El sobrecogedor ‘Diálogos de carmelitas’ de Robert Carsen llega, en estado de gracia, a Les Arts de Valencia

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Volvió a producirse la magia que tan pocas veces se consigue: silencio sepulcral, cuasi religioso, en la sala cuando cae el telón (es metafórico en este caso) tras el Salve Regina que Francis Poulenc compuso para esta obra maestra que es Diálogos de carmelitas (Dialogues des Carmélites), que estrenó por encargo de La Scala en 1957, siete años después de su no menos espléndido Stabat Mater.

Resulta curioso que un músico como Francis Poulenc, abiertamente homosexual (para muchos musicólogos e historiadores el primer compositor gay en salir del armario) sea el autor de estas dos obras maestras de la música sacra en unos años tan desacralizados como fueron los del mediado pasado siglo XX. Porque sí, Dialogos de carmelitas es una ópera que podríamos bautizar como sacra. Una obra ambientada en los años de la Revolución Francesa, pero la trama –basada en la novela La última en el cadalso, de la escritora y teóloga protestante, convertida al catolicismo, Gertrud von Le Fort– es de una profundidad espiritual tan grande, con la sublime partitura puesta a su servicio, que hace que la trama revolucionaria pase a un segundo plano.

Esa profundidad se refleja en unas magistrales páginas de bellísima música, pese estar concebida en esos años tan duros –por decirlo de una manera elegante– para los oídos del espectador que, sin embargo, son reflejo estético de las vanguardias de esos años. Esa maravillosa partitura encontró en Riccardo Minasi y en la Orquestra de la Comunitat Valenciana a los mejores aliados para esta puesta en escena, ya mítica, de Robert Carsen que, subió en estado de gracia al imponente escenario del Palau de Les Arts Reina Sofía.

La propuesta de Carsen de esta joya que es Diálogos de carmelitas solo tiene un fallo: una vez que se ve este montaje resulta complicado poder disfrutar de esta obra en su plenitud en otra producción diferente. Es el mejor ejemplo de cómo llenar un escenario con nada, sin decorados, solo poniendo el talento de la buena dirección teatral al servicio de una partitura y un libreto magistrales. La música y el texto encuentran en la dirección de actores, y en el soberbio uso de la luz, a los mejores aliados para alcanzar cotas insuperables, sublimes, de ópera en estado puro. Usando un fácil símil religioso –que no desentona en una obra como esta, y al margen de creencias personales de cada persona– vive en ‘pecado mortal operístico’ cualquier aficionado que nunca haya visto esta producción. Quedan varias funciones en el Palau.

Esta joya llegó a Valencia con más vigencia que nunca. Han pasado veintitrés años desde su estreno (la producción original es de 2002 para Ópera de Ámsterdam, y en España se vio por vez primera en el Teatro Real en 2006) pero Carsen ha sabido seguir cuidando en los ensayos cada detalle con cada uno de los protagonistas. Se nota, y mucho, en lo que vimos en escena. La mezzo Doris Soffeln nos regala a una Madame de Croissy al altisimo nivel. La veterana cantante alemana domina su instrumento como solo ella sabe, y lo pone al servicio de su papel, consiguiendo momentos sublimes y llevándose la gran ovación de la noche en los saludos. Ya en su diálogo con Blanche de La Force (magnífica la soprano Alexandra Marcellier) del comienzo del segundo cuadro ambas dejaron claro por dónde iban a ir las cosas durante toda la función: bellísima, sobrecogedora, desgarradora escena, maravillosamente acompañada por la orquesta, que destacó sobremanera a lo largo de la velada, en especial en los interludios musicales, momentos cumbre de la partitura.

No es una obra fácil Diálogos de carmelitas. En absoluto. Un más que sólido elenco (Nicolas Cavallier, marques de La Force, padre de Blance; Valentin Thill, Cavaller de La Force, su hermano; Ambur Braid, Madame Lidoine, nueva madre superiora; Michèle Losier, Marie de l’Incarnation; Sandra Hamaoui, sor Constance de Saint-Denis; Marina Rodríguez-Cusi, Jeanne de l’Enfant Jésus) brilló con voz, y presencia propia, al servicio de esta maravilla. Con ellos, el Cor de la Generalitat Valenciana titular de la ambiciosa y completa programación de ópera de Les Arts. Los alumnos del Centro de Perfeccionamiento participan en todas la producciones de la casa durante la temporada, algo que es un verdadero lujo para todos esos jóvenes cantantes y para los espectadores.

No, el tiempo no ha pasado en absoluto sobre esta propuesta de Carsen para esta maravillosa, complicada,  sublime obra de Poulenc. Por lo que hemos visto en el Palau de Les Arts Reina Sofía de Valencia, el tiempo solo corre para todas aquellas personas que no hayan visto este espectáculo redondo sobre una de las óperas más sobrecogedoras del siglo XX.

Cuando el silencio, cuasi religioso, se adueña de una sala sobrecogida, y lo hace desde antes de que comience la función, con el escenario a telón subido y sin aplausos en el saludo al director de orquesta. Cuando el sobrecogedor silencio logra conquistar esta realidad de un 2025 lleno de terrible y desgarrador ruido exterior, es que se ha producido el milagro de la ópera. Algo que ocurre muy pocas veces.