«Al levantarse el telón se canta el himno al Sol, que asciende en el firmamento en el comienzo del día». Así comienza el libreto de Isis, esta desconocida ópera de Pietro Mascagni, estrenada en 1898 –ocho años después de la mucho más conocida Caballeria rusticana– con un argumento está basado en poemas japoneses que rememoran viejas leyendas, algo muy de moda en la Italia de aquellos años: la primera versión de la Madama Butterfly de Puccini se había estrenado, sin éxito, en La Scala en 1904.
Esta ópera nunca se había escuchado en el Teatro Real, y el pasado sábado 4 de octubre subió en versión concierto. Pero, pese a no estar representada, Ermonela Jaho, como Iris, habló de tú a tú con el Sol nada más salir al escenario y, con ella, todo el reparto de esta preciosa ópera. Una gran noche de la mejor ópera, en la que los magnífico cuerpos estables del la casa, la Orquesta y el Coro Titulares del Teatro Real, volvieron a ser clave para este rotundo triunfo.
En la sala aún resuenan los ecos de la Cio-Cio San de una Ermonela Jaho sublime en la Madama Butterfly que cerró la temporada de 2017. Imposible olvidar esas funciones. Ahora las ha revalidado, a lo grande, con otro frágil personaje japonés, pero en una obra muchísimo menos conocida, como es esta ópera de uno de los compositores emblemáticos del verismo, que llega para sus tres personajes claramente principales, con las mejores voces imaginables: la soprano albanesa, el tenor Gregory Kunde y el bajo koreano Jongmin Park.

Gregory Kunde, un imponente Osaka en Iris, de Mascagni, en el Teatro Real. Foto: Javier del Real.
Ermonela afrontó un personaje tan frágil y delicado como solo una mujer de voz tan exquisita sabe (y puede) hacer. Desde que habló con el Sol nada más comenzar la ópera, hasta el trágico final en el que los rayos del astro rey «la acompañan al paraíso». No se puede cantar mejor, de manera más sutil, elegante, sublime. Con ella, el ‘malo’ de la historia, Osaka, un Gregory Kunde que sigue sorprendiendo tanto por su capacidad vocal como por su imponente presencia escénica. Impresionante el larguísimo dúo de ambos en el segundo acto, Or dammi il bracio tuo, que recorrió como un escalofrío desde el escenario hasta la última butaca del paraíso. El terceto protagonista lo cierra, también a un nivel superlativo, Jongmin Park, el pobre padre ciego de Isis. Un trío de nivelazo absoluto.
Pero la cosa no queda aquí: en papeles menos principales de la obra, la velada continuó regalándonos las voces del barítono argentino Germán Enrique Alcántara como un rotundo Kyoto (cómplice de Osaka y dueño del prostíbulo en el que secuestran a Isis), la soprano extremeña Carmen Solís en su doble papel Dhia y de Geisha y el tenor cordobés Pablo García-López, que por fin tiene en el Real un papel que, aunque muy corto, tiene una importante presencia y que él afrontó de manera magistral.
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La elegantísima batuta de Daniele Callegari sacó oro molido de la estupenda Orquesta Titular del Teatro Real en esta obra, con momentos que recuerdan a Cavalleria Rusticana, que es como una ola musical, sutil y envolvente, un ‘todo continuo’ de principio a fin, con pocas posibilidades para la interrupción y poder así celebrar los grandes momentos que nos llegaban a la sala desde el escenario.
Una vez más, el Coro Titular, a las órdenes de su director, José Luis Basso, en una obra como esta, en la que las páginas corales van de la sutiliza al apabullamiento, volvió a enamorar a la sala y a llevarse la gran ovación de la noche. Pero eso ya no es noticia.
Han sido ya varias óperas en versión concierto en el Real las que nos han traído los repartos más rotundos de los últimos meses: Attila, el pasado mes de mayo con Christian Van Horn, Sondra Radvanovsky, Michael Fabiano y Artur Rucinski bajo la estupenda batuta de Nicola Luisotti (ayer en la sala, disfrutando de la noche); I Lombardi alla Prima Crociata, en julio, con Lidia Fridman, Francesco Meli, Ivan Ayón Rivas y Marko Mimica bajo la batuta de Daniel Oren y ahora esta maravilla de la que se podrá disfrutar por segunda y última vez el martes 7 de octubre. Imprescindible.
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