Desgraciadamente, la historia no es nueva. Alguien creó una cuenta falsa en Grindr y empezó a chatear con los usuarios. Un joven, cuya identidad se desconoce, queda con él para verse. Hasta aquí todo normal, pero al llegar a la cita el chico se encuentra con tres tipos que le propinan una paliza que le deja conmocionado en el suelo, y después le roban sus pertenencias.
Nada se sabe de la identidad de los agresores, que a buen seguro utilizaron alguna foto falsa para el perfil. Tampoco se conoce el estado de la víctima, pero el OCH ya le ha ofrecido todo su apoyo, tanto psicológico como jurídico.
Aunque hemos avanzado en tema de derechos, estamos muy lejos de poder salir seguros a la calle, de disfrutar libremente de ser quienes somos y vivir nuestra sexualidad libremente.
Este caso se suma a la larga lista de agresiones homófobas, que sigue en aumento año tras año. Todos nos acordamos del asesinato de Samuel el verano pasado, que provocó numerosas manifestaciones de repulsa por todo el país. Se generó un gran debate sobre si su homosexualidad fue la causa real del asesinato, lo que solo refleja el negacionismo latente que todavía vive en nuestro país con respecto a la homofobia.
Lo que está claro es que el colectivo LGTB sigue estando desprotegido. No podemos sentirnos seguros ni siquiera en nuestras aplicaciones de ligue, ni yendo solos a ciertas horas de la noche, ni a veces, simplemente, yendo de la mano con nuestra pareja.