Dani Tatay, protagonista de 'Dirty Dancing': “Siempre salgo al escenario a morir, y si muero…, que salga el sustituto”

Temas: Baile, Entrevista, Musical

Desde bien pequeño, Dani Tatay se sintió atraído por el baile. Pero, como él dice, “entonces me pasó lo que pasa siempre: los padres quieren que sus hijas hagan ballet, y sus hijos, deporte”. Por ello, empezó a hacer natación con seis años. Nadaba dos horas al día durante la semana y luego competía.

Pero Tatay sentía curiosidad por el mundo del arte, y decidió actuar por su cuenta. “Tenía el gusanillo de hacer algo artístico, y en el colegio teníamos actividades extraescolares. Empecé a hacer teatro, musicales…”.

 

Comenzó a dedicarse a ello de manera profesional con 18 años. “Conocí a gente que bailaba. Me apunté a una academia en plan hobby, y ahí empecé a tomármelo en serio. Dejé el trabajo y la universidad para cumplir un sueño que estaba guardado en el baúl”, nos cuenta. 

Tatay explica que su primer año fue “un poco de prueba”. Estuvo en Valencia estudiando tres años; después, empezó a trabajar y, con 27 años, se mudó a Madrid. «Empecé de cero a cumplir sueños, como bailarín y como actor”.

Su papel en El guardaespaldas

El bailarín dio el salto a los escenarios con el musical El guardaespaldas. Al principio, Tatay interpretaba a un personaje secundario y, además, era el sustituto del protagonista, encarnado por Iván Sánchez y Maxi Iglesias.

Todo cambió un 19 de enero de 2018, fecha de la que, asegura, nunca se olvidará. “Maxi se lesionó, e Iván en ese momento estaba en México. Alguien tenía que salir al escenario. Yo tenía el personaje preparado, pero en la recámara. Al final me tocó hacerlo, a la empresa le gustó y apostaron por mí, porque Maxi no pudo volver”.

Tatay recuerda con emoción el cartel que se colgó en el centro de Madrid. “Cambiaron prensa y marquesina, y aparecí yo en el Coliseo en una foto enorme”, cuenta entre risas. Además, durante su trabajo en El guardaespaldas conoció a su representante, Pilar Rasilla. “A partir de ahí trabajamos juntos y me fueron saliendo cosas”. 

Asegura Dani: “El guardaespaldas me cambió la vida. Pasé de ser un bailarín a cumplir un pequeño sueño, a dar un paso más en mi carrera. Subirme al escenario cada día y escuchar a la protagonista cantarme al oído era bestial. Ver que había tantas personas en el público es un subidón que no se puede explicar hasta que no lo vives”.

 

Dani Tatay como Johnny Castle

Ahora, Tatay es Johnny Castle en el musical Dirty Dancing, que estará en el Espacio Ibercaja Delicias de Madrid hasta el 6 de noviembre. El espectáculo es una representación fiel de la película, pero con más baile y con algunas canciones interpretadas en directo. 

El bailarín cuenta que hay momentos que no aparecen en la pantalla, pero que “los diálogos son calcados; los momentos que la gente quiere ver, los va a ver”. De esta forma, en el musical vemos escenas icónicas como el baile de los protagonistas al ritmo de Hey Baby, y, por supuesto, el salto final. 

Del famoso salto, Tatay asegura que “no es muy complicado. Es un conjunto entre fuerza, equilibrio y coordinación con Sara Ávila, mi compañera. Cuando llega el momento, la gente se vuelve loca”. Claro que, desde el patio de butacas, cada paso de baile parece complicadísimo. Pero el bailarín nos dice que no es así: “Con entrenamiento todo se saca. A veces es difícil, porque hay coreografías que bailas a tiempo, como el mambo, pero cuando ya lo tienes es fácil”.

Aun así, Tatay reconoce que es un trabajo muy sacrificado. “Hay saltos que a veces no salen, porque el cuerpo se machaca. Pero yo siempre digo que salgo a morir al escenario, y si me muero…, pues que salga el sustituto”. 

Para él, protagonizar Dirty Dancing es emocionante, pero asegura que también siente cierta presión. “Interpretar a un personaje así de una película que todo el mundo conoce, por una parte es guay, porque cuando vi la peli pensé ‘guau, me encantaría hacer esto’. Pero a la vez, también siento un poco de presión y nervios, porque la gente cuando va al musical quiere ver la película. Al final, quieren ver a Johnny Castle, entonces intento coger su esencia. Quiero que la gente vea la obra y diga: ‘estoy viendo a Johnny Castle”.

Aunque le encanta su personaje, Tatay asegura que es muy distinto al protagonista de Dirty Dancing. “Intento captar esa esencia de chulo y guaperas, pero no me parezco. La gente me dice que es muy yo, y a ver, yo solo imito su manera de bailar. Sí que hay algo de mí en él, pero yo no soy tan chulo”.

El actor nos habla también de su compañera de escenario, Sara Ávila Román, que interpreta a Baby. Desde las butacas, el público siente la química entre ambos actores. “En la función hay un arco de personaje. Johnny empieza siendo un chulo, pero en dos horas vemos cómo acaba enamorándose de Baby. Conseguir ese cambio es difícil, pero creo que Sara y yo lo hemos conseguido. Con ella todo es fácil. Tenemos una química muy fuerte, y eso se traslada al escenario”.

Aunque el guion siempre es el mismo, Tatay y Ávila logran aportar algo nuevo en cada función. “Intentamos crear magia dentro de una historia que siempre es la misma. Tratamos de darle un toque diferente para que el musical esté vivo”.

Su trayectoria en el cine

Tatay no solo se dedica exitosamente al baile y a los musicales. Ahora se ha metido de lleno en el cine, un mundo que asegura que le encanta. Apareció como bailarín en Mi gran noche, película de Álex de la Iglesia, pero su primer trabajo como actor ha sido en El juego de las llaves, una comedia dirigida por Vicente Villanueva.

La película, que se puede ver en Movistar+, cuenta la historia de un grupo de amigos que empieza a jugar al “juego de las llaves”: las mujeres ponen sus llaves en un cuenco, cada hombre coge una llave, y tiene que pasar toda la noche con la dueña de la misma.

El rodaje del film de Villanueva fue una gran experiencia, como explica el propio actor. “He trabajado con actrices como Miren Ibarguren, que es comedia pura; también con María Castro, que es mi amiga. Rodamos dos veces en Valencia, mi tierra, así que estaba súper a gusto. Cuando no rodaba, iba a comer a casa de mi madre”, cuenta entre risas.

Su último trabajo ha sido en la serie de Félix Sabroso Mentiras pasajeras, que se estrena a finales de año. La productora del film es El Deseo, de Pedro Almodóvar, director al que Tatay admira profundamente. “Me gustaría mucho trabajar con él”, confiesa. “Mi película favorita es Los amantes pasajeros. Me encantaría ser uno de los tres azafatos canallas”. 

Sin embargo, Tatay se queda con el teatro. “El teatro es magia”, dice emocionado. “Sentir al público cada noche, la energía que desprende… Eso no se puede pagar. Aunque es verdad que haces todos los días lo mismo, hay que saber jugar con eso para que no sea algo mecánico”. 

Del cine opina que “es más frío”, y lo justifica. “Tener una cámara pegada y grabar algo que no es correlativo… Pero bueno, es divertido y me gusta. Lo que peor llevo es que te tiras muchas horas esperando. Yo siempre digo que en el cine te pagan por esperar más que por trabajar… [risas].

 

Hasta el 6 de noviembre, Madrid disfrutará de Dani Tatay en Dirty Dancing, donde hace gala de sus habilidades en el baile y la actuación. También lo podremos ver en la pequeña pantalla con Mentiras pasajeras y El Cid, y en Movistar+ jugando al Juego de las llaves.