La segunda eliminada de Masterchef Celebrity ha compartido en sus historias de Instagram una interesante reflexión sobre el triunfo y el fracaso. Y es que Samantha Hudson se lo ha tomado con la mejor filosofía posible y nos ha dado una lección.
Con un total look animal print de leopardo, Samantha nos contó sus sensaciones tras su expulsión. En primer lugar, nos explicó la presión que sintió en el concurso hasta que se dio cuenta de que solo era eso, un concurso. «Tenía muchas expectativas de intentar hacerlo bien, hasta que pensé ‘vale, sí, lo he hecho fatal, el plato es asqueroso, ¿y qué?’. Y de repente se me iba la angustia», dice la cantante. «Y es que a veces estás tan inmersa en las normas del juego que te afecta todo tanto y no te das cuenta de que no tienes que jugar siguiendo esas normas. Evidentemente, me daba un subidón con las valoraciones positivas, pero no toleraba que me sentara mal el fracaso. Vale, sí, este plato es una mierda y asqueroso, pero ¿y lo divertido que ha sido, qué?».
Samantha nos contó que le recordó a su época del instituto, donde no encajaba y se sentía acomplejada por su acné, sus dientes y su cuerpo, cuando «era gorda y tenía tetas y me ponía una faja para disimular». Y las normas y cánones de la sociedad le decían que no encajaba en los ideales de belleza. «Ahora me meo en su cara», afirma Hudson, «pero por aquel entonces pensaba que era la manera de jugar y habitar tu cuerpo, guiándote por lo que otros te dicen. Lo que me pasó con mi estética fue lo mismo que me pasó en Masterchef. Aprendí que si me equivocaba no pasaba nada, al igual que si tengo tetas no pasa nada».
Y es que Samantha nos recordó que ponerse objetivos del tipo «soy guapa a mi manera» o «ya seré guapa algún día» solo te genera expectativas y metas inalcanzables. «A veces, para sentirte guapa tienes que estar dispuesta a estar fea. A veces, para disfrutar de que las cosas te salgan bien tienes que estar dispuesta a que te puedan salir mal. Creo que vivir es en esencia una derrota, ya que naces y mueres. Objetivamente, estás perdiendo en el juego de vivir. Ahí está la gracia, si sabes que la vida es una derrota y aun así te levantas y haces y dices cosas con ilusión, cosas que te hagan sentir bien, estás aceptando tu derrota, aceptando que puede ser que pierdas, y eso automáticamente te convierte en una ganadora».
Samantha matiza que esto no es una ley universal y cada persona es diferente, pero a nosotros nos parece una reflexión cuando menos interesante. ¿Qué opinas tú?
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