Asegura Viggo Mortensen que siempre se implica todo lo necesario en las promociones de su película. No le cuesta. Aunque, lógicamente, esta vez es muy especial, dado que Falling, que protagoniza, es su primera película como director –y productor, y guionista y autor de la banda sonora–. “Creo en ella, y quiero que llegue a la gente”, afirma.
Falling es un drama familiar, inspirado por su familia (“a raíz de la muerte de mi madre, empecé a recordar cosas de mi infancia y me decidí a escribirla”), aunque deja claro que es una historia de ficción. “También empecé a pensar en mi padre, y en su peso en mi familia. Aunque no tiene que ver con el padre de la película, que es un cascarrabias”. En Falling, Viggo Mortensen, en su debut como director, se centra en la relación entre un padre misógino, violento, homófobo y machista, y John, su hijo, que por el hecho de ser gay ha vivido siempre castigado por él.
Una película que viaja del pasado al presente y donde va desvelando la historia de esa familia desde la infancia de John hasta la actualidad, en la que vive con su marido y su hija, y tienen que convivir con ese padre ya anciano, que no ha perdido carácter y sigue resultando odioso.
Lo interpreta un Lance Henriksen en estado de gracia, destinado a recibir muchos reconocimientos por este papel. “Es un amor”, cuenta Mortensen. “Tuvo una infancia cruel, pero no tiene amargura guardada. Y me dijo que, aunque ha hecho doscientas ochenta películas, esta le iba a resultar especialmente difícil, porque sabía que para hacerlo bien tendría que bucear en su memoria y recordar la intolerancia y los conflictos familiares que vivió. Como tiene la cabeza y el corazón abiertos, lo hizo, y para mí es una interpretación magistral y honesta”.
SHANGAY ⇒ ¿Por qué decidiste que tu personaje fuera gay?
VIGGO MORTENSEN ⇒ Cuando estaba escribiendo una secuencia, en la que John le dice por teléfono a su pareja que enseguida vuelve a casa, mientras busca a su padre que se ha escapado, pensé que la mayoría del público imaginaría que hablaba con su esposa. Pensé: “¿Y si fuera un hombre quien le espera en casa?”. Añadiría otra capa a esta historia de confrontación, y crearía otro conflicto entre padre e hijo. Me gustó cómo se fue desarrollando, porque además tienen una hija adoptada, y latina. Curiosamente, que sea emigrante y de otra raza debería provocar un nuevo conflicto en el abuelo, pero no, es el amor de su vida… Una de esas contradicciones que surgen en las familias.
«La diferencia entre las familias tiene que ver con la comunicación entre sus miembros, el género es lo de menos»
SHANGAY ⇒ ¿Querías hacer algún tipo de reivindicación al mostrar a esa familia con dos padres?
VIGGO MORTENSEN ⇒ No estoy diciendo que porque los padres sean del mismo sexo ese modelo de familia es mejor que el que puedan crear dos personas heterosexuales. La diferencia tiene que ver con la comunicación entre sus miembros, el género es lo de menos. En esa casa se aman, se escuchan, se respetan, se disculpan… En la familia del patriarca no hay flexibilidad, y sí falta de comunicación.
SHANGAY ⇒ Serás consciente de que, en ciertos círculos, esa naturalidad con la que retratas a una familia homoparental llamará la atención…
VIGGO MORTENSEN ⇒ Es que lo último que hubiese querido es retratar a esa familia como si fuera algo raro. Si los esposos son tan normales que casi resultan aburridos… Puede ser que en ciertos círculos de Estados Unidos o España, a personas situadas en la extrema derecha, les parezca horripilante. Y es que existen personas que piensan así, desgraciadamente. Como el patriarca, que ataca a su hijo constantemente, porque le parece que su punto débil es que es homosexual, y le machaca. Incluso con amor a veces, como cuando le dice: “No pareces gay. ¿Estás seguro de que lo eres?”.
«Habrá quien diga: ‘Por lo que sabemos, este no es homosexual. Entonces, ¿por qué hace este personaje?”
SHANGAY ⇒ A pesar de que ha sido machacado durante toda su vida, John sigue cuidando a su padre, incluso aceptando sus insultos y desprecios. ¿Por qué?
VIGGO MORTENSEN ⇒ Porque en él prima el lado humano, la compasión. En una relación familiar, o social, siempre tienes la opción de elegir frente a alguien que no te respeta y te ofende: cortar con esa persona o ser terco y luchar por crear un punto de entendimiento. John está muchas veces a punto de estallar, pero quiere ayudar a su padre, que es una persona mayor. No hay nada malo en equivocarse o hacer demasiado por esa persona; el problema es cuando no se está dispuesto a hacer nada por alguien que está enfermo o es muy mayor.
SHANGAY ⇒ ¿Eres tan dialogante y conciliador como pareces?
VIGGO MORTENSEN ⇒ Sí, hablo demasiado, lo sé [risas]. A veces discuto con los más cercanos, pero cuando veo que he hecho algo mal, me culpo. Es fácil enfadarse con los políticos, sea en España o en Estados Unidos: gente que miente constantemente, que se aprovecha de los demás, que roba, que no cuida el país. El problema, que tratamos en Falling, es cómo responder a la violencia, física, verbal o psicológica. Es muy tentador responder con violencia, por ejemplo en las redes sociales. Y tus amigos te van a dar likes si lo haces. Esa aprobación instantánea no lleva a ninguna parte. Lo más difícil, y lo más valioso, es responder con tu ejemplo y con tus palabras.
«En las redes predomina un lenguaje de odio: en vez de buscar la empatía y el entendimiento, se rechaza la diferencia y se busca pelea»
SHANGAY ⇒ ¿Te has sentido diferente, o rechazado, como le sucede a tu personaje?
VVIGGO MORTENSEN ⇒ Sí, de vez cuando. En mi caso, por una causa bastante común. Por lo mucho que nos mudamos… Nací en Estados Unidos, pero pasé mi infancia en Latinoamérica. Y cuando vivía en Argentina, alguna vez me decían en el colegio “yanqui de mierda” o “sueco de mierda”, porque mi padre es sueco, pero bueno, eso es bastante habitual. Me sorprendía cuando en mi grupo de amigos me hacían sentir que no pertenecía a él, o que era diferente.
Me pasó también cuando mis padres se separaron y, a los 11 años, me fui a vivir con mi madre a su pueblo en Estados Unidos. Aunque hablaba como ellos, había algo diferente en mí, con un acento un poco distinto al principio, pero me adapté. Pero siempre había alguien que te decía que no eras igual. Como cuando viví y trabajé en Dinamarca antes de ser actor (tengo pasaporte y hablo el idioma) también me pasó. Muchas veces en mi vida me he sentido como un espía de la KGB tratando de pasar por danés, o por estadounidense…
SHANGAY ⇒ [Viggo Mortensen pide permiso para hacer un inciso, muy educado, para plantearse él mismo la pegunta (“pensando en tus lectores”), de cómo se aceptará que interprete en esta película un personaje gay… Luego se responde a sí mismo].
VIGGO MORTENSEN ⇒ Habrá quien diga: «Por lo que sabemos, este no es homosexual. Entonces, ¿por qué hace este personaje?”. Mi respuesta sería: David Cronenberg hace el papel de un proctólogo en la película. Si hubiera pensado que David no lo iba a hacer bien, no lo habría hecho. Y lo mismo en mi caso. ¿Sabes qué fue muy grato? Recibir en Donosti el premio Sebastiane [a la mejor película LGTBI]. Que se entendiera que esta historia la cuento con total normalidad me pareció muy positivo.
«Tratar de mantener una imagen y una fama no me resulta interesante, exige demasiado trabajo»
SHANGAY ⇒ En Green Book, en donde la intolerancia está tan presente, diste vida a un hombre en las antípodas de este…
VIGGO MORTENSEN ⇒ Aquel hombre era un ignorante que se iba educando… Pero cuando arrestan a su amigo [el pianista gay al que da vida Mahershala Ali, al que descubren con otro hombre] y le habla por fin abiertamente su homosexualidad, él no se sorprende, porque ha trabajado en muchos night clubs y ha visto pasar a todo tipo de gente. Su experiencia laboral le hizo perder los prejuicios, creo yo. Él conocía ya a personas homosexuales, y no tenía ningún problema; pero con personas afroamericanas no había tenido apenas contacto.
Si estás expuesto a personas que son distintas y las conoces como seres humanos, es improbable que alguien te pueda convencer de que solo por ser diferente o tienen un tipo de vida distinta, son parte del eje del mal. Ese es el peligro con las redes sociales: hay más posibilidades de aprender ahora que nunca, pero la gente prefiere estar metida en su rincón, con su tribu, y el diálogo no existe. Predomina un lenguaje de odio: en vez de buscar la empatía y el entendimiento, se rechaza la diferencia y se busca pelea.
SHANGAY ⇒ ¿Por qué no afectan a tu ego haber estado nominado al Oscar, haber recibido el Premio Donostia o formar parte de un fenómeno fan como el de El Señor de los anillos?
VIGGO MORTENSEN ⇒ Porque lo veo como oportunidades que he tenido. Haber estado en El Señor de los anillos, y ese reconocimiento tan inesperado, me ha ayudado indirectamente hasta hoy, a lograr los proyectos en que he participado. Siempre estoy buscando historias que me enseñen cosas, eso es lo importante para mí. Tu popularidad sube y baja: si te nominan a un Oscar, de repente mucha más gente se acuerda de ti y tu recorrido, pero pasan dos años y ya no es igual.
Tratar de mantener una imagen y una fama no me resulta interesante, exige demasiado trabajo. Prefiero estar tranquilo en casa con mi familia y mis amigos cuando no hay que trabajar. Hay actores y cantantes que tienen agentes de publicidad para mantener una presencia constante en la sociedad, y es respetable. Pero a mí no me interesa; lo veo mucho agobio, también para el público, que se cansa de ver todo el rato a los mismos en la tele llamando la atención. Allá cada cual.
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