Buenamente, buenamente, tra tra. El fenómeno Rosalía es imparable, y a juzgar por las opiniones encontradas que está generando su éxito, no ha podido hacerlo mejor. No despierta indiferencia, y es lo mejor que le puede pasar mientras tiene a su creciente legión de fans salivando por el inminente lanzamiento de El mal querer, que se está haciendo de rogar.
Va a ser el disco nacional de pop –sí, pop– más importante del año en cuanto lo publique el 2 de noviembre, como lo fue su debut Los Ángeles en su momento. Dos de dos. Y bien distintos entre ellos. Como único –y gran– nexo de unión, ella, ‘la Rosalía’. Destinada a ser una artista de éxito global, algo que ya está logrando, y en sus propios términos. ¿Por qué molesta su éxito? ¿Por qué tu pasión, si no está directamente vinculada a tus raíces sociales, se tacha de apropiación cultural? Cuesta entenderlo. Porque no tiene ningún sentido que se nos niegue la posibilidad de acercarnos a maneras de entender el arte que nos apasionan, con las que conectamos. Y la manera de Rosalía de vivir e interpretar el flamenco es tan única como necesaria, sentida y también respetuosa.
Es una mujer que sabe utilizar para sus proyectos todas sus armas –sí, de mujer–, sus estudios, su sentir; que presume de uñas –afiladas, desafiantes–, que canta a la muerte y al –mal– amor, y lo hace con una personalidad única, que le ha hecho destacar de inmediato. Le inspiran los clásicos, a los que ha estudiado desde niña, y también sus contemporáneos. Y sabe perfectamente de quién rodearse para llevar su visión a buen puerto.
Ilustración: Iván Soldo
Con solo dos singles publicados de El mal querer y contados shows para dar a conocer lo que se viene, Rosalía ha creado ya un universo reconocible e impactante, que nos hace sentir como si su próximo disco llevara ya tiempo entre nosotros. En esta ocasión, El Guincho es su principal aliado musical; Charm La’Donna, su coreógrafa; ella, su mejor community manager; Pedro Almodóvar, el mejor padrino cinematográfico; y Canadá, la productora responsable de que Malamente – que le ha valido 5 nominaciones a los Latin Grammys– y Pienso en tu mirá hayan reinventado y reforzado nuestra iconografía tradicional, que en el pop nacional hacía siglos que no aparecía con esta rotundidad y verdad.
No son pocos los que viven su éxito como propio, porque Rosalía representa, con su actitud y sus logros, los sueños de mucha gente que moriría por vivir experiencias como las suyas, por lograr un reconocimiento así de meteórico siendo tan joven y haciendo aquello en lo que cree con una fe contagiosa. Vale, a algunos les provoca envidia, pero a muchos más una enorme felicidad –ajena y propia–. Mejor quedarse con esa actitud positiva. Tra tra.