Pablo Bosch (Keperezaxiko), en 'Generación selfi': "El síndrome del impostor me acecha todo el rato como diseñador"

Temas: Entrevista, First Dates, Generación selfi, Karol G, Maestros de la costura

Keperezaxiko no deja de darle alegrías a este joven valenciano desde que la creó. Pablo Bosch, de 24 años, llegó un poco por casualidad a la moda, pero ya le ha atrapado irremediablemente. A él y a quienes van descubriendo sus diseños genderless y sostenibles, dada su pasión por el upcycling.

Lo mismo has podido ver a Yenessi con algo suyo que a Rakky Ripper en el Benidorm Fest o Karol G en la Super Bowl. Así de loco está siendo todo para Pablo Bosch, que hasta el domingo 19 tiene sus prendas expuestas –y a la venta– en el Showroom Allianz EGO en IFEMA, dentro de la MBFW madrileña. Ahora también forma parte de nuestra Generación selfi.

Pablo es interesante tanto a nivel personal como artístico. Aparenta ser un auténtico torbellino de extroversión, pero confiesa no serlo tanto. Incluso con su ropa hace statements relacionados con los momentos en que ha sufrido falta de autoestima, algo contra lo que está luchando. Hemos querido que sea él mismo quien comparta su historia.

«Cuando entré en Maestros de la costura no podía imaginarme ni de casualidad que viviría todo lo que me está pasando», afirma Pablo. «El programa me dio mucha visibilidad, y se lo agradezco de verdad, pero siento que todo lo que estoy consiguiendo ha sido gracias a mi curro, no me voy a quitar mérito».

Y asegura que se lo curra mentalmente para que todo vaya sucediendo: «Manifiesto todo el rato, enciendo mis inciensos y mis velas, toco las piedras que llevo conmigo…», reconoce entre risas.

No tiene reparo Pablo en confesar que es «una persona con muchas inseguridades y problemas de autoestima, que siempre la he tenido muy minada. Todo eso me ha afectado en el trabajo, en las relaciones con los hombres…».

Poco a poco, los va superando. «Empecé terapia con una psicóloga hace dos años, y en este tiempo he podido cambiar muchas actitudes, para poder mirar con cierta perspectiva mis logros y valorar las opiniones positivas que genera mi trabajo«.

 

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VISCA VALÈNCIA (Y TORÁS)

«Soy de València, aunque para mí el pueblo donde hemos veraneado siempre, Toràs [en Castellón], es mi mantra, lo más importante que tengo, donde me olvido de la vida en la metrópolis. Nunca he vivido allí, pero sueño con hacerlo y tener allí mi taller. Nunca tuve ningún problema creciendo en cuanto a bullying, siempre me llevé bien con todo el mundo. Salvo los típicos ‘maricón’, no me hicieron pasarlo mal de manera recurrente, ni sufrí».

FUERA ARMARIOS

«Salí del armario un poco tarde, ahora que lo pienso al echar la vista atrás. Tenía 15 años, y esas alturas lo tenía todo el mundo claro… menos yo [risas]. Salí como bisexual, porque en ese momento aún me atraían las mujeres, pero se me acabó la tontería pronto. Porque perdí la virginidad con una mujer y salí del armario a la semana.

Con mis padres la salida del armario fue surrealista. Lo hice en una disco móvil estando en el pueblo. Estaba con una amiga y le dije «a que lo hago». Y ella: «no tienes huevos». Pues lo hice, les dije que era bisexual y los dos me respondieron «ya lo sabíamos». Decisiones así de importantes me sale mejor tomarlas bajo los efectos del alcohol [risas]. Decirles que era bisexual fue porque me sentía cómodo así, en esa fase, pero la realidad es que, a día de hoy, me considero maricón«.

MODA DE REBOTE

«Entré a estudiar moda [en la EASD de Valencia] de rebote. Quería estudiar Bellas Artes, pero no pudo ser. Entonces me planteé hacer diseño gráfico porque me lo dijeron mis padres, pero tampoco pudo ser. Así que empecé Diseño de moda, y descubrí que me llenaba y que aprendía con ganas. Mis dos abuelas eran modistas, pero mi único contacto con ese mundo lo viví cuando diseñaba con mi yaya ropa para las Bratz [risas].

Me llegó la oportunidad de Maestros de la costura a punto de comenzar el TFG, y cuando empezaba con la terapia. En realidad, yo no tenía claro que quisiera ser diseñador, en un principio pensé que me dedicaría al estilismo… Pues no».

TODO UN MAESTRO (DE LA COSTURA)

«Mi madre ya me había apuntado dos veces al casting de Maestros de la costura, sin yo tener ninguna intención de entrar, así que ni me presenté. Antes de hacerlo finalmente, fui a First Dates, la edición crucero… Lo hice en plan terapia de choque; no buscaba popularidad ni nada así.

Es que no había tenido en mi vida una cita con un chico ni había mantenido relaciones sexuales con uno. Me pagaban el crucero y contaba con la bendición de mi terapeuta, así que lo hice. Lo viví de una manera muy real, aunque con mi cita no pasara nada. Y cuando la gente de producción supo que diseñaba, les comenté que finalmente iba a presentarme a Maestros de la costura, y me dijeron que me recomendarían a la gente de casting.

A las dos semanas de salir de First Dates, estaba haciendo los castings. En ese momento me sentía seguro de mí mismo, y entré. Me planté en Madrid con mis maletas, loca perdida y con mi ansiedad [risas]. Mi experiencia fue positiva, a pesar de haberme expuesto tanto. Aprendí muchísimo: a convivir, a trabajar bajo presión y, sobre todo, a valorar mi trabajo.

Además, perdí la virginidad allí con un hombre [risas]. Aunque no lo terminé pasando tan bien después con él como debería haber sido. Eso me desestabilizó bastante en lo que quedó de programa. El premio, al final, es todo lo que vino después».

A DISEÑAR

«Al salir de Maestros… llegó la hora de mi TFG, que se convirtió en mi primera colección. Había robado telas del programa, me llevé medio taller a mi casa [risas]. Inspirándome en mis problemas de autoestima, mis TCA [trastornos de conducta alimentaria] y todas esas mierdas que sufrí durante mucho tiempo en silencio, empecé a diseñar. Quedé muy contento porque me esforcé muchísimo. Pero a día de hoy, el síndrome del impostor me sigue acechando todo el rato.

Además, no soy de esas personas pendientes de todo lo que pasa en el mundo de la moda: no veo desfiles, ni alfombras rojas… Me guío por lo que me inspiran las telas, lo que veo en los mercadillos… Y siempre apostando por el upcycling, que utilizo a rajatabla, porque me parece fundamental. Porque me inspira más comprarme una prenda y visualizar lo que puedo hacer con ella para transformarla que comprar una tela sin más.

¿QUÉ GÉNERO?

«Estamos en un momento en que los géneros han pasado a un segundo plano, y eso lo refleja mi ropa. Desgraciadamente, no todo el mundo piensa como nosotros…

En cuanto a mis looks, estoy en una etapa bastante más recatada, pero sí tuve un momento mucho más queer en que usaba minifaldas, tops. Eso fue cuando llegué a Madrid, porque en Valencia me daba pánico hacerlo. Parece una ciudad muy moderna, pero en realidad no lo es, no deja de ser un pueblo grande. Allí solo me ponía las faldas en mi habitación para grabar TikToks, en la calle sabía que no me iba a sentir cómodo».

 

 

 

AL BENIFEST CON RAKKY

«Lo del Benidorm Fest ha supuesto salir de mi zona de confort. Nunca había diseñado algo a medida para una artista. Un encargo así, basado en la inspiración de Rakky Ripper [que competía con Tracción], lo veía demasiada responsabilidad para mí. Estoy muy contento con el resultado, creo que cumplí con creces las expectativas.

Aún me cuesta asumir todo lo que me está pasando, y eso que es tocho, vivo algo desubicado. Pero pienso seguir manifestando cosas que quiero que me pasen, porque de momento, terminan sucediendo. Ahora, ya, a pensar, en un próximo desfile para presentar mi siguiente colección, en la que contaré con mis travestis y amigas de confianza, como Yenesi, Rakky, Cerescente y Lvl1. Eso ya lo tengo manifestado de sobra».