Poeta, performer y rapera, a sus 32 años («me parece importante decir mi edad, porque hombres mayores de 40 en las escena urbana vas a ver muchos, pero mujeres rapeando a esa edad, no tanto»), Celia Bsoul es una sensible artista bisexual vive un momento dulce. Acaba de publicar Cara de perra, la última canción que conforma su EP Pobre dios, y además celebra que acaba de ver la luz la segunda edición de su poemario Ciudad de los otros. Son dos muestras de su talento diverso, que explota de manera diversa.
El arte de la madrileña Celia Bsoul se nutre de sus vivencias, que unas veces le sirven para crear poesía, otras para bailar y/o performar y otras para hacer música. Siempre tiende puentes entre las distintas artes que utiliza como vehículo de sus sensaciones y sentimientos, y en esta ocasión se abre, en Generación selfi, para que conozcamos mejor los porqués de su manera de crear y su forma de ser.
Maldito bullying
Haciendo tiempo para el visado de EE UU
«Sufrí un bullying muy fuerte de los 6 a los 19. He tenido la suerte de recolocarlo y no recordarlo como algo traumático. Fue principalmente por mi apariencia física, porque soy muy blanquita de piel… Eso me llevó a sufrir insomnio desde muy pequeña, además de anorexia en la adolescencia, llegué a pesar 39 kilos. Lo que hice fue refugiarme en el arte.
Con 7 años ya escribía poemas, tocaba el violín y hacía danza; mi primera amiga fue la bibliotecaria del colegio, Graciela Pelegrín, y pasaba también mucho tiempo con mi padre, que es escritor, así que desde niña mantuve conversaciones muy adultas. El arte me ayudó a convertir la realidad en otra cosa. Y he tenido la suerte de no convertirme en una persona desagradable en contra del mundo, sino que he desarrollado una empatía hacia la gente que pasa por algo parecido, y eso me suma como persona”.
Unos cascos y un lápiz
«Antes de actuar en el CCCB»
«Desde pequeña sentí la necesidad de escribir. Y me sigue pasando: cuando me siento desconectada de la realidad, lo que hago es escribir. Es gracioso que, cuando pasé un tiempo en Dublín, de manera un poco irónica, me tatúe ‘buen viaje’, con unos cascos y un lápiz. Porque, esté donde esté, si los tengo a mano, siento que el tiempo es mío.
Fui la típica niña que ganaba todo el tiempo concursos literarios, y mi padre daba por hecho que iba a ser escritora. Me quise rebelar contra eso, pero no pude. Y eso que cuando escribía poesía en el instituto comprobaba lo mal visto que estaba…».
A varias bandas
«Antes de un shooting maquillada por Prado Núñez»
«También estaba todo el rato cantando en mi habitación desde que recuerdo, y hacía coreografías. Tenía un pijama de lino blanco, me lo ponía y le decía a mi madre ‘estoy bailando ABBA‘. Qué ridícula, una niña ‘performática’ a tope, debía ser un cuadro enorme [risas]. Con 17 años me empezó a gustar el hip hop, entré en una crew de baile urbano, pero claro, los referentes musicales que tenía del género eran hombres, y el pitch de mi voz no es especialmente grave.
Escuchaba la forma de delivery del rap de mujeres a las que admiraba, como Arianna Puello o Desplante, y pensaba que ni de coña podría rapear. Pero llegó un punto en que empecé a explorar mi propio camino gracias al consejo de un amigo productor. En la universidad empecé a recitar poesía escénica, y poco a poco me di cuenta de que lo que hacía era ir hacia el rapeo. Eso fue hace diez años; empecé a buscar caminos desde otros lugares, más genuinos”.
Poesía (im)pura
«En La Imprenta después de recitar»
«A los 19 me propusieron publicar ya mi primer libro, pero le dije al editor que el mérito que valoraba era mi edad, no la calidad de los poemas. Tardé diez años en publicar Ciudad de los otros, salió en 2023. Que lo publicara La Imprenta ha sido muy especial para mí, porque lo editaron con mucha delicadeza.
Sí, sigo siendo poeta, e imparto talleres de poesía. No formo parte del mundo hegemónico de la poesía, porque una serie de poetas que admiro le han dado crédito al libro, y eso me hace sentir que merece la pena haberlo reposado antes de que viera la luz. Si lo hubiera sacado mucho antes no habría experimentado muchos eventos que contribuyeron a que sea como es. Como la muerte de mi madre en 2020, que cambió un poco mi mirada poética y de la vida«.
A explorar
«Prueba de vestuario para el vídeo de Cara de perra«
«Al principio, cuando una chica me interesaba, me generaba mucho conflicto interno. Porque recordaba que mis padres, desde su deseo de protección (es algo que hemos hablado, y no les juzgo por ello, aunque no me pareció la manera correcta de actuar), me decían que ojalá no fuera lesbiana, que bastante difícil es el mundo para las mujeres hetero. Cuando cumplí 19, había una chica que me hacía gracia, y para justificarme conmigo misma si pasaba algo me emborraché un poco, para tener ese porqué de mi manera de actuar. Qué poca clase la mía [risas].
Cuando me surge un crush con una mujer, a la primera que se lo cuento es a mi hermana, porque está convencida en su interior de que me gustan más ellas que ellos. La realidad es que soy bisexual. Y me alegra que cuando me gustan hombres suelen ser poco hegemónicos, y actúo siempre desde mi independencia. En mis relaciones con ellos me he esforzado por tener un espacio propio, y en huir de los roles que se asocian tradicionalmente a una pareja heterosexual”.
Todo bien
«Trabajando en un proyecto de cine»
«Las expectativas que podía tener ya se están cumpliendo. Cosas que no imaginaba que podían suceder a nivel de desarrollo artístico han ido sucediendo este año pasado. Voy a seguir haciendo las cosas fuera del mainstream, porque en los circuitos alternativos y los espacios en que se hibridan la poesía y la música es donde debo estar. Por eso presentaré mi EP en la Sala Mirador [de Madrid, el 13 de marzo]. Hacerlo en un espacio escénico así es toda una declaración de intenciones.
Este trabajo lo he he hecho a lo largo de un año; me planteé hacer un EP vinculando un episodio de violencia de género que sufrí con el imaginario popular relacionado con la violencia. No tenía ganas de abordar explícitamente lo que me pasó, pero sí quería generar un diálogo, y ha sido muy liberador”.
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