No hay la menor duda: en tiempos de confinamiento, YouTube es una maravilla para recordar momentos que nos fascinan. El mundo de la revista es uno de ellos. Y el de las folclóricas, otro. Dos campos aparentemente alejados que, sin embargo, tienen mucho en común. Lina Morgan, Concha Velasco, Rocío Jurado, Celia Gámez, Marujita Díaz, Esperanza Roy…, todas artistas maravillosas. Todas de registros completamente diferentes. Todas, también, iconos LGTBI. Tanto en conjunto como por separado, cada una de ellas es un referente gay (y de lesbianas en muchos caso) por diferentes motivos. Pero, ¿qué las une? Abróchense los cinturones –como decía Bette Davis en Eva al desnudo– porque va a ser un post movidito. Porque hay más: Fedra Llorente, Tania Doris, Mari Pepa de Chamberí…
Existen miles de leyendas urbanas sobre cada una de estas maravillosas artistas. Así como conversaciones apócrifas entre ellas, que se repiten como un mantra que, sin embargo, nadie ha escuchado en primera persona. Algo parecido a lo que ocurre con la [supuesta] conversación sobre el ‘sobrino’ de Jacinto Benavente: tiene varios protagonistas según quien la cuente. Lo mismo ocurre con la [supuesta] charla entre Lola Flores y Carmen Sevilla hablando sobre lesbianismo y, más en concreto, ante la [supuesta] pregunta de Carmen a Lola: ¿Qué significa eso de ser lesbiana?
El caso es que hay ‘otra cosa’ que une a muchas de ellas. Y que en su momento fue toda una fantasía lésbica, encubierta, para muchas muchas mujeres que, en aquellos duros años del franquismo, no podían disfrutar abiertamente de su sexualidad.
Igual que los teatros de revista fueron refugio de miles de gais que iban a disfrutar de esa orgía de plumas, la sensualidad de mujeres tan maravillosas como Celia Gámez, Concha Velasco o Maruja Díaz, fue igual para muchas lesbianas. Ver a esas maravillosas mujeres –enfundadas en el traje de la tuna, con sus maillots ceñidos y bandurria en mano– cantar «¿Por qué? ¿Por qué se maravilla quien te ve? Será que tus mujeres son hermosas; será, será que el vino alegra el corazón; será que huelen bien tus lindas rosas; será, será, que estás bañada por el sol…» es algo que en la época debió de ser una fantasía impagable.
Todo nació con la revista La hechicera en palacio, del maestro Padilla. El título no puede ser más sensual para todas esas opciones sexuales que en esos terribles años del franquismo se penaban con cárcel. Recordemos que hablamos de una época en la que solo se hacía la vista gorda entre las bambalinas de los teatros. Esa revista musical tiene una temazo que las unió a todas: La estudiantina portuguesa. Conviene resaltar que el maestro Padilla es autor de temas tan legendarios (e icónicos) como La violetera o El relicario. Todos ellos himnos para travestis y trasformistas.
Esta comedia musical se estrenó en el Teatro Alcázar de Madrid el 23 de noviembre de 1950. Estuvo en cartel dos años, y tuvo 1.150 representaciones. Algo que hoy no consiguen muchos musicales de Broadway. Uno de sus números centrales, La estudiantina portuguesa, caló tanto entre el público que se convirtió en un tema que todas las grandes han cantado. Estas son sus mejores versiones.
Avisamos: hay verdaderas joyas. Joyas que demuestran que la comedia musical española no tiene nada que envidiar a los grandes musicales de Broadway.
Celia Gámez, con ella empezó todo
Celia es la reina indiscutible de la revista en nuestro país. Ella estrenó, por ejemplo, Las Leandras en el Teatro Pavón de Madrid en 1931. La Gámez es la madre de todas las vedetes. Y una diosa del género. Su versión de La estudiantina portuguesa es… una fantasía lésbica. No hay duda.
Concha Velasco, única e inigualable
Concha Velasco (Premio Nacional de Teatro en 2016) es más que un icono, más que un referente y más que una maestra. La Velasco es, directamente, única. Esta versión que hace del tema del maestro Padilla es digna del mejor espectáculo de los mejores años, y del mejor Broadway. Poco más se puede añadir. Solo hay que disfrutarlo. Y verlo en bucle.
Rocío Jurado, los sensuales años 70
Comenzaba el aperturismo, y Rocío Jurado fue toda una adelantada en esos años. Su legendaria actuación en TVE con el ya icónico vestido que le hizo José Miguel Ligero en el que se le salió un pecho es la mejor prueba de su atrevimiento. Su versión de La estudiantina portuguesa, también.
Lina Morgan, un referente
Lina Morgan era… Lina Morgan. No solo fue una de las actrices más taquilleras que ha dado nunca el mundo del espectáculo en nuestro país, sino una artista única. No se puede comparar con nadie. Todo un referente de la revista, el cine, la televisión y el teatro. Esta película es la mejor prueba.
Maruja Díaz, una mujer por reivindicar
Son muchos los que recuerdan a Maruja Díaz por sus últimos años, riéndose de sí misma en los platós de televisión. Gran error. Era una gran artista con una trayectoria de la que pocas pueden presumir. Ella, por ejemplo, estrenó Sweet Charity en España. En concreto, en el Teatro Alcázar de Madrid. Su legado es tan grande que hasta en RuPaul Drag’s Race han usado uno de sus vestidos. Eso sí, su vis cómica sigue siendo aún su mejor tarjeta de presentación. Verla aquí imitando a La Gámez es… una maravilla.
Tania Doris, el toque tecno de los ochenta
Tania Doris fue una de las últimas grandes estrellas que dio la revista antes de que el género desapareciera. En los años setenta fue la gran reina del Apolo de Barcelona, y en los ochenta pedía Un reino para Tania en el Monumental de Madrid. Esta versión suya de La estudiantina portuguesa, en la película Las alegres chicas de Colsada (con Luis Cuenca, José Bódalo, Paco Valladares y Máximo Valverde) tiene el delicioso toque casposo de los ochenta posfranquistas.
Fedra Lorente, la insospechada
Se hizo famosa como La Bombi del Un, dos tres. Pero Fedra Lorente tiene una larga trayectoria como actriz de revista, y también de cine y teatro. Los años del destape la llevaron a dirigir su carrera hacia ese personaje, todo un icono de una España que buscaba desesperadamente libertad.
Concha Velasco, Lina Morgan y Esperanza Roy... ¡con Celia Gámez!
Este homenaje que en 1984 hicieron Lina Morgan, Concha Velasco y la maravillosa Esperanza Roy a su maestra, Celia Gámez, no es comparable a nada. Solo podemos agradecer a José Manuel Parada que lo recuperara que lo pudiésemos disfrutar todos los que no pudimos estar en el Teatro de La Latina esa noche histórica.
Es un tributo a una época que no volverá. Pero es también un homenaje a unas artistas que, desgraciadamente, no tienen sucesoras. Grandes todas. Inmensas.
Esperanza Roy, la reina del Eslava
La Roy es… ‘La Roy’. Luis Escobar la hizo primera vedete del Eslava bajo el paraguas de la maravillosa Nati Mistral. A partir de ahí, todo fue un no parar. Fue sin embargo en otro teatro, el Alcázar, donde al protagonizar Por la calle de Alcalá entró en la Historia (con mayúsculas) del showbiz patrio. Y, cómo no, La estudiantina portuguesa era uno de los números estrella.
Mari Pepa de Chamberí, la esperanza del género
Musa de Gloria Fuertes (ella misma cuenta en su web cómo fue el desencuentro que propició ‘el encuentro’), Mari Pepa de Chamberí es de las pocas artistas que hoy día luchan por que este maravilloso y castizo género no desaparezca.
[Ha sido Nacha La Macha (admiradora de las grandes y toda una experta en el mundo de la revista) quien nos ha dicho que en este artículo faltaba esta gran vedete del siglo XXI y nos pasó el vídeo de La Roy en Por la calle de Alcalá, que en este artículo estaba solo en el homenaje a Celia Gámez. En Shangay siempre citamos fuente, y nada nos gusta mas que nuestras amigas participen en la que es su casa ]