No quiere el madrileño Carlos Fucking Peña limitarse a la hora de definirse. “Por eso en mi Instagram pone que soy polifacético”, afirma. Sus intereses son variados, y le encanta poder desarrollarlos todos, que además se complementan. Es actor, performer, animador nocturno en Costa Social Club… “Y sigo añadiendo cosas que igual antes no me atrevía a hacer por miedo, y ahora sí”. De manera que si una palabra le representa, está clara: “artista”.
Fue la interpretación lo primero que atrajo a Carlos Fucking Peña, y poco a poco ha ido abriendo el abanico para irse desarrollando en distintos campos. A sus 26 años no duda en decir que siente “una niña con coletas de 16”. Aunque a los 16 no tenía coletas, ni siquiera aún el pelo largo. “Les pedí a mis padres que me compraran una peluca, pero me dijeron que estaba loca”. Ahora sí se puede hacer esas coletas que tanto deseaba. ¿Vive una segunda adolescencia? A juzgar por su efervescente espíritu, sí.
Carlos Fucking Peña se autorretrata dentro de nuestra sección Generación selfi, para que le conozcamos mejor, a la vez que comparte su historia personal y profesional hasta el momento.
EN EL LUGAR EQUIVOCADO
“Mi adolescencia fue difícil. Los estudios los llevé fatal; no entendía qué necesidad tenía de estudiar matemáticas cuando en mi cabeza tenía claro que lo que me tiraba era el show. Fueron años complicados, tanto en casa como en el instituto. Porque fue entonces cuando vi claro que me hacían bullying, algo que quizá de más pequeño no sentía, aunque pasara. Los adolescentes son más capullos, y fueron a saco. Pero siempre me dio igual lo que la gente pensase de mí, aunque lógicamente, en algunos momentos me afectaba…
Mi familia, que es muy católica (¡yo fui hasta catequista!), me obligó a empezar un doble grado (de comunicación digital, publicidad y relaciones públicas) en el CEU, y a la semana me preguntaron si me gustaba: rompí a llorar, les dije que eso no era para mí. Por primera vez, me escucharon, y empecé a estudiar realización de cine y televisión”.
EL CAMINO ELEGIDO
“Hasta que no me independicé y me fui de casa hace tres años, porque la convivencia con mis padres no era buena, no empecé a encontrarme a mismo. La convivencia era mala, y siempre he tenido una relación muy tóxica con mi madre. Una vez me fui, todo mejoró.
Ya no tenía que irme con los tacones escondidos en la mochila si me apetecía bajar a comprar el pan con ellos puestos, no había nada que ocultar por fin. Ahora todo es más fluido. De hecho, hace poco fue la primera vez que me maquillé delante de ellos para irme a currar a Costa Social Club. ‘Y cómo has aprendido?’, me preguntaron. ‘Pues con YouTube, amigos…, lo típico’, les dije [risas]. Quizá no lo entienden, pero me aceptan, que es lo importante”.
FLUIDEZ TOTAL
“Recuerdo de pequeño robarle lana a mi abuela para hacerme una peluca, ponerme sus tacones de boda y taconear por el pasillo… Enseguida vi que para mí la ropa no tiene género, y así empezó mi lucha. Ahora tengo claro que no soy hombre ni mujer, por eso me considero de género no binario. Puedo ir vestide de mujer, pero no me quito la barba. Y tengo vello, igual que muchas mujeres.
Ahora todo está tan etiquetado que todo el mundo necesitaba saber dónde encajo yo, y vi que era definiéndome como no binario. Últimamente me preguntan mucho que cuál es mi nombre real, porque Carlos no les encaja y piensan que me voy a poner otro. Pues no, porque igual que no se me puede definir como masculino o femenino, aunque haya días en que me sienta más una cosa u otra, considero que Carlos no tiene por qué ser un nombre masculino, y por eso me gusta conservarlo”.
UN CASTING DE LO MÁS ABIERTO
“En cuanto terminé los estudios empecé a trabajar. Eso me sirvió par sentirme mejor de cara a mi familia, para que no vieran que les había fallado por haber dejado la universidad. Dejé la interpretación de lado un tiempo, pero enseguida vi que el cuerpo me pedía retomarla.
También tocaba el piano, el saxofón, pintaba, hacía escultura, cosía… Siento que todo eso me ayudaba a desarrollar más mi lado femenino, y por eso nunca podré dejar de lado el arte. También por eso procuro tener varios trabajos a la vez [risas]. Ojalá terminé encontrando uno en donde unir todas mis facetas artísticas. De momento, me vale con utilizar la performance, el drag o coger un micro y cantar porque de repente me creo Bad Gyal”.
LA NOCHE ES PARA MÍ
“Empecé a salir por el ambiente tarde, porque hubo una época en que era hetero. Mi novia estaba de viaje, y mi mejor amigo, que es gay, me dijo de ir a Cuenca Club, que actuaba Leticia Sabater, y eso no me lo podía perder. Fui conociendo más sitios LGTB, y como soy muy sociable, empecé a hacer amigos allá donde iba, porque me encanta conocer gente nueva. Y si puedo ayudar a que se lo pase bien conmigo, mejor que mejor.
A trabajar en la noche he empezado hace relativamente poco. Al poco tiempo de abrir Costa Social Club me ofrecieron que empezase a trabajar de relaciones, cuando todavía podíamos juntarnos a perrear… Ahora hago ya un poco de todo, de hostess a performer, y me lo paso muy bien, sobre todo cuando actúo. ¿Que me siento resacosa perdida? Pues me pongo un look de Kesha y salgo en plan chunga. ¿Que de repente me estoy maquillando otro día y me veo un poco Avril Lavigne? Pues me canto Girlfriend.
UN PERSONAJE MUY PÚBLICO
“Un día pensé: ‘En verdad, aquí nadie me ayuda a nada. ¿Cómo voy a hacer para lograr visibilidad empezando de cero?’. Pues nadie mejor que tú mismo para hacerte spam. Diseñé unas camisetas en las que pone Carlos Fucking Peña, y de las cinco primeras que hice pasé a vender cientos. Jamás me lo habría imaginado, pero ha pasado. Y es que también me gusta el merch; no busco un beneficio, lo que me gusta a ver a la gente con mis sudaderas o camisetas. Y, quieras que no, así también se crea expectación, porque si no me conoces, igual te entra curiosidad por saber quién soy.
¿Y cómo soy? Pues por un lado soy un angelito, porque realmente soy un pedazo de pan. Pero también tengo una parte de diablo, porque me encanta ser a veces un poco mala, liarme y salir de fiesta, o salir hecha una auténtica reina en fotos. No entiendo que le pueda imponer a alguna gente por mi aspecto, y que no se acerquen a mí. Quizá por eso mi vida amorosa ahora mismo es inexistente… ¡Conóceme, joder, que verás que no soy lo que parece!”. [risas]