Si en Mientras dure la guerra Alejandro Amenábar rescató la figura de Miguel de Unamuno, en esta ocasión, con El cautivo, se centra en otro Miguel ilustre de nuestra historia: Cervantes –interpretado por Julio Peña–. Concretamente, en los años que vivió preso en Argel, donde empezó a nacer el gran narrador que llevaba dentro. «Me echo otra vez al ruedo», bromea. «Es como presentarte a una oposición que llevas preparándote mucho tiempo. Lo curioso es que el tiempo que tardas en preparar el ‘plato’ es desproporcionado en comparación con lo poco que se tarda en consumir«.
Se puede considerar Alejandro Amenábar un gran afortunado en nuestra industria, dado que no son tantos los creadores que se pueden permitir un período de preparación para una película tan largo como él. «En realidad, este proyecto nació hace ocho años», explica. «Estaba a punto de rodar Mientras dure la guerra, se nos cayó la financiación y me hundí en un pozo negro. Centrarme en investigar a Cervantes fue mi tabla de salvación. Es verdad que, afortunadamente, puedo permitirme el ritmo que marcan mi creatividad y mis inquietudes». Y con el Cervantes que retrata tiene algo claro en común: «Me gusta incidir en el aspecto lúdico de contar historias».
SHANGAY ⇒ ¿Por qué te interesa tanto el cine histórico?
ALEJANDRO AMENÁBAR ⇒ La verdad es que nunca pensé que acabaría haciendo películas históricas. Llevo tres; bueno, basadas en hechos reales, cuatro. En realidad, siempre me gustó la historia, desde niño. Porque era capaz de entrever las historias con minúscula que se podían tejer a partir de la que va con mayúscula. Ahora mismo, mirar hacia atrás me da claves para entender el presente y proyectarnos hacia el futuro.
SHANGAY ⇒ ¿No te ves ahora dirigiendo una película ambientada en la actualidad?
ALEJANDRO AMENÁBAR ⇒ Sí. De hecho, el proyecto que tengo entre manos no tiene nada que ver con la historia. Desde luego, no está ambientada hace cuatro siglos…
«Tampoco es que mi película afirme rotundamente que Cervantes era gay»
SHANGAY ⇒ ¿Por qué se considera esta película «polémica»?
ALEJANDRO AMENÁBAR ⇒ Es más lo que todos nosotros (me incluyo) estamos proyectando sobre lo que puede pasar con la película que lo que pueda ser la realidad. Obviamente, interesa que se hable de la película, y a veces la polémica ayuda, pero creo que esta película es mucho más que eso. Es una visión que tengo de Cervantes, después de todo lo que he leído, aprendido e investigado. Es fruto de mi imaginación y, sobre todo, es una película sobre el arte de contar historias. Porque hablamos de uno de los mejores contadores de historias de todos los tiempos. Ese es para mí su principal gancho.
SHANGAY ⇒ ¿Te sientes un profesor de historia avanzado?
ALEJANDRO AMENÁBAR ⇒ Esto no es un ensayo histórico. Lo importante es que la película, por lo menos, despierte la curiosidad en la gente por saber quién era ese tipo.
SHANGAY ⇒ ¿En qué momento descubres la posibilidad de que Cervantes fuera gay o bisexual?
ALEJANDRO AMENÁBAR ⇒ Me tropiezo con esta hipótesis prácticamente en el momento en que empiezo a investigar. Mi productor, Fernando Bovaira, me planteó la posibilidad de que esta fuese una película de aventuras y de fugas. Leí algún ensayo, y en prácticamente todos los libros publicados sobre él a partir de los 80 se explora esa posibilidad. Fue cuando la historia se convirtió para mí en algo realmente interesante. Yo, que nunca me he sentido llamado a contar una historia gay, o a incluir personajes gais, ni a hablar de mi experiencia o de mi drama a raíz de mi condición de gay, aquí encontré una conexión muy fuerte y muy bonita. Y donde menos lo esperaba, a través del personaje de Cervantes.
SHANGAY ⇒ ¿Cuál fue ese drama personal al que has hecho mención?
ALEJANDRO AMENÁBAR ⇒ Todos vivimos un pequeño drama cuando tenemos que salir del armario, en el momento en que no lo asumes… Mi drama ha sido mucho menor comparado al que se podía sufrir en el siglo XVI siendo gay. Tampoco es que la película afirme rotundamente que Cervantes lo era. Se va a dar un fenómeno muy bonito, pues el público será el que complete El cautivo y decida íntimamente qué siente el protagonista.
SHANGAY ⇒ ¿Por qué no quisiste ser más explícito a la hora de plantear su posible homosexualidad?
ALEJANDRO AMENÁBAR ⇒ Yo sí quise. En un momento dado, eso estaba más desdibujado, y le pregunté a mi productor: «¿A quién estoy intentando complacer? Quiero contar mi historia y tomar ciertas decisiones». Buscaba mostrar una relación recíproca entre cautivo y captor, y así está hecho, elegantemente. Hasta casi subliminalmente, me atrevería a decir. Si hay gente que se siente ofendida por lo que cuento o por cómo lo cuento, tengo que pensar que el problema está en ellos, no en la película.
SHANGAY ⇒ Siendo la primera vez que retratas intimidad entre dos hombres, ¿por qué no has querido ser excesivamente explícito?
ALEJANDRO AMENÁBAR ⇒ Primero, he de admitir que el sexo en el cine me ha aburrido siempre. Me interesa más todo lo que surge en una pareja cuando se ha apagado la llama de la pasión. No tenía sentido cargar las tintas ahí, aunque hubiese sido más polémico, a la vez que deshonesto con mi manera de ver el sexo en el cine. Me interesaba más la conexión emocional e intelectual entre el bajá y Miguel de Cervantes.
SHANGAY ⇒ Entonces, ¿no ruedas escenas sexuales porque no disfrutas el sexo en el cine?
ALEJANDRO AMENÁBAR ⇒ Sí, les doy una importancia relativa. Alguna vez he dicho alguna barbaridad como que no siento especial predilección por el cine con temática gay. Pero Call Me By Your Name, en la que hay elementos sexuales, aunque tampoco tan explícitos, es una de mis cinco películas favoritas.
SHANGAY ⇒ Eduardo Noriega, Álvaro Mel, Julio Peña… ¿Qué te atrae a la hora de trabajar con actores de belleza normativa, a cuyo físico se suele dar tanta relevancia?
ALEJANDRO AMENÁBAR ⇒ Eduardo [en Tesis] representaba una imagen iconográfica fuerte, la del poder de la belleza, así que el actor tenía que ser atractivo. En el caso de Julio Peña, una de las cosas que aprendí al profundizar en Cervantes es que no hay ni un solo retrato acreditado suyo. No se sabe cómo era, solo en base a la descripción que él hace de sí mismo en el prólogo de las Novelas ejemplares. Era un lienzo en blanco. Y hablamos de un tipo seductor, con carisma, con luz y también con un punto de picardía y de garra. Julio lo ha hecho con mucha intuición y mucha inteligencia. Si a eso le sumas que Julio es una persona físicamente muy atractiva, pues perfecto.
SHANGAY ⇒ Muestras el Argel de siglo XVI como un paraíso de libertad sexual, algo difícil de imaginar a día de hoy…
ALEJANDRO AMENÁBAR ⇒ Me resultaba muy interesante el contexto. Cuando leí en las crónicas de Antonio de Sosa, que fue compañero de cautiverio de Cervantes, cómo era la vida en Argel, y la permisividad sexual, y en concreto homosexual, que había, la convertía en muy contemporánea. Y eso en la Argelia de hoy sería impensable…
SHANGAY ⇒ ¿Cómo vives tú en este momento la manera en que se nos ataca al colectivo LGTBIQ+?
ALEJANDRO AMENÁBAR ⇒ Hemos pasado una etapa de enormes avances sociales, no solo para el colectivo, y en cierta parte de la sociedad ha provocado una reacción: una especie de búsqueda de vuelta melancólica al pasado. Yo miro al pasado, porque no hay que obsesionarse con vivir en un pasado que no va a volver. Hay que afrontar los problemas de integración para los distintos colectivos. Para mí, el más significativo, e insólito, ha sido el que ha confrontado al feminismo tradicional con el movimiento trans. Es algo sobre lo que he tenido que aprender sobre la marcha. Igual que hace dos años no sabía lo que eran las personas no binarias o el género fluido. Se ha producido un choque de trenes, y de él se alimenta la ultraderecha para defender una vuelta a los valores tradicionales. Creo que es algo que tiene poco recorrido porque, al final, vamos a ir hacia adelante. Aunque soy consciente de que las agresiones están aumentando. Y yo mismo, hace un año, iba de la mano de una persona de mi mismo sexo por la calle, y nos pararon unos chavalines para hacernos un interrogatorio. Igual que una vez me gritaron «maricón» por la calle. Y me llegaron a insultar por ser chileno. Pero han sido cosas puntuales. Y es verdad que en mi profesión no supone una cortapisa ser gay.
SHANGAY ⇒ ¿Cómo recuerdas tu salida del armario coincidiendo con el estreno de Mar adentro?
ALEJANDRO AMENÁBAR ⇒ Lo medité como todas las cosas importantes que hago. No quería vivir una mentira. Por un lado, siempre he sido muy reticente a exponer mi vida privada. Pero no entendía cómo me tenía que someter de pronto a un cuestionario en donde se me preguntara por mi mujer ideal, dando por hecho que me gustaban las chicas. Preferí vivirlo con normalidad; muerto el perro, se acabó la rabia. Es algo que no valoré en su momento, pero ahora me doy cuenta de que en el momento en que sales del armario y eres una figura pública, estás ayudando a mucha gente joven.
SHANGAY ⇒ ¿Cómo es posible que una figura pública como tú sobreviva sin redes sociales?
ALEJANDRO AMENÁBAR ⇒ Igual me estoy creando una tara en el cerebro… Lo he intentado dos veces, ¿eh? No aguanté ni un mes. Afortunadamente, están los grupos de WhatsApp, a los que se mandan cosas que aparecen en redes, con lo cual gracias a cuatro o cinco amigos sigo conectado con ese mundo. Una de las razones por las que renuncié a ellas es por el tiempo que consumen. Igual que en su día me quité el Tetris del ordenador. Es que lo he visto en parejas que he tenido: cómo en vez de recurrir a la lectura por la noche están haciendo scroll y pasando stories, a veces durante horas… Yo valoro mi tiempo muchísimo como para hacer eso.