Falete: "¿Que siento como una mujer? Sí. ¿Que tengo más cojones que muchos hombres? También"

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Falete está pletórico. O pletórica, que le es indiferente si se le habla en femenino. Pletórique no se ve, porque el género neutro no termina de verlo claro. Y eso que, sin saberlo –hasta nuestro encuentro–, es un icono para muches personas no binarias. También descubre con nosotres que son muchas las travestis de las nuevas generaciones que la imitan, no solo las más clásicas con una carrera larga.

Ve un vídeo que le muestro de Pakita (Drag Race España: All Stars) interpretando Payaso en su show de una reciente fiesta Lolailo y se emociona. Descubre Falete que su legado hasta la fecha inspira quizá más de lo que podía imaginar. “Es un honor que me imiten transformistas, porque esos artistas trabajan con un cariño y un respeto únicos. Mi favorito hasta el momento es Carmen Torres, de Sevilla; no hay quien la iguale imitándome. Por eso le he regalado ya tantos trajes míos, como quince”. Sentirse querido por artistas muy jóvenes es otra buena noticia para terminar un año que define como “muy, muy bueno”.

En lo personal, está feliz porque toda su familia está bien “y tenemos mucha unión”. En lo profesional, porque tras años oscuros debido a la pandemia, dice que por fin ha vuelto la normalidad a su carrera al cien por cien. Falete es, sin duda, un artista único. Sin miedos, auténtico, atrevido. El pasado 2 de enero, Rafael Rojas Ojeda, ‘Falete’, cumplió 46 años, y mira hacia el futuro inmediato con mucho optimismo tras un estupendo 2023 en el que no paró de dar conciertos. “Retomé mi gira en 2022, la que tenía que haber hecho para presentar mi último disco [Prefiero ser así, autoproducido y publicado en 2019], y no ha podido ir mejor”. Lo que no tiene previsto de momento es grabar un nuevo álbum. “Meterme ahora en un estudio no me llama, prefiero centrarme en seguir haciendo directos y televisión. Además, la industria está hecha una mierda, no voy a perder el tiempo”.

«Sé que impongo respeto porque tengo una personalidad arrolladora»

Al pedirle que eche la vista atrás y recuerde los primeros años de su carrera, si bien no oculta sus años, afirma: “¿Años de carrera? No sé, no tengo edad, ni quiero tenerla, soy como Pastora Imperio”, y se echa a reír. Aunque enseguida recuerda un momento clave, cuando lanzó en noviembre de 2004 su inolvidable debut, Amar duele. “Sí, van a ser ya veinte años de carrera. Aunque en realidad empecé a cantar con 5 años… Cuando pienso en ese 2004 tan especial, me vienen a la cabeza cosas muy buenas”, afirma. “Porque cuando echo la vista atrás, no siento ningún tipo de arrepentimiento, algo que sí les pasa a otros artistas con los que he hablado. Fíjate si lo he tenido todo claro en mi vida. Hay recuerdos mejores y peores, claro, pero volvería a empezar de nuevo como lo hice en ese momento, sin miedo a nada ni a nadie”.

Ni miedo, ni vergüenza a mostrarse como es ni a decir y cantar todo lo que siente. Así es Falete, transparente. “Es que la persona que se escuda tras una pantalla no se muestra realmente, enseña una coraza. Nadie se merece no poder mostrarse al mundo tal cual es y siente”, afirma con rotundidad. “Cuando vas por la vida con seguridad, teniendo claro quién eres, de dónde vienes y hasta dónde quieres llegar, siempre con respeto hacia el prójimo, nada te frena en este mundo. Y a quien no le guste, que se quite de mi camino, que yo sigo”. Esa transparencia, en un mundo como el del flamenco, podría haberle traído problemas a la hora de ser aceptado, pero celebra que no haya sido así. “Me formé donde los flamencos se curten: en los tablaos, en las peñas flamencas… Un círculo más bien cerrado, muy de hombres, sí. Y yo no he sido un hombre nunca; me he expuesto siempre tal cual soy, como siento. Salían los típicos cantaores a actuar, con sus trajes de chaqueta, y yo con mis mantones de Manila y mis mantillas”.

Una maravilla haber crecido con esa seguridad, sin duda. “Es hora de que me eche faroles, claro que sí. Porque en la garganta tenía, y tengo, oro molío, y ante eso nadie puede echarme nada en cara. El arte no tiene fronteras, ni orientación sexual, ni es patrimonio de una etnia… Como está por encima de todo, cuando hay arte, tienen que agachar la cabeza, y callarse, hasta los más perros”. Borrar las fronteras entre géneros es algo que hizo desde sus inicios sin ningún objetivo premeditado; Falete simplemente se ha mostrado siempre como es, y con orgullo. Un referente del no binarismo que se sorprende cuando se lo decimos. “¿Qué me siento yo? Anfibio, maricón, ¡yo qué sé!”, bromea entre risas. “Es muy bonito que me tengan como referente, pero, como siempre he dicho, y seguiré diciendo, no soy ni hombre ni mujer, soy Falete. ¿Que siento como una mujer? Sí. ¿Que tengo más cojones que muchos hombres? También. Unos días me los recojo con horquillas y otros los dejo al aire, según me coja. Si eso es ser no binario, además de maricón que soy, pues ea, qué bonito”.

«¿Qué me siento? Anfibio, maricón, ¡yo qué sé!”

Cuenta que nunca tuvo un referente artístico, que quienes le inspiraron fueron siempre sus mayores. Que le dieran todo el apoyo para ser Falete fue para él “un lujazo”. Porque es consciente de que son muchas las personas LGTBIQ+ que se enfrentan a situaciones complicadas para vivir como son y como sienten. “Lo sé, hay muuucha gente que vive cosas muy feas… Yo no he sentido nunca desprecio ni rechazo, ni en casa ni en la calle”. Cree tener claro el porqué. “Sé que soy una persona que impone respeto porque tengo una personalidad fuerte y arrolladora. No sufrí bullying en la escuela por jugar con muñecas. Quizá porque cuando me cansaba, las soltaba y me iba a darle patadas a un balón con los niños… Tuve mucha suerte, porque haber tenido una infancia estructurada me dio seguridad cuando fui creciendo, y me ayudó a no tener miedo”.

Falete asegura no recordar cuándo se puso su primer vestido, y da una razón concreta para no tenerlo registrado en la memoria: “Es que mi primer vestido no era de tela, sino de sentimientos, y ya lo llevaba puesto al nacer”. Es evidente que el positivismo corre por sus venas, y por eso cuenta que el amor le ha tratado siembre bien. “Quien ha sido hijo de puta en el amor alguna que otra vez he sido yo, porque no me he dejado querer”. Cuenta que lleva ya ocho años con su actual pareja, y que agradece la estabilidad que le ha proporcionado esa relación. Es una relación discreta, lejos quedan los momentos en que seguíamos sus idas y venidas románticas por televisión. “Las cosas pasan porque tienen que pasar, y ya está”, afirma. “Te diré una cosa: cuando la madera es de caoba, la termita no se la come. Todas esas termitas se han terminado muriendo, y la mariquita aquí está, dura como ella misma”.

Ha recuperado su sitio como gran artista que es, y a día de hoy, si se habla de Falete es por sus éxitos profesionales. “Me enorgullece que sea así, obviamente. La música me merece todo el respeto del mundo, y viene conmigo en cada instante de mi vida. Salvo en casa, porque no voy a estar allí con la bata de cola”, bromea. Acto seguido, se confiesa profundamente perfeccionista. “Cuido hasta el más mínimo detalle, hasta los zapatos de mis músicos. Para que los lleven limpios, quiero decir, que los tacones ya me los pongo yo”. Que por algo es toda una folclórica. “Esa etiqueta sí me parece muy bonita”, puntualiza. “Y qué pocas vamos quedando de peineta y volantes”, se lamenta. “Sigue Isabel [Pantoja], que es de las auténticas, y ya… Hay una cantera de compañeras más jóvenes, pedazo de artistas, aunque no sean tan conocidas, pero reconocidas también a nivel internacional, pero para mí solo queda ella”.

«Qué pocas folclóricas vamos quedando de peineta y volantes»

Si le preguntas por un objetivo soñado de cara a este recién estrenado 2024, asegura que no lo tiene, “porque no soy de sueños, sino de realidades”. Nunca ha querido sentirse frustrado ante uno de esos sueños no realizados, así que ni se los plantea. Sí tiene claro que lo que desea para todo el mundo es que imperen “el respeto, la igualdad y el amor, porque con este se vence todo”. En estos momentos agitados en que son muchas las personas del colectivo que no se sienten respetadas ni queridas, tiene claro lo que siente que debemos hacer. “Vamos a enfrentarnos a quien sea como debemos, todos a una. Quien se quiere a sí mismo, sabe cuándo es momento de reclamar sus derechos. Así que tenemos que desechar esos complejos que la sociedad intenta imponernos a la fuerza”.