'Eugenio Oneguin' en el Teatro Real: ¿la belleza puede salvar al mundo?

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No es la primera vez que se ve en el Teatro Real, ni en Madrid; pero sí la primera vez que se ve así, en una nueva producción propia, y con los cuerpos estables del coliseo. Eugenio Oneguin es una obra clave de esos años del Romanticismo que, como asegura el tenor Bogdan Volkov (que da vida a Lenski, uno de los protagonistas), demuestra que «la belleza puede salvar al mundo».

Hasta ahora siempre se ha programado en la capital con compañías invitadas, con sus propios solistas, coro y orquesta. La primera vez, en el Teatro de la Zarzuela, en 1972, con el Teatro Nacional de Sofía. Posteriormente, en 1981, con el Teatro Kirov de Leningrado. Esta obra de Chaikovski subió al escenario del Teatro Real en 2010 con la compañía de Teatro del Bolshói, en la producción de Dmitri Tcherniakov. Ahora vuelve al Real en una nueva producción de la casa (junto a la Ópera de Oslo y al Liceo de Barcelona) bajo la batuta de Gustavo Gimeno (nuevo director musical del coliseo a partir de septiembre) y un montaje de Christof Loy, que regresa a este escenario tras sus triunfales Ariadne auf Naxos (2006), Lulu (2009), Capriccio (2019), Rusalka (2020), Arabella (2023), La voz humana y La espera (2024).

Joan Matabosch (director artístico del Teatro Real), el tenor Bogdan Volkov (Lenski), Christof Loy (director de escena), el barítono Iurii Samoilov (Eugenio Oneguin) y Gustavo Gimeno (director musical), en la presentación de Eugenio Oneguin en el Teatro Real: Foto: Javier del Real.

Eugenio Oneguin está basada en la novela homónima, escrita íntegramente en verso, de Alexandr Pushkin, obra de referencia en la literatura rusa que abrió el camino a otros autores como Gógol, Turguénev, Dostoievski o Tolstói. Cuando Chaikovski se acercó a ella tenía muy claro qué era lo que no quería hacer: una ópera al estilo convencional. Es más, en palabras del director artístico del Teatro Real, Joan Matabosch, «es un manifiesto contra lo operístico que, para Chaikovski, era –y esto es literal– ‘un estercolero’. Es como una obra de teatro de Chejov, son escenas íntimas. Ahora, en el Real, lo que se va a ver es lo que, en verdad, quería su autor. Es cierto que es una obra tan potente que lo aguanta todo, incluso hasta versiones que van justo en la dirección contraria a lo que quería el compositor. He visto muchas así, ¡y sigue funcionando! Pero lo que ha hecho Christof Loy, trabajando mano a mano con Gustavo Gimeno en la partitura… es una maravilla».

La obra original es una novela introspectiva, reflexiva y confesional. Tiene un narrador, amigo del protagonista, que describe su corta y atribulada vida con una distancia crítica, analítica e irónica inspirada, en gran medida, en las peripecias vitales del propio escritor que, como el poeta Lenski en las páginas de su libro, moriría prematuramente en un duelo.

Mataboch: «Esta obra es un manifiesto contra lo operístico que era ‘un estercolero’, para Chaikovski»

Tatiana es una joven culta y melancólica, de una familia hacendada, que se refugia en la literatura para trascender de la vida rural. Un día conoce a Oneguin, estereotipo del héroe romántico –dandi, intelectual, seductor, ególatra, sarcástico y rebelde–, al que confiesa su amor en una carta apasionada a la que Chaikovski da voz con la poesía de Pushkin. De este material nace una de las más bellas –y largas– arias del repertorio lírico romántico. Pero Oneguin desprecia los sentimientos de Tatiana y coquetea con su hermana Olga, una ingenua pizpireta provinciana. Esto provoca los celos de su prometido, Lenski, poeta y gran amigo suyo al que acaba matando en un duelo. A partir de entonces, Oneguin deambula sin rumbo, cargando con su hastío y su culpa hasta a cruzarse de nuevo, años más tarde, con Tatiana. Ahora la ingenua joven que conoció se ha convertido en una mujer glamurosa, refinada y atractiva, esposa del príncipe Gremin, a la que expresa su tardío amor, siendo finalmente repudiado por ella, que decide ser fiel al marido.

El montaje –que se estrena el 22 de enero y estará en cartel hasta el 18 de febrero– tiene un reparto que lleva más de un mes ensayando en Madrid: la soprano Kristina Mkhitaryan (Tatiana), el barítono Iurii Samoilov (Eugenio Oneguin), el tenor Bogdan Volkov (Lenski), la mezzosoprano Victoria Karkacheva (Olga) y el bajo Maxim Kuzmin-Karavaev (El príncipe Gremin / Zaretski) en los papeles protagonistas. Con ellos, el Coro y la Orquesta Titulares del Teatro Real.

En la rueda de prensa, Iurii Samoilov (Eugenio Oneguin) aseguró estar muy unido al personaje, que lleva cantando desde hace años: «Es alguien superficial, malvado. Esta obra es un drama psicológico, un viaje interior a la belleza».

Ahora, la pregunta es: ¿puede, en verdad, la belleza salvar al mundo? La vida, el final del siglo XIX, el XX y lo que llevamos del  XXI, posteriores a la creación de esta obra estrenada en 1879, nos ha demostrado que esta máxima del Romanticismo no se cumple del todo. Pero también nos ha dejado muy claro que si bien no logra salvarlo, al menos logra matizar el horror y hacerlo todo más vivible. Por ello, habrá que ir al Teatro Real a partir del 22 de enero para, al menos, estar un poco anestesiados…