Liz Dust, que se define como ‘dragqueer’, vive en Valencia, y es una habitual no solo de la escena nocturna –que confiamos recuperar muy pronto–, también puedes verla haciendo performances en museos, teatros o en visitas guiadas. Es una conocida artista multidisciplinar del mundo LGTBI valenciano, que rompe con todos los estereotipos y combate cualquier prejuicio al que se enfrenta.
Coincidiendo con el Orgullo 2020, la productora Cinética Emocional –responsable también de Testigos del Orgullo– ha estrenado el documental dedicado a ella, Liz Dust: arte, orgullo y dragqueer, realizado por el joven director valenciano Carlos Giménez. Una manera de profundizar en su arte y su manera de llevar el activismo, a través del show, a lugares y públicos de lo más diversos. Porque no solo vemos actuaciones de Liz (en lugares dispares, desde un gallinero a un museo, pasando por una campaña electoral), también descubrimos que detrás de la pluma, el maquillaje y el ingenio hay un discurso de reivindicación queer, que ella adapta siempre a las circunstancias.
Resulta fascinante comprobar la diversidad que reina en el mundo travesti, y este documental permite conocer mejor la manera de trabajar de la dragqueer Liz Dust, que asegura que utiliza «el lenguaje de la artificialidad para crear nuevas identidades. El arte queer se puede manifestar en cualquier soporte o disciplina, siempre a través del filtro marica«. Y es que las maneras de hacer activismo también son de lo más diversas.