'Lear', la maldad humana (de Shakespeare) sube a escena en el Teatro Real

Reimann compuso esta ópera por empeño del barítono Dietrich Fischer-Dieskau, que la estrenó en Múnich en 1978; ahora llega por primera vez a Madrid en una impactante producción de Calixto Bieito.

'Lear', de Aribert Reimann se estrena en el Teatro Real, y en España. Lo hace en un montaje de Calixto Bieito. Foto: Javier del Real.
'Lear', de Aribert Reimann se estrena en el Teatro Real, y en España. Lo hace en un montaje de Calixto Bieito. Foto: Javier del Real.
Nacho Fresno

Nacho Fresno

Plumilla poliédrico -escondido tras una copa de dry martini- que intenta contar lo que ocurre en un mundo más absurdo que random.

27 enero, 2024
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Lo anunciamos el pasado mes de mayo cuando se presentó la programación: el Teatro Real vive en 2023/2024 su temporada más gourmet. Y ahora, con Lear, de Aribert Reiman nos encontramos en la mitad del festín. Un suculento festín que los paladares más exigentes están disfrutando al máximo, como se pudo comprobar en la noche del estreno de esta complicadísima ópera, basada en la tragedia que William Shakespeare publicó en 1605.

Estamos ante una obra extremadamente potente y dura. Con una partitura de una exigencia desmedida para músicos y cantantes; un texto brutal, que supone una demostración de inteligencia, fuerza y poder teatral para el director de escena, requiere de un público dispuesto a entender la crudeza de lo que se cuenta. Y la potencia de lo que se escucha. Cuando esas tres patas funcionan, la comunión es perfecta. Como alguna falle, el fracaso está cantado.

Lear Teatro Real. Foto Javier del Real

Bo Skovhus, el rey Lear, y Susanne Elmark, Cordelia, en un momento de Lear, que se acaba de estrenar en el Teatro Real. [Fotos: Javier del Real]

El Lear del Teatro Real cumple con esas premisas. El público que entró en la obra, lo disfrutó a niveles de éxtasis. Se notó en la pausa pero, sobre todo, en el final, pese a que hubo importantes deserciones en el descanso. No es una obra para todos los públicos, y a quien no entre en ella le puede resultar complicado.

 

 

Asher Fisch, en el foso, hace maravillas con la Orquesta Titular del Teatro Real. La música de Aribert Reimann es tremendamente dura, desgarradora. Lo que necesita un texto como El rey Lear, que nos presenta a un monarca sin escrúpulos que divide su reino entre sus hijas. Tampoco Shakespeare es un autor fácil. El director israelí vuelve a triunfar en esta plaza, como ya hizo en 2019 con su estupendo Capriccio de Strauss. Un triunfo sin paliativos. Como también lo tuvieron los trece solistas que se dejan, literalmente, la piel en es escenario. Muchos de ellos son veteranos en esta producción del regista español, pues ya lo cantaron en su estreno parisino de 2016, o en su reposición de 2019.

Un magnífico barítono danés Bo Skovhus  fue un rey Lear de antología. Pero todo el reparto fue ovacionado en los saludos, tras un trabajo que obtuvo su justísima recompensa.  Torben Jürgens (El rey de Francia), Derek Welton (El duque de Albany), Michael Colvin (El duque de Cornualles), Kor-Jan Dusseljee (El conde de Kent); Lauri Vasar (El conde de Gloucester), Andrew Watts (Edgar), Andreas Conrad (Edmund), Ángeles Blancas (Goneril), Erika Sunnegårdh (Regan), Susanne Elmark (Cordelia) y Ernst Alisch (Bufón) fueron, al igual que la orquesta y el coro, reconocidos a lo grande. No era para menos.

La propuesta de Bieito es cien por cien Bieito, esta vez en un claustrofóbico escenario de madera que se va desmoronando a la vez que el protagonista esparce su odio. Es un director que borda este tipo de títulos, en los que los personajes, desgarrados y desgarradores, deben desnudarse física y emocionalmente. Pero también tienen que desnudar al espectador; producir ese mismo desgarro en las butacas de la sala. Es por eso por lo que no es un título fácil. Es también por eso por lo que quien no entre en ese mundo, no comulgará con lo que hay en escena. Pero quien sí lo haga. Lo disfruta a niveles máximos.

El Teatro Real sigue saldando deudas con el siglo XX. Los avatares de la sala, que estuvo cerrada gran parte del pasado siglo, dejaron huérfano a Madrid de muchos títulos. Poco a poco, se va poniendo solución a ese problema. Por ello esta temporada gourmet, de la cual ahora estamos en pleno ecuador, es un festín que muchos están disfrutando al máximo. Un nuevo éxito de la casa.

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