No hay que andarse con rodeos: Luisa Fernanda es, simplemente, una obra maestra. Uno de esos títulos perfectos que, por más que pasen los años, sigue llenando los patios de butacas, como ha vuelto a ocurrir ahora con esta reposición. Se trata de una zarzuela grande, en tres actos, que contiene algunos de los pasajes más conocidos de nuestro género. Y de las pocas que, de principio a fin, es una sucesión de romanzas, dúos, tercetos y coros que son todos conocidos. Todos hitazos. De esas que enamoran tanto a los espectadores clásicos del Teatro de la Zarzuela como a ese ansiado nuevo público, que cada vez llena más (afortunadamente) el patio de butacas.
Entre unos y otros, los de toda la vida y los nuevos, han logrado colgar el ansiado cartel de «no hay localidades para ninguna de las funciones». El sueño de todo empresario teatral. Daniel Bianco, director del coliseo hasta este otoño, cierra brillantemente su etapa con este último título de la temporada. Deja programada la siguiente, la de 2023/24, mientras Isamay Benavente, su sucesora, prepara las suyas para los próximos cinco años. Unas programaciones que prometen venir llenas de nuevas (y buenas) sorpresas, a tenor de lo que hemos visto por su trayectoria en otros teatros.
Tal y como vimos en 2021, cuando se estrenó esta producción de la casa (cuya première se retrasó un año debido a la pandemia), el director de escena italiano Davide Livermore traslada la acción al Cine Doré, un local mítico de Madrid desde su inauguración en la primera década del siglo XX, y que ahora acoge la sede de la Filmoteca.
El Doré era entonces, en esos años, un edificio bellísimo. Y lo sigue siendo en la actualidad. La escenografía de Giò Forma –que impacta por su realismo cuando uno entra en la sala, a telón subido– tiene un gran protagonismo a lo largo del espectáculo. Sobre ese escenario se desarrolla una trama de amores imposibles, ambiciones, y lucha de clases en el marco de la Revolución Gloriosa que derrocó a Isabel II.
La soprano Sabina Puértolas con el tenor Ismael Jordi [Fotos: Javier del Real]
Carmen Artaza (Luisa Fernanda), Juan Jesús Rodríguez (Vidal, que repite en el papel que hizo hace dos años y con el que se ha vuelto a llevar la misma ovación), Sabina Puértolas (la duquesa Carolina) e Ismael Jordi (Javier Moreno) son los cuatro vértices de esta historia de pasiones no correspondidas, en las que la ambición social se impone al amor verdadero. María José Suárez (Mariana) es la quinta en discordia. Esta obra, estrenada en el Teatro Calderón de Madrid en marzo de 1932, en plena Segunda República, tiene un libreto de Federico Romero y Guillermo Fernández-Shaw que hoy día no necesita de actualización alguna. Quizá por eso, el descontextualizar la acción y trasladarla a un cine de esos años haga que se pierda en parte la riqueza de los diálogos.
El quinteto protagonista deja claro, desde el principio, su poderío canoro: María José Suárez e Ismael Jordi con el dúo y romanza De este apacible rincón de Madrid; Juan Jesús Rodríguez y Carmen Artaza con el dúo De mi tierra extremeña; Sabina Puértolas y, de nuevo Ismael Jordi, con Caballero del alto plumero. Todas las cartas quedaron ya boca arriba y el teatro, abarrotado, estaba entregado.Y la cosa fue a más.
Como decimos, todas, absolutamente todas, las romanzas, dúos, cuartetos, quintetos o mazurcas (la famosísima de las sombrillas, en la Verbena de San Antonio) de esta obra son conocidas. Es como si fuera una antología de la zarzuela, pero con su argumento original y no el que se crea para una recopilación. Esta obra del maestro Torroba es una joya, y Miguel Ángel Gómez- Martínez, desde el foso, supo sacarle todo el partido a la Orquesta de la Comunidad de Madrid, titular del Teatro de La Zarzuela. El coro, dirigido por Antonio Fauró, con momentos importantísimos en toda la obra, se llevó otra de las grandes ovaciones de la noche.
La famosa mazurca de las sombrillas, uno de los temas más conocidos de la historia de la zarzuela.
Éxito total, con cierta discrepancia en los saludos finales a la puesta en escena, para una de esas obras maestras que uno no se cansa de ver. Juan José Rodríguez e Ismael Jordi fueron dos de los grandes triunfadores, pero el resto del elenco fue también ampliamente aplaudido. Aplausos muy merecidos.
Había sed de gran zarzuela. «Cuanto tiempo sin verte, Luisa Fernanda… Desde el último día si no me engaño». El último día, en este caso, fue solo hace dos años. Pero lo que está claro es que estos grandes títulos de repertorio son un éxito asegurado.
En este caso, además, un éxito de muy altos vuelos musicales, y con momentos bellísimos en la puesta en escena, aunque muchos de esos cuadros no tuvieran luego coherencia con lo que se contaba (y cantaba) en escena. Gran broche de fin de temporada.