Agustín Suárez, de 34 años, descubrió su pasión por el drag nada más ser mayor de edad. Así nació su personaje Miss Claudia Suárez, con el que actuó non stop durante quince años tanto en Canarias como en Madrid.
Cuando tras la pandemia decidió reinventarse como maquillador, Miss Claudia Suárez pasó a ser solo un instrumento artístico de imagen, y también un gancho para atraer a muchos alumnos que conocen su drag y quieren aprender de él. Además, ha sido el maquillador de Supremme De Luxe en la segunda temporada de Drag Race España y en Reinas al rescate. Es hora de que comparta su historia en primera persona.
Viva el Carnaval
«Nací en Las Palmas de Gran Canaria. Salvo cuatro años que viví en Madrid, siempre he estado en la isla. Viví una infancia supertranquila. Igual que al gordito en el colegio le llaman ‘gordo’, a mí a veces me decían ‘marica’ cuando había alguna pelea; pero no era algo continuo, ni me rechazaban por ser diferente, al contrario.
Siempre me llevé bien con la gente del barrio, la mayoría heteros, y no se me discriminaba por ser homosexual, me sentía protegido. Me siento muy afortunado en ese sentido. Y con la familia igual: ten en cuenta que somos once primos gais, y tenemos un tío gay también [risas]. La mía es una familia carnavalera, y esa gente siempre es más abierta, tiene otra mentalidad, porque en el Carnaval siempre ha estado presente el drag».
De Miss Gay a Miss Claudia
«Siempre he sido malísimo en los estudios, sobre todo en la ESO. Repetí tercero y cuarto, me sentía muy mal y mayor comparado con mis compañeros, y no la terminé. Con 16 años comencé a bailar en comparsas en Carnaval, no hacía nada más. Y a los 18 fue cuando realmente empecé a trabajar en el mundo del espectáculo. Lo primero fue presentarme a un certamen de belleza Miss Gay, que aquí se hacen mucho.
Nunca me había vestido de mujer, y me gustó mucho. Unos días después, comencé a trabajar en un espectáculo de drags en hoteles. Lo hice durante cuatro años todas las noches. Desde el primer día fui Claudia Suárez (el nombre de una Miss Venezuela, encima con mi apellido), así me bautizó mi madrina, y ya en Madrid fue Christian Drag quien me añadió el Miss».
Con disciplina (y sin ella)
«Esos cuatro años de experiencia me enseñaron una disciplina que pienso que muchas drags que están empezando hoy no tienen. Porque hay que saber cómo llegar al trabajo, cómo dirigirte con educación a quienes te contratan y al público, saber cuáles son tus límites y tu sitio… Pasado ese tiempo, sentí que la isla se me quedaba pequeña.
A los 22 años llegué a Madrid con 500 euros que me dio mi madre. La primera noche conocí a Lara Sajen, que entonces era conocida como Andy La’Moore, y me ayudó mucho. Al día siguiente fui al Gula Gula con mi currículum, temblando, y al rato me llamaron para empezar inmediatamente. Una semana después también trabajaba en Cool, Space, Kapital…
Tuve mucha suerte en el trabajo, pero se me terminó yendo la cabeza a los cuatro años de trabajar allí. Era muy joven, la noche, fiesta todos los días… Finalmente, mi madre fue a buscarme (porque le avisaron mis amigos) para llevarme de vuelta a Las Palmas y que me centrara».
Volver a empezar
«Me sigue generando ansiedad acordarme de aquellos tiempos que perdí de fiesta, en chill outs y afters… Pero son vivencias que me hicieron aprender, y coger otro rumbo. Al poco de volver empecé a actuar en el Funny Boys, el local más conocido del Jumbo, como estrella principal. Estuve cuatro años, que es lo que suelen durar mis etapas. Allí conocí a mi actual pareja, con el que llevo siete años, que me ofreció abrir mi propia sala en Las Palmas. Terminamos asociándonos con el que había sido mi jefe en Divas 27 The Funny Boys. Al año y medio, llegó la pandemia… y se acabó.
Me asusté mucho y empecé a pensar qué iba a hacer con mi vida. Respeto muchísimo a las transformistas mayores, y me encanta verlas, pero ahí me di cuenta de que eso no era lo que quería para mí cuando pasasen los años, vivir en esa preocupación constante que trae consigo trabajar en la noche, porque nada es seguro. Decidí que iba a dejar a Miss Claudia Suárez para subir fotos y para trabajar en eventos bien pagados, y empecé a estudiar maquillaje. Porque mi personaje drag lo asocio a alcohol, drogas y la noche, y por eso no lo quiero retomar para actuar».
Sombra aquí, sombra allá
«Fue después de la cuarentena cuando me centré en el maquillaje. Dominaba mi personaje drag, porque ya eran quince años de experiencia, pero necesitaba estudiar mucho más para dedicarme profesionalmente a ello. Cuando terminé mis cursos, mi profesora me dijo que estaba preparado para dar clases yo sobre maquillaje drag. Monté mi estudio en casa, publiqué un anuncio, y en un año he tenido ya más de 250 alumnos.
Con el boom de Drag Race España mucha gente ha querido explorar ese mundo, y además los fans de mi trabajo también vienen para conocerme y aprender. Estoy centradísimo en el maquillaje, y pienso seguir enfocado en este mundo. Y mantengo el personaje de Miss Claudia Suárez porque no deja de ser un gancho que me ayuda a conseguir trabajo».
'Drag Race España' desde dentro
«Me presenté al casting de la primera edición de Drag Race España para darme una última oportunidad como drag antes de dejarlo, por si me volvía la chispa y el amor por el espectáculo. No me cogieron, me dijeron que les podría interesar más adelante, pero a la segunda no me presenté.
Sí le mandé, muy atrevida, un mensaje por redes a Supremme De Luxe, ofreciéndome para maquillarla. Pensé que ni lo leería, pero sí, y me contestó diciéndome que [el diseñador] Jose I-Spain y ella habían hablado de mí, y que les parecía una buena opción para trabajar con ella. Al día siguiente me llamaron del programa, me hicieron el contrato y me fui a Madrid a trabajar maquillándola durante toda la temporada.
Tenía miedo del posible hate, pero no me llegó ni un solo comentario negativo sobre la imagen de Supremme, y eso es un orgullo para mí. La relación con ella ha sido maravillosa; es muy cariñosa, educada, cercana y profesional. Y hemos vuelto a trabajar juntas en Reinas al rescate.
Al vivir Drag Race desde dentro fui consciente de lo complicado que es, y los sacrificios que conlleva, por eso jamás se me ocurriría criticar a ninguna concursante ni presentarme de nuevo al casting, no aguantaría la presión. Por eso recomiendo a quienes se quieran presentar para la próxima temporada que se preparen a conciencia. Vale la pena hacerlo, porque después las recompensas son maravillosas».
Esta es la historia de Miss Claudia Suárez hasta hoy. Que ha querido compartir con nosotres para que conozcamos las vivencias de esta drag queen que decidió reinventarse y centrarse en otra de sus pasiones, el maquillaje.
Seguro que su sinceridad resultará inspiradora para muchas personas, al igual que su trabajo.