Menudo viaje el de La Prohibida. Su capacidad para desafiar tópicos y romper con cualquier prejuicio que se asocie a una travesti cantante es digna de admirar. El espíritu de resiliencia que sobrevuela su último álbum dice mucho de ella como artista a secas.
Con la pandemia llegó un nuevo crowdfunding, y con él, este álbum, En acústico [Ultra Discos]. Que no es tan acústico en realidad; y es que de ella no cabía esperar un unplugged al uso. Se ha rodeado de una ‘banda’ que forman –su últimamente inseparable– Diego Perinetti y Guille Mostaza [en el centro en la foto inferior], productor del disco (sin olvidarnos de, cómo no, Víctor Algora, el autor con más temas rescatados en él).
Acostumbrados a escucharla entregada al tecno-pop y el italodisco, la traducción de sus canciones a un nuevo sonido no ha podido resultar más lograda. Predomina una atmósfera de ensoñación que es seña de identidad de su discografía, pero que en este caso tiene más que ver con lo terrenal –rozando incluso lo fronterizo– y lo atemporal.
Con los pies bien anclados en el suelo, rinde tributo a uno de sus ídolos, Parade (Deterministas), y también da importante protagonismo a otro de sus colaboradores fieles, Fran Loud, autor de tres de los temas regrabados, entre ellos No busques compañía, de las joyas que renacen con nuevos y pausados bríos. La Prohibida explora un territorio en teoría vetado para ella con tanto arte que apabulla. ⭐⭐⭐⭐
ZARA LARSSON: "POSTER GIRL" (EPIC/SONY)
Da gusto lo en serio que se toma Zara Larsson el personaje de starlette pop. Larsson ha demostrado con creces lo mucho que cree en la fuerza del europop, que domina como pocas y dignifica como ninguna. Su nuevo álbum refuerza sus señas de identidad y su papel como gran valedora de las bondades y el arte del pop bailable, incluso chicloso cuando procede.
La ausencia de baladas es un plus, y justo un año después del lanzamiento de Future Nostalgia se convierte en el recambio perfecto para seguir ayudándonos a superar la ausencia de pistas de baile. Solo reducen el nivel de excelencia temas como WOW –la producción de Marshmello no tiene el valor atemporal de los sonidos más disco– o What Happens Here, un cierre algo anticlimático.
Más que nada porque vienes de escuchar joyas del calibre de Love Me Land, Need Someone, Poster Girl y FFF, que son absolutamente redondas. En cualquier caso, afianza, con razones de peso, su personalidad artística y su capacidad para acumular bops de primer nivel. ⭐⭐⭐1/2
SG LEWIS: "TIMES" (PMR/UNIVERSAL MUSIC)
Se ha tomado su tiempo para lanzar su primer álbum, pero el timing es perfecto. Cuando Daft Punk son ya historia y Disclosure se han alejado del glitter que hizo refulgir sus primeros álbumes, apuesta por mostrar sus habilidades como productor de disco music.
Times es un ejemplo impoluto de lo aplicado que es a la hora de recrear los sonidos y atmósferas que han dado hits bailables –tan cercanos al pop– a lo largo de las décadas. Colaboraciones como las de Nile Rodgers o Robyn dicen mucho de su agenda y poder de persuasión.
Solo le falta perder el miedo a desmelenarse para que resulte imposible no lanzar las manos al aire con todos sus temas. ⭐⭐⭐1/2
VAN JESS: "HOMEGROWN" (KEEP COOL/RCA)
Si te apasiona el r’n’b de finales de los 90 y primeros ‘00, el nuevo EP de estas hermanas nigeriano- estadounidenses te fascinará. Más cercanas a unos Lucy Pearl o a Teedra Moses que a sus contemporáneas Chloe x Halle, en Homegrown proponen un masajeante tratado sobre la naturaleza del amor en donde la homogeneidad de su tono retro contribuye a su magnético resultado.
Con nombres como Kaytranada y Phony Ppl entre sus exquisitos colaboradores, Homegrown se hace demasiado corto, algo que es bueno o malo según te pille. Lo que deja muy claro es lo buenas que son VanJess, cuya reposada exquisitez se agradece muchísimo. ⭐⭐⭐1/2
DANNY L HARLE: "HARLECORE" (MAD DECENT)
Sería el cabecilla perfecto de una nueva ruta del bakalao. Si el fenómeno valenciano vivió su germen hace nada menos que cuarenta años, el británico Danny L. Harle lleva solo unos pocos en comparación apostando por una electrónica hedonista, vibrante y en ocasiones apocalíptica en la que priman los golpes de efecto marcianos, las vocales pitcheadas, los ritmos acelerados (Ocean’s Theme es una sorprendente excepción) y los guiños constantes a la edad dorada de las raves. Es un álbum que logra mantenerse en un punto altísimo de principio a fin, y merece la pena dejarse llevar sin pensarlo. ⭐⭐⭐1/2