La Caballé, ‘La Stupenda’ Joan Sutherland o Edita Gruberova fueron algunas de las grandes sopranos de finales del siglo XX que dieron vida y voz a María Estuardo, reina Tudor de Escocia, en este duelo operístico (que no histórico, pues lo que se cuenta nunca ocurrió) con su prima Isabel I de Inglaterra. Este es el argumento de Maria Stuarda: una lucha de reinas entre una soberana protestante, Isabel I –conocida como La Reina Virgen o Glorianna, hija de Eduardo VIII y Ana Bolena, que subió al trono en Londres en 1559–, y María I de Escocia, María Estuardo, que se coronó en 1543. Ahora es Lisette Oropesa, gran soprano de coloratura de estos años veinte del siglo XXI, quien hace su debut mundial en este rol de la ópera de Donizetti. Y lo hace coronándose, de nuevo, como una inmensa reina de la ópera –en genérico– en el Teatro Real de Madrid.
La soprano estadounidense da vida a Maria Stuarda en este drama en el que la mezzo rusa Aigul Akhmetshina se mete en la piel de Elisabetta, la primera reina no católica de Inglaterra. Ambas no solo compiten por la corona inglesa y la francesa, sino también por el amor de Roberto, conde de Leicester. Y ambas triunfan en este último estreno del año.
Pese a llevar ya décadas en el repertorio, esta obra nunca se había estrenado en este escenario de la Plaza de Oriente [recordemos que estuvo casi todo el pasado siglo cerrado para la ópera]. Y ha llegado a lo grande, con un repartazo de lujo en el que no solo ambas reinas, sino todo el elenco, fue ampliamente aclamado en los saludos. Ismael Jordi (El conde de Leicester), Roberto Tagliavini (Giorgio Talbot), Andrzej Filonczyk (Lord Guglielmo Cecil) y Elissa Pfaemdr (Anna Kennedy)
El Real comenzó la temporada en septiembre con un duelo de altísimo voltaje entre Ermonela Jaho y Elīna Garanča en Adriana Lecouvreur. Ahora cierra el año con Lisette Oropesa y Aigul Akhmetshina, dos grandes que igual que son María Estuardo e Isabel I, bien podrían ser también Isabel y Fernando, los Reyes Católicos, por eso de «tanto monta, monta tanto». Pareja de lujo sobre las tablas del Real. Akhmetshin atacó su aria y cabaletta del principio del primer acto con un poderío que ya llevó a la abarrotada sala al delirio de los bravi! Ya en el segundo acto fue Oropesa quien ya terminó de caldear el patio de butacas con su allenta il pie… Oh nube che lieve, el aria y cabaletta con las que sale a escena. Limpia, perfecta, delicada, ingenua, exquisita… Ahí puso las cartas boca arriba, en tercer acto, ya en el patíbulo, con un dominio del legato propio de la grandísima cantante que es. ¡Menudo tercer acto nos regaló!
En solo tres meses, el Real nos ha brindado grandes noches con grandes voces. Este duelo de reinas entre Aigul Akhmetshina y Lisette Oropesa deja el listón muy, muy, alto. José Miguel Pérez-Sierra, desde el foso, ayudó mucho a ello. La Orquesta Titular del Teatro Real sonó a lo que tiene que sonar: a Donizetti del bueno. Gran velada orquestal, reconocida en los aplausos. Al igual que el estupendo Coro Titular del Teatro Real, dirigido por José Luis Basso, que incluso fue ovacionado en mitad de la representación, cosa poco habitual. Más que merecido, y emocionante, reconocimiento.
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El libreto de Giuseppe Bardari para la ópera de Donizetti está basado en al obra Maria Stuarda, de Friedrich von Schiller, que en su momento fue censurado en su estreno en San Carlo de Nápoles en 1834 (Fernando II no permitió en escena un regicidio) y se pudo ver, tal y como la conocemos hoy, en La Scala de Milan un año más tarde. A Madrid llegó al desparecido Teatro de la Cruz en 1840, pero esta obra cumbre del belcanto romántico, como ya hemos dicho, nunca se había visto en el Teatro Real. Propia de esos años del Romanticismo, está basada en las rivalidades entre las coronas inglesa y escocesa, así como las posibles alianzas con la francesa. Pero, al final. en este libreto, se reduce la lucha de dos reinas por un trono a la lucha de dos reinas por un chulazo. Para qué vamos a decirlo de otra manera…
David McVicar, director de esta nueva producción del Real, hace lo que suele hacer y, como casi siempre, muy bien. Algo tan aparentemente sencillo como, en realidad, muy complicado: despejar la escena de cosas innecesarias –que hoy no tiene sentido mostrar– facilitar que los cantantes puedan cantar bien, y que se entienda el argumento. En esta ocasión nos recuerda mucho a su excelente Glorianna de 2018 en ese mismo escenario, algo más que lógico teniendo en cuenta el denominador común entre ambas: la obra de Britten, sobre la vida de Isabel I de Inglaterra, se encargó para la coronación de Isabel II del Reino Unido en 1953.
Un sencillo pero muy eficaz decorado, junto con un fastuoso vestuario de Brigitte Reiffenstuel y del propio regista, son la puesta en escena perfecta para que esta obra cumbre del belcanto nos regalara una gran noche de divas, un duelo de reinas, que nos hizo disfrutar y recordar aquellos tiempos gloriosos en los que uno iba a la ópera y podía ver a las grandes cantantes dar lo mejor de sí en las mejores condiciones. La citada Adriana Lecouvreur con la que comenzamos la temporada también era una regia suya. Y, también, fue otro éxito como este.
La ‘Trilogía Tudor’ de Donizetti está compuesta por Anna Bolena, estrenada en Milán en 1830, Maria Stuarda (1835) y Roberto Devereux, que se estrenó en Nápoles en 1837. Lisette Oropesa eligió Madrid para debutar en la reinas Tudor y, según nos dijo en una entrevista el pasado mes de septiembre no tiene intención de afrontar los otros dos roles: «Al menos, todas no, como mucho Anna Bolena. Pero también depende. Puede ser que dentro de unos cinco años».
En otra entrevista anterior, en marzo de 2022, la soprano (estadounidense de origen cubano, pero con nacionalidad española) nos dijo también que cuida mucho su carrera, y que sabe que hay que decir «no» en muchas ocasiones a nuevos papeles y determinados proyectos. Pero también nos dio entonces en Shangay una primicia de la que se hicieron eco todos los medios nacionales: «Al Teatro Real he dicho muchos ‘síes’ para los próximos años. Muchos más ‘síes’ que ‘noes’”. Hoy, tras esta Maria Stuarda, no podemos más que alegrarnos muchísimo de ello. Ya los estamos esperando.