Rubén de Eguía triunfa con la obra de teatro 'En mitad de tanto fuego': "Todos hemos sentido en algún momento que no encajábamos"

Vuelve a Madrid el monólogo de Alberto Conejero 'En mitad de tanto fuego', que visibiliza la historia de amor entre Aquiles y Patroclo, interpretado por Rubén de Eguía, feliz de enfrentarse a este reto.

Rubén de Eguía regresa a Madrid con 'En mitad de tanto fuego'. Foto: Miguel Ángel Fernández
Rubén de Eguía regresa a Madrid con 'En mitad de tanto fuego'. Foto: Miguel Ángel Fernández
Agustín Gómez Cascales

Agustín Gómez Cascales

He viajado en limusina con Mariah, he tomado el té con Beyoncé, he salido de fiesta con J.Lo y he pinchado con RuPaul. ¿Qué será lo próximo?

24 enero, 2024
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«No estoy aquí para contar la guerra de Troya. Esta es la historia de mi carne, allí donde coincidieron la muerte y el amor». Son palabras de Patroclo, el protagonista de En mitad de tanto fuego, en donde el dramaturgo Alberto Conejero, tomando como punto de partida la Ilíada de Homero, da todo el protagonismo al «más amado» por Aquiles y también compañero de batallas, al que da vida Rubén de Eguía.

Estrenada el pasado verano en el Festival Grec de Barcelona, es un alegato antibelicista y un canto al amor libre y disidente, dirigido por Xavier Albertí, y protagonizado por un personaje que desnuda su amor y su deseo frente al patio de butacas. Rubén de Eguía no ha dejado de interpretar En mitad de tanto fuego –texto editado por Dos Bigotes– por toda España desde su estreno, y del 7 de marzo al 28 de abril la representará en el Teatro del Barrio de Madrid, tras el exitazo cosechado recientemente en los Teatros de Canal, donde agotó todas las entradas. «Al ser un monólogo, se va colocando en el tiempo. Es muy bonita la sensación de retomar algo que ya te sabías, y que lo has dejado reposar», afirma el actor.

Rubén de Eguía protagoniza 'En mitad de tanto fuego'

SHANGAY ⇒ ¿Recuerdas las primeras funciones en el Festival Grec de Barcelona, el verano pasado?
RUBÉN DE EGUÍA ⇒ Sí, claro. Es una suerte tener un director como Albertí (que es la sexta vez que me dirige), porque te da mucha confianza. Iba muy tranquilo, porque sabía que teníamos algo muy bueno entre manos, un pastel muy rico que tenía que encontrar su público, Y es alucinante cómo lo está haciendo.

SHANGAY ⇒ A los espectadores nos suele imponer mucho respeto saber que solo vas a ver a un actor haciendo un monólogo…
RUBÉN DE EGUÍA ⇒ Hay espectáculos en los que a lo mejor me he podido ir antes a pegarme una comilona y, cinco minutos antes de entrar a escena, estoy de cháchara. Con este no: procuro estar todo el día tranquilito y que nada me perturbe, porque necesito estar muy centrado, el foco está en ti todo el rato. Y no es una cuestión de ego; es que si la cago lo ve todo el mundo.

Rubén de Eguía fotografiado para Shangay por Miguel Ángel Fernández

SHANGAY ⇒ El foco está puesto en una historia de amor queer que pocas veces se ha contado, y menos así…
RUBÉN DE EGUÍA ⇒ Mejor, así sorprendemos. Yo la conocía por una asignatura de literatura y mitología griega que estudié en el bachillerato científico, y poco más. Esto es un regalazo, como cualquier texto de Alberto Conejero. Ha sido muy bonito estudiar el texto, por la belleza y la oscuridad con que está escrito. Porque no todo es tan bonito en el personaje de Patroclo, por las capas que tiene, con su defectos y sus virtudes. Después, cada espectador lo pasa por su experiencia: unos se quedan con todo lo que hizo por amor; otros, con sus experiencias en la guerra, y otros, con su espíritu disidente. Alberto tenía claro que su historia de amor ha sido escondida en la historia de la literatura. Y es una función que reivindica la sexualidad y el amor libre, entre otras cosas. Da igual que seas homosexual, lesbiana, bisexual, heterosexual… Alberto ha escrito algo tan concreto que llega por igual a todo el mundo, más allá de las etiquetas.

SHANGAY ⇒ ¿Por qué vistes de calle en la función?
RUBÉN DE EGUÍA ⇒ Es algo que me encanta. Albertí quería que nos alejáramos de cualquier epicidad, y acordamos que para no parecer que iba disfrazado fuera con una camiseta y unos pantalones sin más. Lo importante es que sale una persona que te va a contar su historia íntima a ti.

SHANGAY ⇒ ¿Es más complicado desnudarte emocionalmente con esta interpretación que cuando has tenido desnudos integrales, como en la reciente Paraíso perdido?
RUBÉN DE EGUÍA ⇒ Sí. Porque cuando te quitas la ropa en escena lo que tienes que vencer son miedos o vergüenzas. Cuando te desnudas emocionalmente, vas más allá. En este caso, el personaje lo hace el espectador, no el actor. Un espectáculo como este es como pasar por la ITV, tienes que despojarte de todo.

SHANGAY ⇒ ¿Con qué conectas más de este monólogo?
RUBÉN DE EGUÍA ⇒ La calidad del texto es lo que más me emociona. Y también su capacidad para poner a los ensombrecidos, a los raros, a los distintos en el escaparate. Está hecho con mucha crudeza y mucho dolor, pero también con un espíritu peleón. Le puede ayudar a cualquier persona que en algún momento de su vida sienta que no encaja. Que es algo que, salvo cuatro, todos experimentamos en algún momento.

Rubén de Eguía fotografiador por Miguel Ángel Fernández para Shangay

SHANGAY ⇒ ¿Cuándo te has sentido tú el raro, el que no encajaba?
RUBÉN DE EGUÍA ⇒ Desde pequeño, porque cuando le pones sensibilidad a la vida te hacen sentir distinto. Hice muy bien en hacerme actor, porque, al final, casi todos somos intensos, susceptibles y sensibles [risas]. Siempre fui muy tímido, y me dedicaba a observar mucho, las opiniones de los demás me afectaban. Con los años fui aprendiendo a que no fuese así.

SHANGAY ⇒ ¿Cómo defines la historia de amor entre Aquiles y Patroclo que cuentas?
RUBÉN DE EGUÍA ⇒ Es muy compleja. Recuerdo cuando hice El principio de Arquímedes [de Josep Maria Miró], sobre un monitor de natación al que acusaban de haber abusado de un niño, y era bonito que al público no le quedara la duda resuelta. Aunque había días cuando la interpretaba que yo sentía que tenía una respuesta clara. Pues en esta historia pasa igual, nada es obvio, ni esta es una historia de amor al uso.

SHANGAY ⇒ Ventura Pons, que acaba de fallecer, te dirigió precisamente en la adaptación al cine de El principio de Arquímedes, titulada El virus de la por. ¿Cómo le recuerdas?
RUBÉN DE EGUÍA ⇒ Fíjate que también ha fallecido recientemente Concha Velasco, con la que también trabajé a los 24 años [en la obra La vida por delante]. Hay que celebrar sus vidas, es con lo que me quedo. Fueron dos personas que lucharon por sus pasiones y tuvieron varias vidas en una. A Ventura le conocí en un momento muy tranquilo de su vida, y me encantó ver cómo hacía lo que le apetecía, a su manera, estaba de vuelta de todo. Era un tipo con un humor muy inglés. Concha era una curranta nata. Me viene a la mente sus sonrisa, y su mano cuando me agarraba, era muy de tocarte. Y recuerdo lo orgullosa que estaba de haber hecho de todo, porque fue una todoterreno.

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