la visibilidad. Estos referentes nos permiten afirmar nuestra identidad sin tener que conformarnos con categorías estrechas, y nos empoderan para desafiar el estigma y construir una comunidad bisexual más fuerte y unida.

Desde la generación X hasta la generación Z, nuestro compromiso ha sido trabajar en la información y la formación sobre la realidad bisexual. Somos conscientes de que el patriarcado y el monosexismo están llegando a su fin. Desde el activismo bisexual, estamos derribando las barreras que nos han mantenido en la sombra durante tanto tiempo, y continuaremos luchando por un mundo más inclusivo y justo para todas las orientaciones sexuales.