Cuatro años ha tardado en publicar su sorprendente segundo álbum, Dicotomía. Agoney arranca una nueva era más ambicioso y libre que nunca, y su música lo evidencia. Se lo ha dejado todo en el proyecto –incluido mucho dinero–, pero asegura que está feliz de haber invertido tanto en un disco que confía en que le dé el pase a una siguiente era, para poder seguir publicando música en sus propios términos, sin concesiones.
SHANGAY ⇒ Tenías ganas de que llegara este momento, ¿verdad?
AGONEY ⇒ Muchas. He estado tres años trabajando en este álbum. Es más fácil armar un proyecto cuando dispones de mogollón de recursos, pero no es mi caso. Me las arreglo, y creo que no lo he hecho tan mal [risas]. He conseguido mantenerme muchos años ya, y sigo creciendo e intentando mejorar. Porque soy muy perfeccionista.
SHANGAY ⇒ ¿Ha cambiado mucho tu realidad en este tiempo?
AGONEY ⇒ Como no quiero estar rodeado de gente que no me aporte, o que tenga una energía negativa, a todas esas personas que estaban a mi alrededor me las he cargado. De hecho, Acero, una de las canciones, habla de eso; me he quitado un buen lastre de encima. Si no lo hice antes fue por miedo, porque algunas personas me coaccionaban. Una me llego a decir que sin ella me iba a quedar sin nada y me tendría que volver a mi casa de Tenerife… Pues mira, mejor solo que mal acompañado.
SHANGAY ⇒ ¿Te apetecía arriesgar con este disco?
AGONEY ⇒ Sí, es lo que me apetecía. Quiero poder mirar atrás y decir «me lo gocé mucho». Era consciente de que estaba haciendo un álbum de música electrónica muy concreta, poco pop, y en un momento dado pensé: «A lo mejor dentro de cincuenta años no me va a apetecer cantar esto…». ¿Pero por qué voy a estar haciendo música con esas ideas en la cabeza? Igual un día de estos me atropella un camión y ya no estoy aquí. Lo he vivido en mis carnes, cuando un familiar se ha ido de un día para otro, sin esperarlo [recordemos que la canción Tormenta se la ha inspirado su madre, que falleció en 2018]. Qué mal que muchas personas de mi entorno no disfrutaron de la vida como tenían que haberlo hecho. Por eso sigo a rajatabla el consejo que me dieron: «Disfruta siempre de todo lo que haces».
«A todas las personas con energía negativa que tenía a mi alrededor me las he cargado»
SHANGAY ⇒ ¿Te cuesta?
AGONEY ⇒ Mucho. Pero procuro meditar y reflexionar mucho sobre lo que hago en mi día a día. No me doy el lujo de angustiarme por cosas que no lo merecen, intento relativizar.
SHANGAY ⇒ ¿Por eso en este disco has querido mostrar reflexiones y vivencias muy personales?
AGONEY ⇒ Sí. Por eso arranca con Tormenta, que es una venganza por lo mucho que hicieron sufrir a mi madre en vida. Se fue diciéndome que fuera feliz siempre, que no me atara a nada ni a nadie, que fuera libre, y eso lo llevo por bandera. Me emociono siempre que la canto, aunque cuando la escribí estaba todavía muy enfadado con el mundo. A partir de ahí, en el disco me voy directo al infierno [risas]. Porque para ver la luz primero hay que sentir la oscuridad. Creé un lugar que, a pesar de ser oscuro, tiene mucha luz. Una discoteca, vamos [risas].
SHANGAY ⇒ ¿Qué esperas que provoque en el público el visual álbum que acompañará a Dicotomía?
AGONEY ⇒ Una mejor comprensión de la idea que quiero compartir con el disco. Es que a mí me gustan mucho los vídeos, y sentía la necesidad de que cada canción fuese acompañada de su videoclip. No es un visual álbum de millones, y no sé qué impacto va a tener, pero lo hemos hecho con mucho cariño y tengo muchas ganas de que se vea entero. ¡Y por fin hay vídeo de Quiero arder, se hizo justicia! [risas].
«Me han mandado tantas veces al infierno que quise crearme uno en el disco que fuese un espacio seguro»
SHANGAY ⇒ Quiero arder cobra por fin pleno sentido en el contexto del disco…
AGONEY ⇒ Claro, ahora se entiende más. Cuando estaba decidiendo presentarla al Benidorm Fest me vi contra la espada y la pared: ¿la saco o no? Nadie iba a entender el contexto. Pero el mensaje era perfecto, tenía que ir con ella.
SHANGAY ⇒ ¿Qué te hace arder a día de hoy?
AGONEY ⇒ Bueno, es que me han mandado tantas veces al infierno. Y ya que lo hacen, quise crearme un espacio seguro en el que quiero arder, y hacer arder a todos. Para que vivamos con mucha intensidad.
SHANGAY ⇒ ¿Estás en paz con el Benidorm Fest a estas alturas?
AGONEY ⇒ Nunca he estado enfadado, todo lo contrario. Siempre agradeceré que existan espacios para que los artistas puedan cantar en directo, porque no hay tantos. Pusimos todo el amor del mundo en ese trabajo, y me quedé muy contento con lo que hicimos.
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SHANGAY ⇒ Tu primer disco lo titulaste Libertad, y en este el concepto de liberación vuelve a estar muy presente…
AGONEY ⇒ Quería desmarcarme de aquello, pero es que, al final, la necesidad de libertad forma parte de mi naturaleza. Quizá porque viví una adolescencia en la que no me sentía tan libre. He peleado mucho por serlo, y sigue siendo una lucha interna que está ahí, en todos los ámbitos, no solo en lo sexual y lo personal, también en la música.
SHANGAY ⇒ Esa liberación sexual está muy presente tanto en la música como en ese visual álbum que va a acompañar este lanzamiento…
AGONEY ⇒ Sí, porque disfruto mucho de la libre sexualidad. El sexo me inspira mucho a la hora de hacer música. Se ve en canciones como Redención o 1 en vez de 3. Esta última realmente es un tango que nació después de una noche en que me volví un poco loco y viví una experiencia maravillosa. En la letra queda todo muy claro, hablo de un trío. Llegué a casa, apagué el coche, y a oscuras pensé en que nunca había vivido algo así antes. Fue tan bonito que lo quise escribir: «Ella, tú y yo nos fusionamos en uno…». Del tango me la llevé a la electrónica máxima, porque el final del tema representa el éxtasis.
«‘En ‘1 en vez de 3’ canto: «Ella, tú y yo nos fusionamos en uno»… Un trío maravilloso me inspiró la canción»
SHANGAY ⇒ Mucho éxtasis hay en este disco, ¿no?
AGONEY ⇒ Mucho. Nada que ver con drogas, ¿eh? Que habrá gente que piense que me he drogado a full, y nunca he probado las drogas recreativas. Creo que si lo hiciera me engancharía fácilmente. Solo bebo alcohol. Es que no lo he necesitado, ya voy a tope en la vida por mí mismo [risas]. Puedes verme de fiesta y pensar que voy un poco drogado, pero no, eso es que me ves disfrutando. En la canción Éxtasis hablo de él en otro sentido, y de lo que supone engancharse a algo de una manera muy fuerte: sea el sexo, el amor, sea a una persona en concreto, a la música…
SHANGAY ⇒ ¿A qué estás tú más enganchado?
AGONEY ⇒ A hacer las cosas a mi manera; necesito tener todo muy estructurado. Y a la soledad.
SHANGAY ⇒ Aunque ahora tienes pareja…
AGONEY ⇒ Sí. Pero a Marc [Montojo, coreógrafo y bailarín] también le gusta la soledad. A pesar de vivir juntos, estamos muy a menudo cada uno en nuestro mundo. Es muy divertido, porque a veces le miro y pienso «ahora mismo no me ve, está metido en su movida». Vamos a hacer tres años juntos, nunca había estado tanto tiempo con una persona. Ni me había sentido tan relajado y sin miedo a nada; supongo que tendrá que ver con la edad. Claro, ya no vivo esta relación con los nervios y la intensidad de cuando era adolescente… Tardamos tiempo desde que nos conocimos y quedamos por primera vez hasta que «hicimos algo»; soy atípico y un poco antiguo para eso [risas]. Todo salió de manera muy natural, y mira, tres años ya. ¡Y los que quedan!
SHANGAY ⇒ Dices en una de tus nuevas canciones: «Aunque quiera, yo no sé mentir». ¿Es autobiografía pura?
AGONEY ⇒ Sí, no sé mentir. Se me nota mucho cuando lo hago, y a veces decir la verdad me ha pasado factura. Procuro ser muy comedido cuando hablo; salvo cuando me enfado, que entonces lo suelto todo. Si siento algo de verdad y lo digo es porque antes lo he reflexionado.
SHANGAY ⇒ Hace poco viviste un episodio muy desagradable durante una actuación en Canarias, en que tuviste que soportar insultos homófobos que denunciaste en redes. No te callaste…
AGONEY ⇒ Hablé de ello al día siguiente. No lo hice en el momento, y me arrepiento. Me quedé en shock. Normalmente, cuando vivo confrontaciones así, me enfrento a quienes las provocan directamente. Recuerdo una vez, en plena Gran Vía de Madrid, que unos señores empezaron a llamarme maricón e hice en el momento un directo en Instagram. En esta última ocasión, en Gran Canaria, me quedé paralizado, porque no me lo esperaba. Nada más salir al escenario empiezo a escuchar «¡maricón, maricón!». Es un problema contra el que hay que luchar, y obviamente voy a seguir denunciándolo en redes siempre que me ocurra algo así.
«No te extrañe que la próxima vez que alguien me grite ‘maricón’ se lleve un microfonazo»
SHANGAY ⇒ Con lo liberado que estás, lo que te faltaba…
AGONEY ⇒ Es que no te extrañe que la próxima vez que me pase alguien se lleve un buen microfonazo. Es triste que este tipo de situaciones no sean siempre noticia… Se lo cuento a mi familia y se sorprenden: «¿Pero es que eso sigue pasando?». ¡Y tanto! Si viajo con mi pareja a otro país, googleo antes para informarme sobre la situación frente a la homofobia allí, busco en foros… Porque de primeras no sé si podremos ir de la mano cuando lo visitemos. Y eso, desgraciadamente, pasa incluso dentro de Europa en 2024. Me dicen «qué pesado eres, Agoney, hablando de eso otra vez», pero es que lo que no se visibiliza no existe.
SHANGAY ⇒ ¿Sientes muchas inseguridades como artista a día de hoy?
AGONEY ⇒ Cada día más. Pero según veo es lo normal, así que no me preocupo. Recuerdo ver lo nerviosa que se ponía Ana Belén [cuando participaron juntos en el programa Dúos increíbles], y eso me calmaba. ¡Una artista tan grande como ella! Poder compartirlo y ver que era algo real para los dos fue guay. Comprobé que no era algo solo mío porque pueda sentir que no lo voy a hacer bien; es bonito saber que no estás solo.