Jennifer Lopez tenía muy claro que Cásate conmigo tenía que ver la luz coincidiendo con San Valentín, y tiene todo el sentido. Una celebración tan caduca, pero tan popular, es toda una invitación al consumismo y a perpetuar comportamientos de lo más tradicionales en la sociedad heteropatriarcal, y su película es perfecta para consumir dentro de dicho engranaje.
A nadie le sorprende a estas alturas la pasión de Jennifer Lopez por la comedia romántica. Y lo que disfruta interpretando personajes que poco tienen que ver con ella, desde una empleada de limpieza de hotel (Sucedió en Manhattan) hasta una supervisora de una gran superficie (Jefa por accidente). Si en Estafadoras de Nueva York brilló como pocas veces, quizá la insatisfacción de quedarse sin su ansiada nominación al Oscar le hizo regresar al territorio que mejor manera: el de la fantasía a la que todos los que disfruta viendo Soy Georgina aspiran.
En Cásate conmigo, J.Lo interpreta un personaje muy parecido a ella. Mucho, mucho. Se llama Kat y es una superestrella del pop sin miedo a casarse la veces que haga falta y a publicitar al máximo a sus novios, que cuanto más guapos y sexys, mejor. Arranca la película cuando se dispone a casarse en medio de un concierto con otro cantante, Bastian, al que da vida Maluma. Minutos antes del esperado momento, se entera de una infidelidad, y en un arrebato se casa con un gris padre de familia que está en el concierto casi por casualidad.
Seguro que ya te imaginas qué pasará en la película y cómo terminará la cosa, ¿verdad? Siempre pasa en sus películas, y si eres fan de Jennifer Lopez y del género, seguro que te da igual. Porque el disfrute está en ir viendo cómo se resuelven situaciones de lo más trilladas que justifiquen esa premisa imposible de la que parte Cásate conmigo.
¿Cuáles son los principales ingredientes con los que juega Jennifer Lopez para conquistar al mayor público posible y que se crea lo que ve en pantalla? Estos son los más destacables.
Constantes guiños latinos
Ya sabemos que Jenny from the block procura siempre que puede hacer un guiño a sus raíces, y que parezca que habla un español fluido, aunque no sea así. De manera que de cuando en cuando suelta alguna frasecita en español, para que no se note tanto que Maluma es un hombre objeto obviamente contratado para que sus fans latinas tampoco se pierdan la película y pasen por caja –aunque Madonna did it first–.
Bien de marcas patrocinadoras para ayudar con el presupuesto
Como sucede en muchos de sus videoclips, y dado lo buena promocionera que es, J.Lo no tiene ningún problema en colar descaradamente marcas con las que trabaja –con la excusa de que es su personaje la que protagoniza las campañas–. Lo que se agradece es que no lo haga de tapadillo; total, ya que vas a hacerlo, que se vea, que así vas de cara.
Bien de promoción de su banda sonora
Lástima que no llegue a ser una película musical como tal. Más bien es una especie de videoclip extendido con una ligera historia conductora. Y como sigue empeñada en arrasar cantando en español –aunque está claro que la preferimos en inglés–, pues básicamente cuela todas las canciones que forman parte de la banda sonora, que como entran facilitas, al salir te dan ganas de darle unos cuantos streams. Curiosamente, en mi caso solo fui directo a escucharme Church, una producción de Danja que es la que menos justificada está como tal en la película. Pero es la más J.Lo de todas.
El juego de la metaficción
Si es que nos encanta una película de una diva que interpreta a otra cantante. Recordemos Glitter, pese a quien pese. Claro que aquí el morbo está en los muchísimos guiños que hay a la historia real de Jennifer Lopez. Hay secuencias que te da la sensación de que ni siquiera están siendo rodadas en personaje, te imaginas que su vida es literalmente como la ves en Cásate conmigo. Incluso puedes llegar a pensar que el personaje que interpreta Owen Wilson tiene algo de alter ego de Ben Affleck, que siempre ha tenido esa pinta de guy next door de la que anteriores parejas suyas adolecían. Lástima que no le saque un mínimo de punta a los comentarios sobre la superficialidad de la vida de la pop star esclava de las redes sociales y las promociones. Habría sido un puntazo a su favor. Eso sí, nos queda bien claro, una vez más, que está en forma, y que lo mismo te borda un número musical en el que no para que unas posturas de yoga.
A favor de la representación y visibilidad de la diversidad
Resulta incuestionable que es un icono para la comunidad latina, y se lo ha ganado a pulso. Y bien que aprovecha sus producciones para recordar que su apoyo para toda su gente es real. Vale, aquí tampoco es que se lo haya currado mucho, pero bueno, allá donde se vea, a nadie le quedará duda de sus orígenes, una de las obsesiones a lo largo de su carrera. Y mira, si normalmente se tira del cliché del mejor amigo gay, aquí hay una ligera vuelta de tuerca. Y es Sarah Silverman –con momentos muy divertidos– quien interpreta a Parker, la mejor amiga de Charlie, ese famoso por sorpresa al que da vida con encanto Owen Wilson. Cuya exmujer resulta ser negra, para añadir ese toque interracial que también queda bien –aunque ella aparezca un microsegundo en pantalla–. Total, que al final, la película más blanca no puede ser. Que lo último que buscaría ella en una de sus comedias románticas es generar ofendiditos.
Se nota que tenía ganas de su propio Guardaespaldas.
Treinta años después del clásico –sí, clásico– film protagonizado por Whitney Houston y Kevin Costner, Jennifer Lopez parece haberse querido construir una película de similares intenciones a las de El guardaespaldas. Pero no, la banda sonora no le llega a la altura de los talones, y todo aquello que en aquella película resultaba deliciosamente kitsch, e incluso ingenuo –y que tanto encanto le dio–, aquí se ve prefabricado y forzado.
No conozco la novela gráfica de Bobby Crosby en la que está basada Cásate conmigo, y la verdad es que te entra curiosidad de saber cómo era el material original y cómo se ha adaptado a su universo. Pero la realidad es que, una vez más, J.Lo apuesta por un tinte inspiracional que no hay quien se trague, y ese romanticismo caduco por el que apuesta como que resulta más difícil de tragar en esta era pospandemia.
Total, que al final es como siempre. Si eres fan de Jennifer Lopez no deberías resistirte a la tentación de verla, porque el festín J.Lo es impagable. Pero, desde luego, si no quieres salir decepcionade, no le pidas peras al olmo.
Déjate llevar por las canciones, el almíbar, el lujo y listo. Porque sus casi dos horas no se hacen pesadas, eso es cierto. Y los actores a su alrededor parecen disfrutar siendo cómplices de la que se ha montado para su propio lucimiento una vez más, Y hablo de los actores, porque realmente, Maluma parece que pasaba por allí y se presentó por equivocación pensando que lo que le tocaba era el rodaje de otro vídeo con Madonna.
CÁSATE CONMIGO ESTÁ YA EN CINES