Una fantasía. La corte de Faraón es una verdadera fantasía a medio camino entre la opereta, la zarzuela, la revista y el cuplé. Una fantasía maravillosa de unos años, los de principios del siglo XX, en los que estaba de moda parodiar los grandes títulos de ópera. En este caso, Aída, de Verdi. Ahora regresa al Teatro de La Zarzuela en una loquísima producción de Emilio Sagi que se estrena el 29 de enero y en la que, literalmente, no parará de llover oro. Dos de sus protagonistas, Jorge Rodríguez-Norton y Enrique Viana, nos lo cuentan todo.
Making: Pablo Carrasco de Juanas
Ana Belén [no te pierdas pinchando aquí el divertido saludo que nos mandó con la corona de la película] y Antonio Banderas protagonizaron en 1985 una adaptación cinematográfica de esta joya del género chico; ella como Sul, la babilónica, y él como El casto José. Ahora, en La Zarzuela, es Enrique Viana quien da vida a la cupletista y bailarina, un papel escrito para soprano. “¿Las coplas de Sul, la babilónica, cantadas por un hombre? ¡Pues sí! Estoy feliz de hacer La corte de Faraón, una ‘opereta bíblica’ que no tiene desperdicio. Ni en el diálogo, ni en la música, que no tiene ni una pizca de pretensión, que es lo peor que le puede pasar a una partitura. De todo está libre esta maravilla que hoy, que además, sigue siendo de máxima actualidad. Mi papel es el de Ana Belén, pero no tiene nada que ver con lo que hacemos en La Zarzuela, porque la película –que es una genialidad– no era exactamente la trama de la obra, era una parodia. Esta puesta en escena de Emilio Sagi es la historia original, a la que se le han añadido algunas cosas, como nuevos cuplés. Además, la fuerza que tiene el teatro… Yo soy cinéfilo absoluto, pero, sobre todo, soy ‘teatrófilo’. ¡Por favor, no se la pierdan!”, nos dice, apasionado, Enrique Viana.
Preguntamos al tenor Jorge Rodríguez-Norton, que da vida a El casto José, qué tiene esta obra que la hace tan atractiva y divertida para todo el mundo: “Lo tiene todo: música y texto estupendos. Y… oro, ¡mucho oro! Venga lluvia de oro. El vestuario es maravilloso, se ve un poco de carne por aquí, un poco de carne por allá [nos dice entre risas]. El casto José enseña un poco más de lo que yo enseño en estas fotos. Bueno… lo de casto, que cada uno lo entienda como quiera. No tiene nada que ver con la película pues, como es lógico, esto es más teatral. Es una producción en la que suceden un montón de cosas divertidas y está todo el rato lloviendo oro [nos insiste en el tema]. Y en la que el público va a participar”.
Para no desvelar en este shooting el secreto del vestuario (o del ‘no vestuario’, según deja entrever el tenor), optamos por vestir a Jorge Rodríguez-Norton solo con un pectoral y una falda de Joaquín Blanco, un artista que creó este look egipcio perfecto para el tenor asturiano, y a Enrique Viana con este espectacular vestido que se hizo para la opereta Benamor, de Pablo Luna, que él mismo dirigió y protagonizó en el Teatro de La Zarzuela en 2021: “En La corte de Faraón no saco ni una pluma, que nadie se piense que salgo así. Salgo con un traje que se transparenta…”, nos dice entre carcajadas el tenor madrileño.
Tanto Enrique Viana como Jorge Rodríguez-Norton son dos enamorados de la zarzuela. Y ambos aman el género chico. Conviene recordar que el término ‘género chico’ se creó para definir a aquellas obras –muy de moda a finales del XIX y principios del XX– que, por su corta duración, sobre una hora, se diferenciaban de las zarzuelas de dos y tres actos. No es, como muchos piensan, un término peyorativo que considere que son obras de peor calidad que la ópera.
La zarzuela es nuestro patrimonio lírico español, único en el mundo, y es tan amplio que bajo ese paraguas se engloban partituras tan diversas que van desde obras del Barroco a ejemplos como esta ‘opereta bíblica’ que ahora sube al escenario del Teatro de La Zarzuela. Una sala que tiene por misión recuperar ese patrimonio, subir a escena tanto obras de repertorio, joyas olvidadas y apostar también por la nueva creación con estrenos mundiales.
Para Enrique Viana es una sala muy especial: “El Teatro de La Zarzuela está en mi vida desde los seis años, porque mis padres, como regalo de cumpleaños, me trajeron a ver Madama Butterfly [entonces la temporada de ópera era aquí porque el Teatro Real funcionaba solo como sala de conciertos]. No hace falta que diga el año que fue, ¿no? [risas] Desde ese momento, durante toda mi niñez y mi adolescencia, siempre venía los jueves. Me traían por la tarde, y luego venían a buscarme a la salida, porque entonces con la zarzuela se hacían dos sesiones, de tarde y de noche. Me sentaba solito en un palco de proscenio y desde ahí me las vi todas. Por eso me las sé de memoria. Además, para un niño como yo, digamos… diferente, no como la mayor parte de los niños, en aquella España no era fácil. Así que la zarzuela me salvó un poco la vida, salvó mi adolescencia. Tuve la suerte de tener una familia que siempre me apoyó en todo. Y venir a este teatro fue muy importante. La zarzuela tiene algún mecanismo, en su música, las cadencias, los aires, ritmos… que llega al corazón directamente. Esto lo digo con emoción, pero sí, la zarzuela me salvó mi adolescencia. Fíjate qué cosa tan rara, pero fue así. El colectivo LGTBIQ+, que entonces no se llamaba así, ni se llamaba de ninguna manera, quizá tenía más cabida en la revista que en la zarzuela, pero también la tenía aquí. Recuerdo que las primeras veces que pasé a los camerinos yo debía de tener doce años. Me resultó fascinante ver la libertad que se respiraba entre los bailarines, el coro, la figuración… Era muy libre, desinhibido, me llamaba mucho la atención. Era una manera de expresarse que en la calle no estaba bien vista. Este teatro era un poco mi refugio”.
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Jorge Rodríguez-Norton, el único cantante español que año tras año canta en el prestigioso festival wagneriano de Bayreuth, también está muy vinculado a este teatro: “Yo es que, precisamente, debuté en esta profesión con la producción de La del manojo de rosas que Emilio Sagi dirigió para esta casa, y que acaba de reponerse aquí el pasado mes de octubre. Yo la hice en el Campoamor de Oviedo, pero era una producción de este teatro. Luego, sobre estas tablas en las que ahora nos hacemos las fotos, he hecho ya, con esta, ocho obras. Vamos, que sí, que medio me he criado aquí… Los mejores recuerdos que tengo son siempre en torno a lo que rodea a los ensayos, con todos los compañeros, toda esa parte de aprendizaje al margen de las funciones. En este teatro se hace desde el repertorio que todos conocemos y estamos acostumbrados a ver hasta la recuperación de obras que estaban en el olvido. Yo, por ejemplo, hice una versión en concierto de María del Pilar [zarzuela en tres actos de Gerónimo Giménez] y fue un exitazo. Tenemos mucho patrimonio todavía por sacar a la luz”.
Viana tiene en cartera muchos proyectos en ese mismo teatro. Tras La corte de Faraón, el próximo 6 de marzo estrena ‘su’ versión de La Gran Vía para el Proyecto Zarza de “zarzuela hecha por jóvenes y para jóvenes”. Hacemos hincapié en lo de ‘su’ versión porque es una adaptación de esta ‘revista madrileña cómico-lírica, fantástico-callejera en un acto’, que así es como bautizaron Chueca y Valverde esta otra joya del género chico. Y promete que será una función que va a dar mucho que hablar.
“También estoy metido en la Gala Lírica que organiza la Fundación Prodis en el Auditorio Nacional”, nos dice muy ilusionado. Se trata de una gran noche musical apadrinada por el barítono italiano Ruggero Raimondi, una auténtica leyenda mundial de la ópera. Enrique Viana es, desde hace muchos años, quien dirige este concierto para recaudar fondos para esta fundación que se creo en el año 2000 con el objetivo, según rezan sus estatutos, de “ofrecer un futuro a alumnos con discapacidad intelectual una vez finalizada su etapa escolar. En la Fundación Prodis contribuimos, desde el compromiso ético, a mejorar la calidad de vida de las personas con discapacidad intelectual y la de sus familias, apoyando y promoviendo su plena inclusión en una sociedad justa y solidaria”. Para el tenor madrileño, con una agenda llena proyectos para todo el año 2025 –“Ya, si nos ponemos a contar los del 26 seré muy viejo”, nos dice entre risas–, esta gala es muy especial y se vuelca siempre con ella.
Ambos cantantes están encantados con hacer esta portada para dar visibilidad a la zarzuela, tanto al género como al teatro. “Me encanta que Shangay haga esto. Me parece genial que la zarzuela, siendo para muchos un género, entre muchas comillas, antiguo, al menos en lo que a sus años dorados se refiere, porque son los de finales del XIX y principios del XX, que una revista que siempre está tan pendiente ‘de lo último’, una publicación de estas características, venga al Teatro de La Zarzuela…, pues aplaudo esa vinculación”, asegura, feliz, Viana.
Tras muchos años de trabajo, hace ya unos meses que se presentó la propuesta para que el género de la zarzuela sea reconocido como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO. También para que el Teatro de La Zarzuela –único en el mundo, por ser la sala de todo el planeta que más estrenos ha vivido en su escenario en sus ciento sesenta y ocho años de historia– sea reconocido también por ello. Por eso, desde Shangay, queremos aportar nuestro granito de arena.
“Es darle más visibilidad para dar a conocer este mundo que siempre ha sido muy inclusivo y abierto. Quiero invitar a todo el mundo a que venga a vernos en enero, porque La corte de Faraón es una producción de zarzuela súper gay que va a gustar a todo el mundo y quien venga lo va a pasar muy bien. No hay excusa para no venir, son quince funciones las que hacemos y, además, luego está lo mejor de todo: ¡el precio de las entradas!”, zanja entre carcajadas Jorge Rodríguez-Norton.
Maquillaje y Pelo: Álvaro Sanper para Nars y I.C.O.N. SPAIN
Estilismo María José Castillo