Crítica. 'La gaviota' en el CDN, una versión teatral libre de prejuicios y una gratísima sorpresa

Con un elenco formado casi en su totalidad por actores ciegos o con baja visión, 'La gaviota' que se puede ver en el CDN es un montaje original y desprejuiciado.

'La gaviota' se puede ver en el Centro Dramático Nacional. Foto: Bárbara Sánchez Palomero
'La gaviota' se puede ver en el Centro Dramático Nacional. Foto: Bárbara Sánchez Palomero
14 octubre, 2024
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La nueva temporada teatral ya está en pleno apogeo, y ha llegado al Centro Dramático Nacional en Madrid, a la sala Francisco Nieva del Teatro Valle-Inclán, una versión libre de La gaviota, de la mano y el arte de la dramaturga peruana Chela de Ferrari.

Precedida del éxito en el pasado Festival de Teatro de Avignon, con un elenco formado casi en su totalidad por actores ciegos o con baja visión, estamos ante una creación que es una gratísima sorpresa. Una versión de la conocida obra de Chéjov La gaviota que, desde el minuto cero, te plantea imaginativas concepciones estéticas, libres de prejuicios ante las diferentes capacidades.

'La gaviota' en el CDN. Foto: Bárbara Sánchez Palomero

Original desde su planteamiento inicial, cuando la regidora, interpretada con gran acierto por Macarena Sanz, comenta que lo que más le interesa a la directora es mostrar todo aquello que no se ve en un montaje al uso, en clara referencia a la percepción del mundo a través del no-ver de los protagonistas. Para que no haya incómodos obstáculos, los técnicos comienzan a desmontar toda la escenografía de esa casa decimonónica donde se desarrolla normalmente el drama del texto de Chéjov, hasta que en un escenario desnudo, marcado con señales táctiles en el suelo, van incorporándose los actores, que desde el principio están mezclados entre el público.

Chela de Ferrari comprende e investiga la disparidad, como ya hizo en su Hamlet para ocho actores con síndrome de Down. Lo que intenta en su dirección es alejarnos de las dificultades que esta supone para hacernos descubrir la hermosa diversidad que una actitud corporal distinta puede aportar.

'La gaviota' en el CDN. Foto: Bárbara Sánchez Palomero

La llegada de los intérpretes a escena es una clara muestra de su intención. Algunos se pasean con elegancia y facilidad, otros usan técnicas para localizarse, como un bastón, pero la aparición entre cajas de la joven Belén González del Amo es una toda una declaración de intenciones: si necesita ayuda, no duda de salirse del papel para llamar a la regidora y pedirle que la coloque en su marca. Es encantador el instante en el que cuenta cómo a veces le critican la posición de su cabeza o el atípico movimiento de sus manos; ahí es cuando adviertes que sus sentidos no son los de la mayoría y que su poética única nace precisamente de estas diferencias.

El texto de La gaviota sirve para adentrarnos en el ensayo de una surrealista pieza que el desdichado autor teatral Konstantin, perfectamente integrado en el papel por Eduart Mediterrani, está en plena creación. Pero se entra y se sale del relato para contarnos muchas más cosas. Un ejemplo es el uso de las originales proyecciones de Emilio Valenzuela apoyadas en la perspicaz iluminación de David Picazo, que en un momento determinado paran toda acción y nos hacen percibir con imágenes e intensidades de luz cómo se “ve” el mundo desde los diferentes niveles de ceguera. Ahí es cuando alguien le pregunta a la invidente Belén que si lo ve todo negro y ella confiesa: “No, simplemente no lo veo”. Todo un mundo de sensaciones estalla a nuestro alrededor cuando somos capaces de dejar de ver solo para sentir este teatro multisensorial que se nos propone.

'La gaviota' en el CDN. Foto: Bárbara Sánchez Palomero

A partir del momento en que quedan claras las líneas de trabajo, todo vale, se rompe la cuarta pared, se baila y se canta de la mano del simpático músico en escena Nacho Bilbao. Hay karaoke de Camilo Sesto y humor al pedir a gritos a la regidora que aumente el tamaño de los sobretítulos. Pero en todo momento la fuerza vital y el drama que la obra destila no se pierde. Sobrecoge la escena de violación o el intento de suicidio entre cajas del autor. Todo resulta tremendamente orgánico y creíble.

Sin duda, es la labor de una buena dirección lo que ha hecho de esta función algo especial. Cuando creemos que todos los trucos ya están explotados, nos sorprende un último acto en el que, a modo de lectura dramatizada y sentados en círculo, se llega al desenlace. Es en este momento, desnudo de adornos, cuando la fuerza actoral toma mayor presencia, es un reto superado con creces y su verdad llega a erizar el vello de la nuca.

'La gaviota' en el CDN. Foto: Bárbara Sánchez Palomero

Todas las interpretaciones se merecen una reseña, tod@s están fantástic@s, aunque son las actrices las que se llevan la palma. La elegante Lola Robles en su papel de la trasnochada actriz Arkadina está que se sale. La albina Patty Bonet, como la irreverente Mascha, proporciona momentos divertidos y delirantes. El descubrimiento como actriz de la sensible y espontánea Belén González del Amo es algo que va a quedar en el recuerdo de todos los que hemos disfrutado de la libertad del vuelo de esta versión de La gaviota.

⭐⭐⭐⭐⭐

LA GAVIOTA SE REPRESENTA EN LA SALA FRANCISCO NIEVA DEL TEATRO VALLE-INCLÁN (PZA. ANA DIOSDADO, S/N) DE AMDRID HASTA EL 10 DE NOVIEMBRE

FOTOS: BÁRBARA SÁNCHEZ PALOMERO

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