Lo que nunca debería haber pasado en 2015

Temas: Homofobia

Agresiones homófobas

Pese a que España se presupone uno de los países más tolerantes y avanzados en materia LGTB, en 2015 nos hemos encontrado una oleada de agresiones y delitos de odio. En Murcia, en Torrelavega (Cantabria) , en Salamanca, en Almería, en Madrid, en Getxo (País Vasco)… Han sido muchas, demasiadas, las veces que hemos tenido que narrar agresiones lamentables contra el colectivo LGTB. Actos violentos que atentan contra los derechos humanos, contra la orientación y la identidad sexuales.

Otros casos como el drama del militar gay de Córdoba –condenado a 2 años y 10 meses de cárcel por un abuso sexual que asegura no haber cometido–, el de Manuel y Bud –pareja gay que pedía firmas para traer a casa su hija, nacida por gestación subrogada en Tailandia–, el del alcalde homófobo de Venecia –que no quería que se celebrase el Orgullo gay en su ciudad–, o el de Austria –que votó en contra del intento aperturista del matrimonio gay–, el de los diseñadores Doce&Gabbana  –que llamaron ‘bebés sintéticos’ a los niños nacidos por reproducción asistida–  o el veto a la donación sangre gay –que muchos países todavía mantienen–, dejan patente que queda mucho por lo que luchar y sobre lo que escribir. Sirvamos de altavoz contra la injusticia.

Por eso, para poner la nota esperanzadora, nos parece importante recuperar la entrevista que hicimos a Jose Guerrero, el joven murciano de 19 años que sufrió el acoso de sus compañeros de instituto durante su adolescencia. Un ejemplo de superación.

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Terrorismo

2015 ha sido un annus horribilis marcado por la tragedia de los atentados del 13 de noviembre en París. La organización yihadista Estado Islámico (ISIS), la misma que reivindicó la autoría de los ataques terroristas en la capital francesa, llevaba meses ejecutando homosexuales y difundiendo sus crueles asesinatos a través de los medios de comunicación. Su inadmisible excusa: respaldarse en que el Corán prohíbe la homosexualidad. Su terrible modus operandi o, al menos, el más repetido: lanzar al vacío a los acusados de sodomía desde lo alto de un edificio. Nuestro único aliento –si se puede encontrar un resquicio para aliento en acciones de esta calaña– es corroborar que si de algo sirven las grandes tragedias es para unir más a a esa población –la mayoría– que manifiesta su repulsa hacia la violencia. Todos fuimos París. Todos somos personas.

También este año sentimos gran repulsa al conocer a la secta cristiana militarizada Gladiadores do Altar, cuya única finalidad es exterminar a homosexuales y ateos que, según sus creencias,representan el “mal de este mundo”. Afortunadamente, este ejército de jóvenes radicales, asentado en Brasil, Argentina y Colombia, todavía no ha hecho demasiado ruido y se desconoce si han cometido crímenes. Sin embargo, es el momento de denunciar su amenazadora existencia y esperar que las organizaciones internacionales de policía erradiquen agrupaciones fanáticas como esta.

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Homofobia en el Vaticano

El Papa Francisco, del que algunos esperaban que iba a cambiar el enfoque de la Iglesia, en 2015 se ha hecho fuerte en su alegato a favor de la “familia tradicional” y de la defensa a ultranza del amor entre un hombre y una mujer como el único válido.

Además, la Iglesia volvió a retratarse en su transfobia. El Papa llegó a comparar a los transexuales con “Herodes”, pues, según explicaba, “manipulan sus cuerpos” y “desfiguran el rostro del hombre y la mujer” sin tener en cuenta el “orden de la creación”. También pidió al colectivo trans, durante una de sus encíclicas, que debían “aceptar el cuerpo que Dios os ha dado”. El caso más cercano de transfobia en la Iglesia lo vivimos junto a Alex Salinas, joven transexual, creyente y practicante, al que el Obispado de Cádiz y Ceuta le negó poder ser padrino de su sobrino en el bautizo. Su iniciativa #yoapostato fue un grito para, como él mismo explicó, “demostrar que la transexualidad no es mala”.

Todas estas lindezas parloteaba el Papa a sus fieles mientras se han seguido destapando casos de abusos sexuales a menores en el seno de su santa institución. Un ejemplo, el de los curas de Granada.

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Adiós a Zerolo y otras despedidas

En junio le dijimos adiós. Pedro Zerolo fue precursor del Orgullo gay de Madrid y de la ley de matrimonio homosexual. Su lucha por los derechos civiles nos reconcilió con un modo más abierto de entender la política en materia social. Una triste despedida que nos gustaría que valiese como homenaje a todas esas personas, más o menos conocidas, que han dedicado su vida a la defensa de los derechos LGTB y que nos han dejado este año.

Otras importantes pérdidas de este año han sido artistas como Anita Ekberg, Lina Morgan, Maureen O’Hara, Maruja Díaz y Amparo Baró; el actor Christopher Lee, el músico Sergio Blanco –de Sergio y Estíbaliz– y los escritores Terry Pratchett y Henning Mankel. También despedimos al periodista Jesús Hermida, a la dramaturga Ana Diosdado, al cineasta Manoel de Oliveira, a la bailarina Maya Plisetskaya, al matemático John Nash y a la agente literaria Carmen Balcells. Descansen en paz.

También se fueron algunas amigas y colaboradores de Shangay, como nuestra querida Carmen González, de Truc, con la que disfrutamos tanto trabajando en muchas ocasiones; la mánager de artistas como Bebe, Rafael Amargo o Yeyo, y una de las sonrisas más bonitas del planeta, Puri Mora; o nuestro amigo y colaborador Joaquín de Luna, con el que compartimos tantos buenos momentos. ¡Os echamos de menos!

 

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